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Banco Central asume una más clara recesión para 2023 y una inflación que seguirá sobre el 6%

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El escenario central, dice el instituto emisor, no considera un efecto específico en la economía por el resultado del plebiscito. "La incertidumbre irá reduciéndose gradualmente en los próximos trimestres, en medio de un proceso donde los cambios institucionales continúan,", señala el IPoM.

Un mejor cierre de año, pero un 2023 aún más complejo prevé el Banco Central, según el Informe de Política Monetaria (IPoM) correspondiente a septiembre publicado este miércoles por la entidad.

En el escenario central, la economía crecerá entre 1,75% y 2,25% en el ejercicio 2022 -el rango previo era de 1,5% a 2,5%-, con un consumo privado que se expandirá 1,4%, luego de alcanzar un avance récord de más de 20% en 2021; mientras la inversión se contraerá 3,3%, con bajas tanto en la parte de maquinaria y equipos como de construcción y obras.

Para 2023, en cambio, se sigue esperando una contracción de la economía, pero que ahora va de -1,5% a -0,5%% frente al rango de -1%/0% previsto en el IPoM de junio, para luego ir a acercándose a tasas de expansión coherentes con su crecimiento tendencial.

Este resultado incluye una reducción del consumo privado y la inversión de 5,7% y 4,7%, respectivamente (-4,1% y -2,2% en junio). 

Como contrapartida, las exportaciones netas contribuirán de manera sustancial a partir de este año principalmente por un descenso de las importaciones, reflejo del ajuste en marcha del gasto interno.

En 2024, se continúa anticipando un crecimiento del PIB entre 2,25% y 3,25%.

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Alta inflación

El informe del Banco Central explica que los precios comenzarán a mostrar ritmos de aumentos menores a los de los meses previos, con lo que la inflación anual comenzará a reducirse paulatinamente. Este año cerrará en 12%, cerca de dos puntos porcentuales por sobre lo proyectado en junio. Las sorpresas acumuladas en los precios volátiles y la depreciación reciente del peso explican buena parte de esta corrección, según la autoridad.

Con todo, la inflación proyectada para el próximo año es de cerca de un punto porcentual más alta que en junio -un promedio de 6,1%-, reflejando un tipo de cambio real que se ubica entre 3% y 4% por sobre el nivel promedio del segundo trimestre. Además, se supone que este permanecerá en niveles más depreciados que lo previsto en junio a lo largo de todo el horizonte de proyección, finalizando dicho período por sobre su promedio de los últimos quince o veinte años.

Al mismo tiempo, la proyección considera mayores efectos de segunda vuelta e indexación, reflejo de la persistencia inflacionaria. Los niveles actuales y la evolución anticipada del tipo de cambio son factores importantes detrás de la corrección de las proyecciones de inflación en el horizonte de política, que más que compensa la reducción de precios internacionales de los combustibles, alimentos y otras materias primas.

El escenario central considera que la inflación convergerá a la meta de 3% dentro del horizonte de política monetaria de dos años. En el pronóstico, la inflación anual del IPC culminará 2023 en torno a 3,5%, llegando a 3% hacia el tercer trimestre de 2024. La inflación subyacente tendrá una convergencia más lenta hacia 3%, producto de la fuerte persistencia ya señalada.

El escenario más probable, dice el ente emisor, no considera un efecto específico en la economía por el resultado del plebiscito. "Este supone que la incertidumbre irá reduciéndose gradualmente en los próximos trimestres, en medio de un proceso donde los cambios institucionales continúan, permitiendo un funcionamiento adecuado de las instituciones y de la economía", señala el IPoM.

El reporte destaca que las personas y empresas están pagando un alto costo por la inflación, en especial aquellas que poseen menores recursos. "La prolongación de la situación inflacionaria actual sería altamente costosa, ya que en la medida en que los hogares y empresas comienzan a acostumbrarse y a anticipar mayores velocidades de incrementos de los precios de forma permanente, los costos de reducir la inflación —reflejados en la capacidad de crear empleos, aumentar los salarios y el bienestar general— aumentan en forma sustancial", dice.

Así, plantea que llevar la inflación de nuevo a la meta, y evitar así los efectos adversos sobre la población, especialmente a la más vulnerable, pasa necesariamente por restablecer los equilibrios macroeconómicos y, en este caso, lo que requiere es una reducción del nivel de actividad y demanda. "La política monetaria continuará contribuyendo a que este necesario ajuste ocurra de manera eficiente y ordenada", refuerza.

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