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Novela sobre prostitución masculina gana el Premio Planeta

Novela sobre prostitución masculina gana el Premio Planeta
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La escritora Alicia Giménez Bartlett cuenta en entrevista exclusiva con Deutsche Welle cómo fraguó la novela 'Hombres desnudos', con la que acaba de ganar el Premio Planeta, el de mayor dotación económica de las letras hispanas.

El próximo martes se publica en España su última novela, la ganadora del Premio Planeta 'Hombres desnudos'. Alicia Giménez Bartlett se adentra en ella en el mundo de la prostitución masculina y confiesa que fue su agente la que le propuso presentarla a este premio, el de mayor dotación económica de la literatura en castellano. Una agente, Carmen Balcells, recientemente fallecida, a la que dedica también sentidas palabras de recuerdo.

Deutsche Welle: ¿Cómo decidió ambientar la novela en el tan sugerente como inexplorado mundo de la prostitución masculina?

Alicia Giménez Bartlett: La historia empieza a raíz de la crisis económica y cómo hace que muchos jóvenes, incluso con estudios superiores, pierdan sus trabajos (o ni siquiera los lleguen a encontrar) y se ven obligados a hacer todo tipo de 'subtrabajos', llamémoslo así. En este caso, el protagonista empieza bailando desnudo en un club y acaba en otro tipo de ambientes mucho más sombríos.

¿Al hecho de que para presentar la novela al Premio Planeta haya elegido un seudónimo masculino (Tony Farga) tenemos que buscarle alguna significación? ¿Quería que pareciera escrita por un hombre?

No, es puramente anecdótico. Son una pareja amigos míos, él se llama Tony y ella se llama Farga de apellido. Quería hacerles un homenaje privado e individual. Nada más que eso.

La prostitución femenina, en España, está prácticamente copada por mujeres procedentes del Este de Europa, de África y, sobre todo, de América Latina. ¿Sucede lo mismo en la masculina?

Hay muchos muchachos hispanoamericanos, según me contaron, sobre todo porque al ser, en principio, una prostitución menos 'codificada' que la femenina, suele darse el caso de que sean chicos contratados para hacer de acompañante en una fiesta, en un acto público… Y después, puede haber sexo o no. Entonces, es conveniente que hablen. Y que hablen, aunque sea de deportes y de cosas políticamente correctas, pero en castellano. Esa puede ser una de las razones de que haya tantos latinoamericanos. También hay españoles, según tengo entendido. Y casi todos ellos son jóvenes que no han encontrado otro medio para vivir, igual que las mujeres.

Hablando de prostitución masculina, quizá suene mal el término, pero el Premio Planeta es el mejor dotado en español… ¿Qué se le pasa por la cabeza a una escritora, una intelectual como usted, cuando le dicen que ha ganado un premio de 601.000 euros?

Sinceramente, nadie me va a creer. Pero le diré que yo pensé en la cantidad de nuevos lectores que ese premio puede aportar. Lectores que, quizá, no se habían acercado nunca a mis libros… porque no les gusta el género negro. O porque otros libros míos son muy intelectuales y creían que se iban a aburrir. Entonces, al margen de la dotación económica, que es ingente, lo importante es la posibilidad de alcanzar a nuevos lectores.

¿No le ha dado por pensar todavía en qué va a gastar o invertir ese dinero?

No, sinceramente, no. Pero estoy segura de que encontraré algo [risas]. Rápidamente.

Los premios literarios siempre han tenido, entre sus no disimulados propósitos, el de descubrir nuevos talentos. Últimamente, suelen recaer en gente consagrada. ¿Significa eso que hay pocos nuevos talentos?

Yo creo que en absoluto. Lo que pasa es que esto son ciclos, son tendencias, son modas. Estamos en un momento en que la crisis también ha alcanzado al mundo del libro. Y parece que un autor con experiencia va a tener más seguridad de encontrar lectores que un autor joven. Pero eso no significa en absoluto que no haya nuevos talentos. De hecho, hay un montón de nuevas y pequeñas editoriales que se están arriesgando y descubriendo a escritores jóvenes que son espléndidos.

¿Qué le recomendaría a los escritores que están empezando en estos tiempos de crisis?

Que no se desanimen jamás, que no dejen de escribir nunca. Sean premiados o no premiados… incluso publicados o no publicados. Porque ha de ser tan fuerte la vocación en ellos que les lleve irremisiblemente a escribir. Y que se busquen a alguien que les pueda ayudar, por ejemplo un agente literario. Alguien que les encauce los pasos. Porque todo esto se ha convertido en una industria muy potente a la que es complicado acceder.

En Alemania hay muchísima afición a la novela negra y, sobre todo, a la novela policíaca (lo que aquí se llaman 'Krimis')… supongo que los amantes de estas novelas encontrarán todos los alicientes del género en 'Hombres desnudos'.

Todos mis libros de género negro han sido traducidos y publicados en alemán. Este se sale del género, pero es obvio que tiene un estilo, no me atrevo a llamarle 'ligero', pero sí asequible. No van a encontrar un 'peñazo' intelectual, sino una historia actual, que es una de las características que busca el lector de novela negra: que le cuenten historias de ahora, no del pasado, que le tomen el pulso un poco a la sociedad, a lo que está pasando, a la gente de la calle.

¿Es una novela negra pero también con lírica y crítica social?

Lírica, no sé. No se me da muy bien la poesía. Pero van a encontrar una novela social antes que ninguna otra cosa. Una novela en la que la clase social a la que se pertenece marca mucho a los personajes y toda la trayectoria de la historia hasta el desenlace final.

¿Se escribe pensando en un premio? ¿O primero se escribe la novela y luego se ve cómo se va a lanzar, cómo se va a publicar, a qué premios se va a presentar?

En mi caso no. En absoluto. Yo estuve tres años con esta novela y no tenía la más mínima idea de qué iba a ocurrir con ella. Al contrario. Mi editor habitual la esperaba, me hacía sugerencias, incluso leyó una parte de ella, hasta que mi propia agente, cuando vio que tenía ya una gran parte escrita, pensó en la posibilidad de presentarla al Premio Planeta. Y ahí fue donde yo acepté y empecé a pensar que quizá fuera finalista. Pero no, no, ni mucho menos. En mi caso, para nada pensé en un premio.

¿Ni siquiera cuando empezaba escribió usted alguna vez pensando en un premio?

No, porque cuando yo empecé a publicar… no diré que fuera más fácil, pero no era tan extremadamente complicado como ahora. Y desde el principio conté con la ayuda de mi agente, Carmen Balcells, quien desde el primer libro gestionó, se ocupó y dirigió cada obra hacia la editorial que le pareció conveniente. Y nunca hablamos de premios. De hecho, al primero que obtuve, el Premio Femenino Lumen, me presenté con el tiempo justo y porque la temática era adecuada. Yo ya publicaba mis libros.

Balcells, fallecida en septiembre, ha sido como el Rey Midas de la literatura en español (agente de Vargas Llosa y de muchos otros). ¿Cómo la recuerda usted?

La recuerdo como una factótum en mi carrera. Yo me he dejado aconsejar siempre por Carmen. Ella había veces que tomaba decisiones, que siempre me consultaba, pero las tomaba con mucha autoridad, y razonadas. Y discutíamos. Y hablábamos. Creo que a ella se deben sobre todo las traducciones internacionales que han tenido mis libros. Ahí sí que es cien por cien la mano de la Agencia Balcells. Un autor no puede alcanzar ni mucho menos una red internacional de editores. Eso o tienes una buena agente o eres incapaz de ello. Y Carmen fue decisiva en eso para mí. Decisiva.

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