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4 áreas inesperadas en las que China invierte para ser número uno del mundo

4 áreas inesperadas en las que China invierte para ser número uno del mundo
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A pesar de ser el mayor contaminante mundial, destina millones en energía verde y no solo compra sino que construye su propio portaaviones.

En su condición de potencia mundial, a China le sobra el dinero para invertir y cuando invierte, lo hace a lo grande.

Su presupuesto militar se supera cada año, sus ambiciones espaciales se incrementan mientras otros reducen sus presupuestos en el área, y su inversión en fuentes de energía no se detiene ante una imparable necesidad de seguir creciendo.

Pero China también da grandes sorpresas.

Cuando el mundo asocia la imagen del gigante asiático con la de una potencia adicta a los combustibles fósiles –como el petróleo y el carbón– Pekín gasta millones de dólares en energía verde.

Al momento de invertir en Defensa, China compra un portaaviones y luego construye otro, mientras diseña misiles para destruir portaaviones ajenos.

O, tras organizar unos Juegos Olímpicos, su gobierno decide que la liga de fútbol local debe mejorar y comienza a atraer a jugadores importantes de las ligas europeas con salarios millonarios.

BBC Mundo le ofrece cuatro áreas en las que China ha decidido gastar millones de dólares.

1. Portaaviones

El país asiático es la segunda nación con mayor gasto militar, aunque muy lejos del primero de la lista: Estados Unidos.

Mientras el presupuesto militar chino rozó los US$130.000 millones en 2014, el solicitado para el año fiscal 2016 por Barack Obama fue de US$585.000 millones.

¿Pero en qué gasta China este dinero, además de pagar los salarios de su omnipresente estructura militar?

Gran parte del presupuesto militar chino se va en los salarios de los que integran sus filas.

Gran parte del presupuesto de Defensa se destina a mejorar su fuerza naval y diseñar armas para mantener a los barcos rivales –especialmente los estadounidenses– lejos de sus costas.

La marina china ha incorporado docenas de destructores, fragatas y submarinos, pero la joya de la corona es la construcción de su propio portaaviones.

Pocas máquinas de guerra han reflejado el poder de Estados Unidos en las aguas del Sureste Asiático como estas naves y China las conoce bien

En 1996, cuando Pekín reforzaba su presión sobre Taiwán, la isla que considera parte de su territorio, Washington envió dos portaaviones a la región y el gobierno comunista chino dio un paso atrás.

Seis años después, China incorporaba a su flota el portaaviones Liaoning, adquirido por US$20 millones a Rusia.

China compró su primer portaaviones a Rusia en 2012.

En víspera del Año Nuevo de 2016, funcionarios de Defensa confirmaron que ahora el gigante asiático está construyendo su propio portaaviones.

En su artículo para la publicación Foreign Policy, el analista James Holmes indicó que la pregunta que el mundo debe hacerse ahora es cuántos portaaviones construirá China.

"Mi opinión es que el país asiático busca una flota de siete, con el objetivo de operar seis y utilizar el Liaoning como buque escuela. Esto es bastante, ya que la armada estadounidense solo tiene 10".

Pero este no es el único motivo de preocupación de Washington: el país asiático también ha diseñado un misil llamado Dong Feng-21 que puede provocar daños catastróficos a portaaviones enemigos.

El DF-21 es particularmente efectivo debido a su rango (entre 800 y 1.000 millas náuticas) y su método de ataque: puede golpear su objetivo con velocidad hipersónica y es increíblemente difícil de interceptar.

2. Exploración espacial

Días atrás China sorprendió al mundo al anunciar la reubicación de casi 10.000 personas en la provincia suroccidental de Guizhou para instalar el radio telescopio más grande del mundo.

El objetivo de este elefantiásico proyecto es la búsqueda de vida inteligente en el universo, pero China no sólo observa el espacio exterior, también sale a buscarlo.

El país asiático se sumó relativamente tarde a la carrera espacial y lo hizo utilizando tecnología ajena, más precisamente, rusa.

Cohete espacial chino
Cohete espacial chino
Para cuando China lanzó su primer satélite en 1970, Estados Unidos había colocado ya varios en órbita y sus astronautas habían caminado por la Luna.

Y si bien China no colocó su primer hombre en el espacio (un taikonauta) sino hasta 2003, desde ese momento no ha parado.

Diez años después el robot Conejo de Jade llegó a la luna.

Y mientras otros programas espaciales ven reducir sus presupuestos, el programa espacial chino continúa sostenido "por su ambición", le dijo a CNN el profesor Louis Brennan, autor del libro "El negocio del espacio".

"China ha alcanzado rápidamente el éxito y cobija planes a largo plazo para futuras aventuras espaciales, incluyendo Marte", añadió Brennan.

Y aunque el presupuesto del programa espacial chino sigue siendo menor que la cifra de dinero con la que cuenta la Agencia Espacial Estadounidense (NASA), China continúa haciendo planes a futuro.

China quiere su propio alunizaje.

Sus planes declarados son colocar un hombre en la Luna para 2022 y existe incluso el rumor de una colaboración con Rusia para construir una base lunar.

Mientras, en tierra, los científicos chinos construyen su propia estación espacial: Tiangong 2.

