El objetivo de todo deportista que participa en los Juegos Olímpicos es uno solo: colgarse la medalla de oro. Cuando las consiguen son muchas las emociones que se ven en el podio, lágrimas, sonrisas, festejo… y mordidas. 

Morder la medalla es un hecho que se ha vuelto tradición entre los deportistas que ocupan el podio olímpico, principalmente cuando de oro se trata, situación que data de cientos de años.

Según informa abc.es, tradicionalmente este gesto se realizaba para comprobar la autenticidad del oro para diferenciarlas de las monedas de pirita, material con el que se fabricaban las monedas falsas.

Aunque la tradición era morder el oro para comprobar su autenticidad, actualmente las medallas de "oro" que portan los campeones olímpicos tan solo son en realidad un 1,34 por ciento de este valioso metal. El resto está compuesto en su mayoría por plata y cobre, informó por su parte ABC News. 

Por su parte, según David David Wallechinsky, presidente de la Sociedad Internacional de Historiadores y co-autor de "El libro completo de los Juegos Olímpicos", el hecho de morder no solo la medalla de oro, sino también la de plata y la de bronce se ha convertido "en una obsesión para los fotógrafos que lo ven como una fotografía que se puede vender. No creo que los atletas lo hagan voluntariamente".

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