Prestigio, orgullo, presente y futuro. La Copa de Oro no se trata de un torneo más para México. Lo que está en juego va más allá de alzar el trofeo, algo que por historia y tradición está prácticamente obligado a hacerlo.

Para el conjunto dirigido por el técnico Miguel Herrera se trata de recuperar su lugar como principal potencia futbolística de la región, pedestal del cual se cayó hace dos años.

Lo debe hacer con el título en el torneo por excelencia de Confederación de América del Norte, Central y el Caribe, Concacaf, que comienza este martes con los partidos de Panamá contra Haití y Estados Unidos frente a Honduras.

Y lo debe hacer de manera convincente para despejar las dudas que ha acumulado desde las eliminatorias para la Copa del Mundo de Brasil 2014.

Ni la presencia de Estados Unidos -su eterno rival y candidato al jugar como local- o de Costa Rica -sensación en el Mundial jugado hace doce meses- alivia la presión que impuso a los jugadores y a él mismo Herrera, quien ha declarado en las últimas semanas y en repetidas ocasiones que "estamos obligados a ganar".

¿Camino despejado?

La importancia que le ha dado México a la Copa de Oro quedó en evidencia cuando decidió enviar un equipo alternativo a la Copa América que se disputó en Chile y reservar a sus mejores jugadores para el torneo de la Concacaf.

El resultado no pudo ser peor hasta el punto que muchos medios calificaron su participación como un fracaso al quedar eliminados en primera ronda en el último lugar del grupo A por detrás del país anfitrión, Bolivia y Ecuador.

El problema es que el considerado equipo principal tampoco ha podido levantar mucho el ánimo en los partidos de preparación que ha disputado, empatando frente a Costa Rica y Honduras.

Juntando los resultados de ambas selecciones, México lleva siete partidos consecutivos sin ganar.

En el último de ellos se lesionó el delantero Javier "Chicharito" Hernández, quien se sumó en la lista de bajas al defensa Héctor Moreno.

Son ausencias importantes, pero no deberían ser determinantes en una plantilla de jugadores que tiene un valor aproximado de US$116 millones, más del doble que el siguiente país en el torneo, Estados Unidos.

México debutará el próximo 9 de julio contra Cuba, equipo con el menor valor según el sitio de internet Transfermarkt (US$250.000), cerrando la fase de grupos frente a Guatemala y Trinidad y Tobago.

Sobre el papel no debería haber problemas para que jugadores del nivel de Carlos Vela, los hermanos Giovanni y Jonathan dos Santos o el portero Guillermo Ochoa finalicen en el primer lugar de la zona.

De conseguirlo, es más que probable que eviten a Estados Unidos o Costa Rica hasta una hipotética final.

El miedo en el cuerpo

El problema es que México ya no da nada por descontado.

Desde el 6 de febrero de 2013 el Tri no parece el Tri. Ese día, en la jornada inicial del hexagonal final del proceso de clasificación para Brasil 2014, México empató sin goles frente a Jamaica.

Fue un resultado, el primer empate que cedía como local en su historia ante el combinado caribeño, que sentó las bases de lo que sería unas agónicas eliminatorias.

México también perdió por primera vez como local frente a Honduras y tras caer en el último partido frente a Costa Rica, tuvo que esperar un postrero gol de Estados Unidos frente a Panamá para poder avanzar al repechaje contra Nueva Zelanda, el cual ganó para clasificar al Mundial.

Otro resultado negativo ese año fue la derrota en semifinales de la Copa de Oro frente al conjunto panameño, torneo que ganó Estados Unidos.

Con la mira puesta en Rusia 2018

"Sé que ha habido duros golpes, sobre todo en la moral, pero se han repuesto y estamos con el mismo objetivo, llevarnos este torneo que es obligatorio ganar", reconoció Herrera, quien asumió las riendas del equipo en su momento más crítico, justo antes de los partidos contra Nueva Zelanda.

Atrás quedó la clasificación y el buen desempeño del Mundial. Para el seleccionador mexicano se trata de mirar hacia adelante.

México sigue siendo el país que más veces ha ganado la Copa de Oro con seis títulos, sólo uno más que el conjunto estadounidense.

De ganar el torneo el próximo 27 de julio, el Tri no sólo se garantizará mantener la hegemonía en la región, sino que también le permitirá disputar un partido de desempate con los dirigidos por Jürgen Klinsmann para decidir el representante de la Concacaf en la Copa de Confederaciones que se disputará en Rusia en 2017.

Nadie en México quiere pensar en cualquier otro escenario.

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