México fue el primero en Latinoamérica en fundar uno. Argentina, Brasil y Colombia los tienen. Pero ¿qué son los bancos de cerebros y qué hacen con ellos?

Un neurólogo me dijo una vez con gran insistencia que los cerebros son preciosos. Sus palabras volvieron a mi mente cuando mientras observaba cómo una técnica en el banco de cerebros Bristol, Inglaterra, diseccionaba cuidadosamente uno de los especímenes recién donados.

Los intrincados pliegues y curvas de su superficie y sus delicadas estructuras de ramificación, revelados a medida que ella hacía los cortes, eran fascinantes. Parecían hacerse eco de la complejidad y el poder que el tejido tuvo en vida.

El cerebro que la experta rebanó metódicamente para alamacenarlo era uno de alrededor de 40 donaciones que recibe cada año el South West Dementia Brain Bank.

Es parte de una red de diez centros que en Reino Unido proveen anualmente decenas de miles de muestras de tejidos para la investigación a científicos dentro y fuera del país.

La angustia de la demencia

Uno de los miles de cerebros ya procesados, congelados y guardados en Bristol es el de Angela Carlson.

Grabados en esos 1,4 kg de tejido diseccionado están las experiencias, recuerdos y conocimientos de una mujer muy aventurera para su época.

Pasó su adolescencia en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, luego cuidó niños y fue cocinera en Estados Unidos y en lo que entonces era Persia.

Enviudó dos veces, no tuvo hijos y finalmente se estableció en Dorset, Inglaterra, para estar cerca de su sobrina Susan Jonas. Murió allá de demencia a los 89 años de edad.

Susan recuerda la angustia de ver a su amada tía perder su espíritu y sus facultades mentales al llegar a los ochenta.

"Sufría un poco de paranoia como parte de su demencia. Pensaba que había hombres entrando en su dormitorio por la noche y recibíamos llamadas de la policía, para avisarnos de que ella había pedido auxilio por los intrusos. La tenían en una lista especial", le cuenta Susan a la BBC.

"Cuando limpiamos su casa encontramos muchas armas debajo de su cama, desde martillos hasta una azagaya (una especie de lanza de África)".

Angela había indicado en su testamento que quería dejar a su cuerpo a la investigación médica. Como albacea de su herencia, Susan decidió que, dada la demencia de su tía, la mejor manera de honrar ese deseo era donar su cerebro, así que registró a su tía antes de que muriera.

"Fue una persona encantadora que siempre quiso ayudar a los demás, así que sentí que la donación de su cerebro era apropiada. Lo que había hecho en la vida lo podría seguir haciendo en la muerte".

Un bien precioso

El cerebro de Angela es una de las 14.000 donaciones en poder de la Red de Bancos de Cerebros de Reino Unido. El director de la red, Seth Love, no tiene ninguna duda sobre la importancia del papel que estos cerebros han jugado en el descubrimiento científico.

"Casi todo lo que sabemos de las enfermedades neurológicas humanas hasido resultado de examinar el tejido cerebral humano. La mayoría de los avances en la enfermedad neurológica realmente ha ocurrido en las últimas dos a tres décadas, más que todo a partir del examen de los cerebros derivados de bancos de cerebros", le dijo a la BBC.

Cómo donar tu cerebro

  • En vez de expresar tus deseos en un testamento, regístrate en vida, pues los tejidos del cerebro mueren pronto así que sólo hay una ventana de 72 horas y los testamentos a menudo se leen mucho después.
  • Cuéntale a tu familia sobre tus planes, para que sepan qué hacer cuando mueras.
  • Lo ideal es estabilizar el cerebro en las primeras tres o cuatro horas después del fallecimiento porque permite frenar todo el procesamiento de las proteínas y analizarlas con más detalle.

Una búsqueda en los registros de descubrimientos científicos confirma que Seth Love está en lo cierto: la contribución de estos almacenes de material es clara.

El tejido cerebral post mortem fue vital en hallazgos que van desde el descubrimiento de Arvid Carlsson en 1957 de que la pérdida de células nerviosas productoras de dopamina causa la enfermedad de Parkinson, hasta la identificación de James Ironside en 1996 de una nueva variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ) que estaba vinculada a la enfermedad de las vacas locas.

Y científicos como Tammaryn Lashley -investigadora de la demencia en University College London- están convencidos de la importancia que tiene poder examinar el "organo real".

"Los escáneres no llegan al nivel celular; no te dicen qué les sucedió a las células del cerebro en el proceso de la demencia. Realmente tenemos que poder poner al cerebro bajo el microscopio para determinar dónde y qué funcionó mal".

Las rebanadas de cerebro humano

El método de conservación ha evolucionado desde los primeros bancos en la década de 1950. En ese entonces, el tejido se fijaba con productos químicos tales como formalina. Ese proceso todavía se utiliza hoy en día en una mitad del cerebro, para darle rigidez y poder cortarlo en lonchas y observarlo bajo el microscopio.

Pero la otra mitad se corta cuando está fresca y se congela a -80ºC para permitir el análisis de material genético, proteínas y sustancias neuroquímicas que les pueden mostrar a los investigadores mucho más sobre el desarrollo de la enfermedad.

Hay bancos que se enfocan en muchos otros trastornos neurológicos, desde la esclerosis múltiple y la ECJ hasta el autismo y los trastornos psiquiátricos tales como la esquizofrenia.

La elección lógica

Igual de importantes son los cerebros de donantes sanos, para que los investigadores tengan muestras de control, para comparar.

La maestra jubilada Margaret Allan es uno de esos candidatos. Recientemente se registró en el Queen's Square Brain Bank en Londres.

Allan es además uno de los miembros de la Encuesta Nacional de Salud y Desarrollo -un estudio a largo plazo que ha seguido a 6.000 personas desde su nacimiento en 1946- por lo que su cerebro es particularmente valioso, ya que viene con 70 años de historia de su desarrollo.

Su experiencia de toda una vida prestando su cuerpo y su mente a la investigación médica hizo que este último acto de altruismo fuera una elección lógica.

Bancos para el futuro

  • El primer banco de cerebros con fines de investigación fue creado en el siglo XIX por W. Lloyd Andriezen, cuando el patólogo residente en un asilo de Yorkshire, Inglaterra, se dedicó a archivar los cerebros de más de 100 pacientes.
  • El Banco de Cerebros de la Universidad de Harvard, EE.UU., es el mayor repositorio de cerebros humanos en el mundo.
  • En Latinoamérica, México fue el pionero en este campo, con la fundación del Banco Nacional de Cerebros en 1992.
  • Un sólo cerebro puede proveer cientos de muestras.
  • Todavía se usan donaciones hechas hace 30 años.

"Ese seguimiento que nos han estado haciendo durante 70 años ha influido en la política social. Una gran cantidad de cosas que damos por sentadas fueron el resultado de ese estudio, por lo que (donar el cerebro)me pareció una continuación natural", le explicó a la BBC.

"Cuando uno se muere, ya no le sirve el cerebro para nada. Si la ciencia médica puede usarlo, ¡por supuesto que pueden tenerlo!".

Y los investigadores que utilizan las muestras cada día están conscientes de la deuda que tenemos con los donantes.

La continua generosidad de personas como Margaret y Angela juega un valioso rol en la lucha contra enfermedades como la demencia.

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