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Cumbre de la OPEP: por qué Putin respalda un acuerdo petrolero que le trae problemas a Rusia

Cumbre de la OPEP: por qué Putin respalda un acuerdo petrolero que le trae problemas a Rusia
BBC News Mundo
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Mientras las empresas petroleras rusas no quieren reducir la producción de crudo, Vladimir Putin sigue vinculado a la OPEP, y mantiene una estrecha relación con uno de sus principales aliados en Medio Oriente: el príncipe saudita Mohammed bin Salman.

Era una decisión clave para el futuro del petróleo.

Los 14 miembros de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) y sus diez aliados, liderados por Rusia, aprobaron en bloque la reducción de la oferta petrolera global durante los próximos nueve meses para mantener más alto el precio del barril de crudo.

La decisión, tras un acuerdo el fin de semana entre Rusia y Arabia Saudita, se produce en un contexto complejo de tensiones entre Estados Unidos e Irán, y de frágil demanda mundial.

Los tres mayores miembros de la OPEP (Arabia Saudita, Irak y Emiratos Árabes Unidos) han mostrado permanentemente su interés en seguir con la política de reducir la producción para estimular el precio, pero la incógnita habitual suele ser la postura del líder ruso, Vladimir Putin, que ha ganado cada vez más protagonismo en las negociaciones.

¿Por qué Putin sigue siendo aliado de la OPEP a pesar de que le trae problemas en su propia casa?

Una de las voces más críticas de que Rusia permanezca en buenos términos estratégicos con la OPEP es Igor Sechin, el poderoso vicepresidente de la petrolera estatal rusa Rosneft.

Sechin advirtió que con la alianza con la OPEP, Moscú le ha cedido una cuota del mercado internacional a Estados Unidos, que es ahora el primer productor de crudo del mundo.

Y considerando que el objetivo de las petroleras rusas es producir más crudo para rentabilizar sus inversiones, la pugna pareciera estar lejos de desaparecer.

"Las ambiciones de reconstruir su rol geopolítico en Medio Oriente superarán las objeciones del jefe de la mayor empresa petrolera y cualquier evidencia de que los recortes están socavando el crecimiento económico", escribió Julian Lee, estratega de petróleo de Bloomberg y exanalista senior del Centro de Estudios de Energía Global.

Uno de los objetivos estratégicos de Putin, argumenta Lee, es mantener en buenos términos su relación con el príncipe saudita Mohammed bin Salman, con quien tiene otros acuerdos comerciales que están en proceso de negociación.

Los costos geopolíticos

Existe actualmente un debate en Rusia (el segundo productor de petróleo del mundo) sobre si la extensión del acuerdo con la OPEP favorece los intereses rusos, dice Chris Miller, profesor de Historia Internacional de la Universidad Tufts, Massachusetts, en diálogo con BBC Mundo.

Algunas petroleras preferirían salirse del acuerdo para incrementar su propia producción, explica. Pero el Kremlin no solo toma en cuenta las razones económicas.

"El gobierno ruso le ha puesto mucha atención a su relación con Arabia Saudita. Eliminar esa cooperación, tendría costos geopolíticos", explica.

¿Por qué las empresas rusas no quieren que baje la producción?

"Las empresas ven poco beneficio en el alza de los precios porque en la medida que aumentan, los impuestos que cobra el gobierno también suben radicalmente", le dice a BBC Mundo Randolph Bell, director del Centro Global de Energía del centro de estudios Atlantic Council.

"Aunque el acuerdo pueda ser malo para los productores rusos -por el sistema impositivo- no es necesariamente malo para el país".

Bell dice que finalmente se trata de un tema geopolítico, más que del precio del petróleo. "Rusia tiene un tremendo poder sobre el grupo", explica.

Y por otro lado, la relación entre Rusia y Arabia Saudita es otra manera que tiene Moscú para cambiar la dinámica de las alianzas tradicionales de Estados Unidos.

"No es un mal negocio para Rusia"

"No es un mal negocio para Rusia, pero no es popular con las compañías petroleras", le dice a BBC Mundo Nicholas Trickett, analista del centro de estudios Foreign Policy Research Institute e investigador de AKE International.

El experto sostiene que la disminución del bombeo no es algo negativo para Moscú, dado que le provee altos niveles de ingresos tributarios a un país que ha ajustado su presupuesto para manejar un precio internacional más bajo del crudo.

El problema es para las empresas.

Por un lado, señala Trickett, bajar la producción afecta sus intereses, dado que el costo de producir petróleo en Rusia aumenta en la medida que pasa el tiempo.

Los campos más viejos son difíciles de mantener y los más nuevos están en áreas remotas.

Y además, pone presión sobre los impuestos, porque las empresas rusas reducen artificialmente los precios para los consumidores locales, señala el experto.

El poder de Estados Unidos

Estados Unidos resurgió como potencia petrolera, gracias al esquisto (shale oil).

La proliferación de este sistema, que se extrae a través de una técnica llamada fracking, cuestionada por los ambientalistas, llevó a EE.UU. a convertirse en el primer productor mundial de petróleo en 2018.

Así, la enorme oferta de crudo estadounidense ha limitado el poder de maniobra de la OPEP, señalan analistas consultados por BBC Mundo.

Un poder que por décadas le dio una gigantesca injerencia sobre el precio del crudo, desde que el grupo se creó en Bagdad en 1960.

En la actualidad, la OPEP está conformada por 15 países: siete de Medio Oriente, seis de África y dos de América del Sur (Venezuela y Ecuador, que abandonó la organización en 1992 pero se volvió a unir 15 años después).

En total, estos países controlan el 44% del suministro mundial de petróleo y el 82% de las reservas probadas, según datos oficiales del organismo.

La última reunión de la OPEP y sus socios antes de la de esta semana fue en diciembre del año pasado, cuando acordaron reducir la oferta global de crudo en 1,2 millones de barriles diarios.

Efectivamente el valor del barril de petróleo se disparó un 30% en el primer trimestre del año, aunque luego se moderó y ahora (que los precios bordean los US$60 el barril) reina la incertidumbre por la tensión entre Estados Unidos e Irán.

A lo anterior se suman los efectos de la guerra comercial entre Washington y Pekín, que han frenado el crecimiento económico mundial y han bajado demanda energética.

Con ese horizonte de incertidumbre, Putin no ha dado señales de querer alejarse del príncipe saudita, una alianza que sigue pujante desde hace tres años cuando se unieron para atajar el desplome de los precios.

La pregunta es por cuánto tiempo seguirá vigente y en qué medida reaccionarán otros países como Irán, que ya están hablando del "final de la OPEP".

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