La primera pieza de este rompecabezas podría viajar al espacio este 2016 y todo el proyecto estaría terminado en seis años, época en la que la actual Estación Espacial Internacional (EEI) podría quedar fuera de uso.

La EEI es un proyecto conjunto de Estados Unidos, Europa, Rusia, Japón y Canadá; China siempre ha sido marginada de esta iniciativa debido a la desconfianza estadounidense hacia las intenciones del programa espacial chino, controlado en gran parte por el ejército de ese país.

3. Energía verde

"La gente tiene la idea de que China sigue siendo como era en décadas pasadas. Ahora son el mayor productor de energía eólica en el mundo. Ha incrementado un 25% su producción de energías renovables en 10 años, partiendo de la nada. Son señales muy importantes de China moviéndose en la dirección correcta".

Esto decía a la BBC en 2015 Maria van der Hoeven, titular de la Agencia Internacional de Energía, refiriéndose al poco crédito que se le daba al gigante asiático y su apuesta por cambiar su matriz productiva.

La contaminación es uno de los principales efectos secundarios del crecimiento chino.

Aunque la fama de China como país contaminante no es infundada: continúa siendo el principal emisor de gases de efecto invernadero y recién planea disminuir estas emisiones para el año 2030.

Según la organización no gubernamental The Climate Group, en 2020 China será responsable del 32% de las emisiones globales de estos gases, produciendo 70% más de dióxido de carbono (CO2) que Estados Unidos.

Pero su insaciable sed de petróleo importado y la crítica polución del aire en sus principales ciudades, causada entre otras razones por las minas de carbón que aún funcionan en el país, la obligó años atrás a replantear su estrategia.

Según datos suministrados por la agencia Bloomberg, el gigante asiático se ha constituido en el mayor mercado de energía renovable en el mundo.

A fines de 2014, las energías renovables generaban en el país 433 gigavatios, más del doble de los 182 gigavatios logrados por Estados Unidos en la misma época.

La energía eólica constituye el 8% de la energía del país.

Aunque más del 60% del sistema de generación de energía chino aún depende del carbón, el combustible fósil que más polución genera, otras fuentes de energía comienzan a surgir con fuerza.

Las centrales hidroeléctricas generan el 21% de la energía del país, seguidas de la eólica.

Casi una de tres turbinas eólicas del mundo se encuentran en China, así como el 17% de la producción de energía solar.

Otra apuesta es la energía nuclear: de los 67 reactores que están actualmente en construcción en el mundo, 23 se encuentran en China.

Y en 2017 entrará en vigencia el mercado nacional de emisiones de carbono, lo que hará que las compañías chinas que se excedan de los límites fijados por el gobierno sobre este tipo de emisiones deban pagar multas, mientras que aquellas que generen menos cantidad puedan vender sus cuotas de emisión.

4. Fútbol

La compra del futbolista colombiano Jackson Martínez por el Guangzhou Evergrande por US$45 millones se convirtió en el fichaje más caro en la historia del fútbol asiático y ubicó a China por primera vez a la cabeza en el mercado internacional de transferencias.

"Martínez no sólo resultó el traspaso más caro del recién finalizado período de fichajes en el mundo, superando incluso los movimientos de la Liga Premier, sino que su salida muestra la fuerza que está teniendo China en el pulso futbolístico", indicó José Miguel Pinochet, especialista de deportes de BBC Mundo.

"Se están llevando a una de las estrellas de uno de los grandes clubes de España, como el Atlético de Madrid, que está en plena lucha por la Liga y se encuentra en octavos de final de la Liga de Campeones", destacó.

Además de Jackson, han migrado hacia el oriente el brasileño Ramires y sus compatriotas Elkeson y Paulinho, el senegalés Demba Ba, el costamarfileño Gervinho, el colombiano Freddy Guarín y el argentino Ezequiel Lavezzi, entre otros.

Como indica el periodista de BBC Mundo, el principal aliado del fútbol en China es el presidente del país y jefe del Partido Comunista, Xi Jinping.

El líder aprobó el año pasado un plan para "reformar el fútbol", deporte del que es un apasionado hincha.

"Xi, quien llegó a sugerir que su país deberá comenzar a entrenar a los bebés para poder llegar a ser exitosos, compartió sus tres deseos: clasificar a otra Copa del Mundo, ser la sede de una y ganar un mundial", indicó Pinochet.

Martínez se convirtió en el fichaje más caro del fútbol asiático.

Curiosamente, el crecimiento del fútbol chino también permite una comparación con Estados Unidos, así como ocurre con los presupuestos de Defensa, las ambiciones espaciales y la generación de gases contaminantes.

En los últimos 10 años la liga de fútbol estadounidense (MLS) se ha mostrado como el torneo emergente más atractivo, gracias a las contrataciones de David Beckham, Thierry Henry, David Villa, Andrea Pirlo, Frank Lampard y Kaká, entre otros.

Pero la inversión china en su superliga podría interponerse en los planes de la MLS al momento de captar estrellas del mundo del balompié, especialmente en términos económicos.

Actualmente los equipos estadounidenses sólo están autorizados a pagar salarios por encima de lo permitido a tres de sus jugadores (en el caso, por ejemplo, del New York City FC's, estos tres futbolistas designados son Villa, Lampard y Pirlo).

En China, no existen estas regulaciones por lo que los equipos de esta liga pueden pagar lo que quieren a quien quieren.

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