Serena Williams aprendió a jugar en pistas públicas de un  peligroso suburbio de Los Ángeles hasta ser la gran dominadora de un deporte que transgredió, hasta convertirse en un ícono para varias generaciones. 

A un mes de cumplir 41 años, Williams abdicó en el Abierto de Estados Unidos, resignada desde hace tiempo a quedarse a un paso del récord de 24 títulos de Grand Slam de Margaret Court.

Pero, más allá de ese último objetivo que acarició en cuatro finales perdidas, Williams ha sido probablemente la mayor fuerza que haya visto el tenis femenino, un mundo predominantemente blanco hasta la explosiva irrupción de Serena y su hermana Venus a finales del siglo pasado.

En palabras de su ex entrenador Patrick Mouratoglou el año pasado a la AFP, Serena "cambió el tenis", "abrió puertas", "inventó la intimidación" e hizo llegar "el negocio". 

Desde que le regalaron su primera raqueta, poco después de cumplir los cuatro años, únicamente Venus, 15 meses mayor, llegó a desafiar por momentos su superioridad en el circuito. 

Ambas se criaron en las inseguras calles de Compton (Los Ángeles), donde su padre Richard las sometió desde que eran pequeñas a rigurosas sesiones de entrenamiento de día y de noche, con sol o lluvia.

Richard tenía un detallado plan para criar a dos campeonas y cuando un entrenador le aseguró que tenía a "la próxima Michael Jordan" en Venus, que entonces tenía diez años, él respondió: "No, tengo a las dos siguientes".

Antiguo gerente de una empresa de seguridad, Richard fue la figura clave en la carrera de las hermanas Williams, aprendiendo el oficio de entrenador a través de libros y vídeos. 

Interpretado por Will Smith, su historia fue relatada en la exitosa película 'King Richard' en 2021.

Serena fue la primera de las hermanas Williams en ganar un título de Grand Slam en el Abierto de Estados Unidos de 1999, justo antes de cumplir 18 años.

Venus se convirtió en la número uno mundial en 2002, poco antes que su hermana. Desde Roland Garros de 2002 hasta el Abierto de Australia de 2003, cuatro torneos de Grand Slam consecutivos terminaron con la misma final, Williams contra Williams, y triunfos de Serena, una situación sin precedentes.

Ganar por KO

Además de los mayores trofeos, el dinero también llegó rápidamente al hogar de los Williams. Las marcas de material deportivo firmaron contratos multimillonarios con las dos hermanas cuando eran adolescentes, transformando la vida de esta familia de nueve miembros, ya que los padres tenían otros cinco hijos de uniones anteriores. 

Entonces las trayectorias de las hermanas se separaron. Mientras Venus se especializó en la pista de hierba en Wimbledon, donde ganó cinco veces, Serena extendió su dominio a todas las superficies con una táctica directa: utilizar sus músculos e incomparable potencia para zanjar los puntos lo antes posible, evitando el desgaste de los largos intercambios.

¿Sus armas? El servicio, que a veces superaba los 200 km/h, y el golpe de derecha. También la confianza. Williams está convencida de que cuando juega su mejor tenis, nadie puede vencerla, pero los accidentes de la vida no siempre le han permitido demostrarlo. 

Entre 2003 y 2004 estuvo ausente durante ocho meses tras una operación de rodilla. A pesar de que solo tenía 21 años en ese momento, existieron dudas sobre si volvería a la alta competición, ya que para entonces ya tenía otros intereses como la moda y la televisión.

Tragedia

En 2010, Williams sufrió cortes en el pie con cristales rotos y en marzo de 2011 una embolia pulmonar estuvo a punto de acabar con su vida. 

Sus contratiempos, y especialmente la tragedia que golpeó a su familia en septiembre de 2003, cuando su hermanastra Yetunde fue asesinada a tiros en Los Ángeles, la hicieron más humana a los ojos de la afición, una parte de la cual estaba algo fatigada de verla ganar. 

Con un enorme palmarés -siete títulos del Abierto de Australia, tres de Roland Garros, siete de Wimbledon y seis del Abierto de Estados Unidos, además de 14 trofeos de Grand Slam en dobles con su hermana y cuatro medallas de oro olímpicas - Serena Williams ganó su 23º torneo grande en Australia en 2017, poco después de saber que estaba embarazada de su hija Olympia.

Algunos vieron en esta maternidad, con un complicado embarazo y parto en septiembre de 2017, una señal de retirada anticipada pero la menor de las Williams lo convirtió en una motivación adicional. 

Volvió a las pistas con fuerza y persiguió con ansias una victoria más de Grand Slam que la igualara con los 24 que Court logró entre 1959 y 1975.

Serena llegó a otras cuatro finales, dos de Wimbledon (2018 y 2019) y dos del US Open (2018 y 2019), que terminaron en dramáticas derrotas para la superestrella estadounidense.

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