Política

Rodolfo Carter: "Si Lavín está firme, no competiré, pero no sabemos lo que pasará de aquí a abril"

Rodolfo Carter: "Si Lavín está firme, no competiré, pero no sabemos lo que pasará de aquí a abril"
Paula Valenzuela
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El alcalde de La Florida desarrolla en extenso su tesis política ante el escenario presidencial en la centroderecha. En entrevista con T13.CL, Carter afirma que, hasta ahora, no existe un candidato presidencial que haya propuesto un sueño colectivo. Esa tesis, incluso, lo hace criticar el plan propuesto por el edil de Las Condes de quien, dice, sentir un profundo vínculo de amistad.

Tiene una tesis clara: la gente está aburrida de votar por “mal menor”. Y, agrega, la clase política se ha pasado en los últimos años tratando de evitar que el contendor gane, pero, sostiene, aún nadie ha planteado “un sueño colectivo del país que queremos”. Rodolfo Carter, alcalde de La Florida, exUDI -aunque aún cercano al partido-, se considera amigo de Joaquín Lavín, sin embargo, su tesis conlleva una crítica a la mejor figura política evaluada por encuestas. El exconcejal afirma que la idea de la “convivencia nacional” no es óptima para ese sueño país.

Carter se explaya al hablar de las presidenciales y no oculta sus ganas por participar de esos comicios, aunque, dice, no le competiría a Joaquín Lavín.

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“Esto es una explosión temperamental sin fondo y sin relato, sin contenido”, asegura de entrada al ser consultado por el “estallido” de la carrera presidencial en la derecha luego de que la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, se lanzara en medio de las definiciones de Lavín más bien hacia el centro.

“Hasta el minuto, las cuatro últimas elecciones presidenciales -las de Bachelet, y las dos de Piñera y ahora ésta- tienen que ver con evitar que otro gane. En el caso de Piñera 1 fue evitar a Frei; Bachelet, porque había que recuperar el poder de la centroizquierda; el Presidente Piñera ahora fue electo, porque Guillier era muy malo y había que evitar que fuéramos Venezuela, esa fue la campaña del terror de ese minuto. Y hoy todos quieren evitar que caigamos en manos del Frente Amplio. Pero hoy todavía nadie dice qué país queremos”, continúa señalando.

—¿Qué piensa de la apuesta de Lavín sobre un gobierno de convivencia nacional?

—Joaquín es mi amigo y yo jamás voy a decir una palabra descortés respecto de él, pero se equivoca cuando señala que el desafío de Chile es la convivencia nacional, uno puede convivir en un matrimonio con una mujer que uno no ama, puede tirarse los platos por la ventana, por amor a los niños y vivir en el más completo desamor. No se trata de convivir, se trata de la cohesión. ¿Qué significa esto? Hace rato Chile perdió el norte. Más allá de que estemos en la oposición o en el gobierno, ¿cuál es el destino que tiene el país? La última vez que eso fue claro fue con Patricio Aylwin. Todos queríamos que hubiese democracia, en esa época la Concertación -que hoy nadie recuerda con cariño- estaba comprometida a recuperar la democracia. Y la derecha quería validarse democráticamente. Entonces hoy cuando se habla de convivencia nacional y que metamos a una juguera a Soledad Alvear, Sergio Bitar, Francisco Vidal y gobernamos todos juntos; eso no va a funcionar, es un error brutal de cálculo y de diagnóstico, porque lo que importa es que las mayorías ciudadanas tengan un sueño colectivo. El verdadero liderazgo presidencial más que mirar una encuesta o salir en un matinal abrazándose con otra persona, debe preocuparse de saber cuál es el sueño colectivo para el pueblo chileno para los próximos 20 años. Ninguno de los que hoy quieren ser candidatos lo ha transparentado, simplemente queremos llegar al gobierno para evitar que el otro gane y esa es la peor receta.

—¿Lavín, al definirse como socialdemócrata, no intenta conquistar al centro y formar una suerte de unión entre distintos sectores? Al final es su planteamiento de este “sueño colectivo” que usted menciona…

—Joaquín fue un poco ansioso, cometió un error no forzado y se le ha cobrado una factura demasiado alta por una palabra poco feliz. Joaquín Lavín no es socialdemócrata y él lo sabe. Él intentó explicar que el futuro gobierno tiene que incorporar miradas distintas a la derecha y eso, en sí mismo, no es malo, pero no puede ser que por tercera vez tengamos un gobierno por default. Terminamos eligiendo a un Presidente que no tiene contenido, que gobierna como el mal menor, que permanentemente la gente está diciendo ‘voy a votar por él, porque es menos malo que el otro’. Lo más importante es que cualquier candidato presidencial -sea Lavín, Matthei o yo- tengamos un sueño colectivo con nuestras ideas, pero lo suficientemente tolerantes y abiertas para incorporar a otros que puedan compartir al menos una parte de sus sueños.

Rodolfo Carter: "Si Lavín está firme, no competiré, pero no sabemos lo qué pasará de aquí a abril"
Rodolfo Carter: "Si Lavín está firme, no competiré, pero no sabemos lo qué pasará de aquí a abril"

—¿Por qué cree que un gobierno, como el plantea Lavín, podría ser uno nuevamente por default?

