-¿Qué es lo que más destacas de este discurso?

-Fue un buen discurso. El presidente fue carismático y mostró empatía con las personas. La cuenta fue similar a sus discursos entre la primera y segunda vuelta, pero más pulido. Se nota que el presidente ha madurado a pesar del poco tiempo en el poder. Creo que entendió que había que enfatizar en algunos temas como la economía y la delincuencia, y lo hizo oportunamente. En general, sin embargo, pareció un programa de campaña, con una lista larga de promesas que nadie sabe cómo va a entregar. Casi todo lo que propuso el presidente es razonable, e incluso, deseable, pero no dijo cómo va a garantizar que se vayan cumpliendo los objetivos. La debilidad tiene que ver con el trecho que va del dicho al hecho, y cómo se financia un programa tan ambicioso.

-¿Cómo fue la performance del Presidente Boric si la comparamos con la de Piñera, por ejemplo? ¿Fue más emotivo?

-Las cuentas públicas de Piñera eran más frías, más estructuradas, más racionales y menos emocionales. Son dos estilos opuestos. El expresidente era poco empático y carismático, y el nuevo presidente es más dependiente de las emociones y los sentimientos. Por supuesto, no hay un estilo mejor que el otro, pues cada uno tiene sus fortalezas. La fortaleza de Piñera, por ejemplo, era que se sentía que lo que prometía era cumplible. Existía la sensación de que había una hoja Excel asociada a cada párrafo. Con Boric eso no ocurre. Con Boric da la sensación de ingenuidad del presidente en creer que puede cumplir todo lo que promete. Y, por lo tanto, queda la idea de que el que mucho abarca poco aprieta.

-Lo que muchos pedían era una hoja de ruta clara y un relato. ¿Este discurso logró avanzar en esos objetivos?

-En general creo que es una extensión, madurada, del programa del gobierno. La cuenta pública exacerbó las convicciones del Boric de segunda vuelta y agregó elementos coyunturales que el presidente necesita atender de forma inmediata para mantener el control de la agenda. Es claro que este gobierno tiene una dirección y que hay convicciones reales y honestas que lo sustentan. Lo que no queda claro es si se podrá hacer cargo de ese programa si no sabe responder bien a las crisis transitorias que azotan sin aviso. Boric comenzó con 55% de aprobación y ya va en la mitad de eso por no saber reaccionar oportunamente. La hoja de ruta es importante si se puede cumplir. Es crucial, pero solo si existe estabilidad a su alrededor para que se le pueda dedicar tiempo y energía. Por lo demás, también es importante tener financiamiento para hacerlo. La cuenta pública parece ser ambiciosa en el contexto de la crisis económica por la cual actualmente atraviesa el país.

-“La violencia armada no será tolerada”, dijo el Presidente y anunció que iba a extender el estado de emergencia en el sur, además de destinar $ 4.800 millones para camionetas y mil millones para drones. Además, anunció ir hacia una prohibición total de armas. Se esperaba que la violencia fuera un tema clave. ¿Cumplió las expectativas?

-Las palabras no son acciones. El presidente se ha equivocado varias veces ya, por no responder a tiempo a la violencia. Es una buena señal que quiera invertir más en las fuerzas armadas que se hacen cargo de la macrozona sur. Pero no servirá de nada si les quiere amarrar los brazos. Es relevante que anuncie invertir 4.500 millones de pesos para la compra de camionetas blindadas, pero con eso admite que le seguirán disparando a las fuerzas del orden. Es importante ir más allá de las declaraciones, partiendo, por ejemplo, por nombrar a una persona con mayores capacidades para hacerse cargo de la seguridad del país en Interior. Pero también debe ir mostrando, cada día, estar más de acuerdo con utilizar toda la fuerza que le permite la ley para llevar a los delincuentes a la justicia. No solo en la macrozona sur, sino que en el centro de Santiago y el norte del país también.

-Reconoció la labor de Piñera en la pandemia. Dijo que unidos avanzamos mejor. Que no se parte de cero. Sobre vacunación señaló que las buenas políticas públicas había que mantenerlas. Y en reforma de pensiones señaló que la base era la PGU del anterior gobierno. ¿Tuvo un tono conciliador?

-Sí, se mostró más maduro y moderado en ese sentido. Parece estar pasando por un proceso de moderación forzada. De hecho, mencionó a todos los presidentes. Es un gesto republicano que se aprecia. Las cuentas públicas no son momentos para pasar cuentas. En el caso de Piñera, me parece que hizo un gesto honesto y genuino. Entiende que ya no es oposición y debe ser conciliador en ese sentido. Es justo reconocer lo que es verdad: el gobierno de Piñera hizo un buen trabajo manejando la pandemia. Lo mismo ocurre con la PGU. Al aceptar la contribución de sus antecesores, elimina la probabilidad de que sean duros en los juicios contra él mismo.

-Hubo varias alusiones a la historia. Habló de las víctimas en la lucha obrera desde el siglo XIX. Y mencionó a muertos durante el estallido social. Reconociendo los logros de la transición, dijo que el 18 de octubre fue una explosión de malestares minimizados por décadas y que formaría una agencia para las víctimas. ¿Qué le aporta al presidente esta mirada histórica? ¿El foco a los DDHH es una opción estratégica?

-El tema de los DDHH es importante personalmente para el presidente y corporativamente para su sector político. Fue uno de los pasajes más largos de su discurso, y se puede entender como una sección tan honesta con su historia como importante para quienes le apoyan. Queda la sensación, sin embargo, que solo hay víctimas del estallido social, y no victimarios. Pareciera que el estallido social haya ocurrido por combustión espontanea, y que los únicos destacables son quienes sufrieron heridas por ello. No hay una posición crítica sobre el rol que jugó el sector en la violencia que vino después. Pero es entendible, la cuenta pública no está pensado para ese análisis político. Lo que sí es importante es que es crucial entender el porqué del estallido social y la violencia que le siguió para hacer lo posible para que no pase otra vez. La versión redactada por “los ganadores” sirve para la absolución de responsabilidades, pero no para la prevención de futuros conflictos.

-Apoyó el proceso constituyente, reconoció errores de convencionales, dijo que las opciones de aprobar o rechazar eran legítimas y celebró que la Convención haya logrado el objetivo de un borrador final. ¿Te pareció una postura adecuada ante la no intervención que se le exige al gobierno?

-Creo que el presidente puede tener una opinión, pero me parece que es una mala idea atar el destino de la Convención Constitucional a la del gobierno. No siento que sea una sorpresa que se manifieste a favor del nuevo texto, pero simplemente no le conviene. Lo hizo antes y cayó en las encuestas. Debe aprender de sus errores. Además, así, no obtendrá el poder que podría obtener si gana el Rechazo. Es un error estratégico seguir haciendo campaña activa por el Apruebo.

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