AFP

Los equipos de rescate japoneses redoblaban sus esfuerzos este martes para encontrar supervivientes entre los escombros aunque con pocas probabilidades, después de las intensas lluvias que dejaron al menos 156 muertos en el oeste de Japón.

Las autoridades no tienen noticias de una decena de personas, señaló el portavoz gubernamental Yoshihide Suga, pero los medios hablan de más de 50 desaparecidos.

Se trata de la mayor catástrofe por un fenómeno meteorológico en Japón desde 1982.

Unas 8.400 personas que fueron evacuadas seguían el martes en refugios dispuestos por las autoridades, mientras otros fueron recibidos en casas de allegados.

"Los 75.000 policías, bomberos, soldados de las Fuerzas de Autodefensa [apelación del ejército japonés] y guardacostas hacen lo máximo posible" por ayudar a los afectados, destacó Suga.

Las búsquedas y trabajos de limpieza proseguían bajo un intenso sol, con temperaturas previstas de 35ºC a la sombra, "y este tiempo soleado durará al menos una semana", añadió Suga,

En esas circunstancias, es necesaria "una gran vigilancia" por el riesgo de insolación y golpes de calor, así como por la posibilidad de que se produzcan nuevos corrimientos de tierra, insistió el vocero.

Las inéditas precipitaciones registradas entre el viernes y el domingo provocaron unas terribles inundaciones, riadas de barro e importantes daños que dejaron atrapados a numerosos habitantes, a pesar de que se habían emitido órdenes --no obligatorias-- y recomendaciones de evacuación para millones de personas.

Recuerdos en el lodo

En el barrio de Mabi de Kurashiki, situado entre varias corrientes de agua y del que una gran parte quedó inundada, el agua había desapareciendo, dejando un suelo completamente cubierto de una capa de color arena, constataron periodistas de la AFP.

Si no fuera por la presencia de rótulos de comercios escritos en japonés, la escena parecería del lejano oeste.

Socorristas en uniforme azul recorrían las calles cubiertas de desperdicios arrastrados por la corriente, mientras los habitantes comenzaban a limpiar la zona.

"Me casé aquí y construimos esta casa dos años después de nuestra boda, aquí criamos a nuestros hijos, que ya son adultos, está lleno de recuerdos", contó a la AFP Fumiko Inokuchi, de 61 años y madre de tres hijos.

"Vi cómo mi casa se hundía sin que yo pudiera hacer nada, absolutamente nada, me sentía impotente", narró con los ojos llenos de lágrimas.

Sin agua corriente 

"Seguimos las búsquedas en Mabi con personal de las Fuerzas de Autodefensa, verificamos una a una cada casa para asegurarnos de que no hay personas bloqueadas dentro", explicó a la AFP un responsable del gobierno regional de Okayama.

"También proponemos servicios de baños calientes y distribuimos agua. Sabemos que es una batalla contra el tiempo y hacemos todos los esfuerzos posibles", añadió.

En la ciudad de Kurashiki, de 483.000 habitantes, 8.900 hogares estaban privados de agua corriente, un problema que afecta en total a más de 200.000 viviendas en todo el oeste de Japón, golpeado por los intensos aguaceros.

En las zonas en las que había construcciones en las faldas de las montañas, los deslaves destrozaron completamente las casas y hay barrios enteros cubiertos por el barro.

En 72 horas se registraron récords de pluviómetros en 118 puntos de observación de una quincena de prefecturas.

Más del 70% del territorio de Japón está formado por montañas y colinas y muchas viviendas están construidas en abruptas pendientes o en planicies inundables, es decir, zonas de riesgo.

A eso se suma que muchas casas japonesas son de madera, especialmente las viviendas tradicionales en las zonas rurales.

Ante la gravedad de la situación, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, "decidió anular una gira prevista a partir del miércoles por Bélgica, Francia, Arabia Saudita y Egipto", para dar prioridad "al rescate de los afectados y a la reconstrucción", dijo el portavoz gubernamental en rueda de prensa.

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