Análisis: Francia nunca ha visto un terror similar

Análisis: Francia nunca ha visto un terror similar
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El corresponsal de la cadena BBC, Hugh Scofield, comenta acerca de los alcances de los ataques ocurridos en Francia.

Por Hugh Scofield (BBC)

Francia vivió uno de esos días que permanecerán grabados en la memoria nacional. El país ha conocido el terrorismo antes. Hubo olas de atentados relacionados con Medio Oriente en las décadas de 1970, 80 y 90. Y se registraron los asesinatos islamistas de Mohammed Merah hace tres años.

Pero nunca en medio siglo hubo un ataque de tal crueldad a sangre fría. Nunca hubo un número de muertos como el que se registró en la calle Nicolas-Appert.

La gente ve sus vidas de forma diferente cuando han visto las imágenes -no en Siria, sino en las conocidas calles del centro de París- de un hombre armado islamista matando a un agente de policía local. El frío control de sí mismos de los asesinos, su equipamiento de aspecto profesional y su profundo desprecio por las víctimas "colaterales" provoca que Francia se sienta muy vulnerable.

Tal vez la imagen más perturbadora del video aficionado es la de dos hombres que se acercaban a su auto después del ataque con el fin de realizar su escape. Ellos no están corriendo. No hay pánico. Ellos están caminando. El detalle dice mucho acerca de la amenaza bajo la cual está Francia. Estos son asesinos desconocidos. Son de un mundo diferente. 

El otro gran golpe para los franceses es que algunas figuras conocidas han desaparecido de repente. Los caricaturistas Woliński y Cabu han existido desde hace décadas. Sus trabajos no sólo aparecieron en Charlie Hebdo, sino también en grandes publicaciones, como Liberation y Le Monde. Incluso si la gente no conoce sus nombres, reconocían instantáneamente sus estilos.

Es muy simbólico que las primeras víctimas de esta nueva era de terrorismo sean íconos del consenso cultural de la izquierda en Francia. Al igual que el periódico para el cual trabajaban, hombres como Cabu y Wolinski surgieron en las décadas de 1960 y 1970, cuando parecía evidente que la libertad de expresión podría extenderse hasta el infinito. Esas ilusiones parecen hoy casi patéticas.

Un amigo del dibujante Cabu dijo a una radio de Francia lo impresionado que estaba con su muerte, porque Cabu era la "más anti-militarista y la más suave de las criaturas" como si esto fuera una protección contra las nuevas terribles fuerzas en la tierra.

La inmediata reacción al ataque serán expresiones de unión nacional. Ya han habido manifestaciones en París y otras ciudades. "Todos somos Charlie ahora", dicen. El hecho de que los objetivos eran periodistas provoca un tajo profundo. Francia toma muy en serio su autoproclamado papel de faro para el mundo.

Periódicos como Charlie Hebdo son de calidad muy desigual - y sus dibujos animados son a menudo más crudos que divertidos - pero llevan el mensaje de que, en Francia, incluso lo que no se puede decir, aún se puede decir.

Hoy, todos pueden participar en la defensa común de los valores franceses. Desde el rector de la mezquita de París hasta Marine Le Pen del partido Frente Nacional. Pero ¿cuánto tiempo durará esta unidad? es otra pregunta. Pronto habrán voces disonantes.

Por un lado estarán aquellos que dirán que la verdadera lección del ataque es que Francia debería abandonar su "ingenuidad" en relación con el islamismo en los suburbios de las grandes ciudades. Esta gente va a decir que debe haber una línea mucho más dura y que el país debe dejar de fingir que es una gran familia feliz, salvo unos pocos individuos aberrantes. 

Por otro lado habrá aquellos que advertirán en contra de lo que los franceses llaman "l'amalgame". Es decir, agrupar a todos los musulmanes y afirmar que el problema se encuentra en algún lugar dentro de su religión.

Es simbólicamente significativo que los asesinatos tuvieran lugar el mismo día de la publicación del nuevo libro de Michel Houellebecq, el novelista más respetado de Francia. Soumission (Sumisión) imagina un mundo en el cual un presidente musulmán se hace cargo de Francia en 2022. En las entrevistas, Houellebecq ha dicho que su tema es el fin de los valores de la Ilustración que han prevalecido en Occidente desde el siglo 18.

No puede haber existido un producto más claro en cuanto a los valores de la Ilustración que Charlie Hebdo. Voltaire fue su inspiración.

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