—No podemos seguir con gobiernos de cartón, livianos, sin autoridad moral frente a la sociedad. Cuando tú no transmites un sueño colectivo, solo te queda el orden público. Y cuando tú solamente quieres imponerte por orden público, terminamos con el 18 de octubre, con los carabineros acusados por distintos delitos, y con una nación enardecida. Es bien distinto cuando tú eres capaz de poner orden en la calle, cuando antes le has transmitido a la ciudadanía el proyecto y, por sobre todo, el destino al que vamos. Esa tierra prometida que los chilenos siguen esperando, que han vagado durante 40 años en el desierto de la pobreza y la dictadura. Los chilenos hoy quieren llegar a esa tierra prometida. Una tierra donde no le van a regalar todo; uno en donde haya mucho trabajo, pero trabajo justo; mucho esfuerzo, pero sin abuso. La gente espera poder salir de su situación de pobreza, ya no en tres o cuatro generaciones sino en una generación. Lo dramático de todo esto es Chile está en condiciones de hacerlo, si alcanzamos las mayorías y la convicción colectiva de que podemos llegar a la tierra prometida en una generación de chilenos.

—¿Cree que la gente está cansada de votar por el mal menor?

—Absolutamente. Hay una costra de dirigentes políticos que llevan cuarenta años en sus cargos. Tienen derecho a seguir participando en política, pero no pueden ser los únicos. Hay que proponer un discurso que le haga sentido a todos, lamentablemente, la clase política de la transición no es capaz de hacerlo, porque se quedó pegada en esa época.

—A propósito de la socialdemocracia, ¿usted cómo se define?

—Me considero mucho más cercano a los valores de la Democracia Cristiana alemana, que cree en tres cosas fundamentales que, por ejemplo, cree la UDI: libertad de los mercados - sin abusos- y libertad para los ciudadanos para que vivan su vida como mejor les parezca; segundo, inspiración cristiana -no confesional sino la cultura del pueblo chileno que se traduce en la compasión y que nos importa el que sufre-, y en tercer lugar, el mérito, que es el gran desconocido de la derecha chilena. Se habla de la clase media como quien habla de una ameba mirada en un microscopio, tratando de entender cómo vive, bueno, hemos sido gobernado siempre por gente que viene de cuatro o cinco colegios muy respetables, porque no tengo ningún reparo con que la gente que estudia en el Verbo Divino o en los colegios del Opus Dei participen de política, pero no es sano cuando la derecha es endogámica, ¿cómo van a entender el mérito si son los mismos de siempre?

—¿Se define socialcristiano?

—No. Esa es una definición un tanto anticuada. Eso es ser democratacristiano y eso sería ser de izquierda. Yo soy chileno, soy hijo de un pueblo que cree en la trascendencia del espíritu humano, vengo de una familia en donde el mérito lo ha hecho todo. Si no hubiese habido oportunidades, hoy sería junior igual que mi papá.

Las intenciones presidenciales del alcalde

—Usted también ha dicho que le gustaría ser candidato presidencial, ¿no le dieron ganas de lanzarse cuando salió Matthei?

—Yo no quiero llegar a los 60 años siendo un viejo guatón, pelado y amargado, que tuvo la oportunidad de hacer cosas y nunca las dijo ni las hizo. Claramente ser Presidente de Chile es la mayor responsabilidad y la mayor aspiración de un político, pero especialmente en esta época en donde todo está tan fangoso, donde nada se mueve, la obligación de cualquiera que tenga la visión de un país distinto tiene que pelearla. Y yo voy a dar esa pelea en el momento que yo estime pertinente.

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—¿Le competiría a Joaquín Lavín en 2021, en primarias, por ejemplo?

—Con Joaquín me unen vínculos de amistad y cariño profundos. Para mí sería muy difícil competir con Joaquín. Si Lavín está firme en las encuestas, no competiré, pero no sabemos lo qué pasará de aquí a abril. No sabemos qué va a pasar con la crisis económica, con la pelea entre Lavín y Matthei; no sabemos cuáles van a ser los resultados electorales de las municipales, y de las pocas cosas buenas que estamos viviendo en esta época, es que todo cambia en muy pocas horas. Evidentemente, la primera opción la tiene Joaquín. Y si, finalmente, Joaquín es el candidato, yo voy a ser el primero en apoyarlo.

—No descarta entonces ser precandidato presidencial…

—No lo descarto.

—¿Ya definió ir a la reelección en La Florida?

—Sí, voy a ir a la reelección en La Florida. 

—¿Qué piensa de que Lavín opte por la reelección, y luego renuncie para ir a la presidencial?

—No tiene por qué renunciar. El alcalde, al igual que un senador, tiene todo el derecho a ser candidato presidencial. Si gana tiene que renunciar y si pierde tiene que continuar. Entonces no le pidamos a Joaquín ni a la Evelyn Matthei, como no se le exigió en su minuto a Alejandro Guillier o Eduardo Frei.

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