El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó este sábado un ataque aéreo contra tres instalaciones nucleares en Irán, incluyendo los complejos de Fordow, Natanz e Isfahán.

El anuncio fue realizado a través de su red social Truth Social, donde detalló que “todos los aviones regresan sanos y salvos a casa”. Pese a que de momento no se ha confirmado este hecho, se trata de aeronaves capacitadas para realizar este tipo de ataques.

Cabe recordar que esta jornada, varios bombarderos estratégicos B-2 Spirit fueron rastreados sobrevolando el océano Pacífico, tras despegar desde la base aérea Whiteman, en Misuri, Estados Unidos.

El inusual movimiento aéreo ocurre en medio de especulaciones sobre una posible intervención directa de Washington en la ofensiva israelí contra Irán, que ha escalado tras los ataques contra instalaciones presuntamente nucleares en ese país.

Los B-2 fueron acompañados por aviones de reabastecimiento, lo que indicaría una operación de largo alcance junto en un momento donde las tenciones en el Medio Oriente no dejan de escalar.

Según analistas, estas aeronaves podrían estar en tránsito hacia la isla de Guam, punto clave de operaciones militares estadounidenses en el Pacífico. Hasta ahora, ni el Pentágono ni la Casa Blanca han confirmado el motivo del despliegue.

B-2: una aeronave diseñada para misiones críticas

El B-2 es una pieza central en la estrategia aérea de largo alcance de Estados Unidos.

Su diseño lo convierte en uno de los bombarderos más avanzados y sigilosos del mundo, con capacidad para penetrar defensas aéreas complejas y atacar con precisión objetivos fuertemente protegidos, como las instalaciones subterráneas del programa nuclear iraní.

Con un alcance superior a los 11.000 kilómetros sin repostar y más de 18.000 kilos de capacidad de carga útil, el B-2 puede operar desde bases en el continente americano y llegar a cualquier parte del mundo.

Equipado con sistemas de navegación y ataque guiados por GPS, puede lanzar desde bombas convencionales de precisión hasta armamento nuclear o las llamadas "bombas antibúnkeres".

Entre estas se encuentra la GBU-57 Massive Ordnance Penetrator, una bomba de 13,6 toneladas capaz de perforar hasta 61 metros bajo tierra antes de detonar. Este tipo de armamento sería clave si se intentara destruir instalaciones nucleares profundas como la planta de Fordo, en Irán.

Alta tecnología y sigilo extremo

Desarrollado por la empresa Northrop Grumman en las últimas décadas de la Guerra Fría, el B-2 es el avión militar más caro jamás construido, con un costo estimado de 2.100 millones de dólares por unidad.

Solo se fabricaron 21 unidades luego de que el colapso de la Unión Soviética recortara el programa original del Pentágono.

Una de sus mayores ventajas es su tecnología furtiva. Su diseño angular y los materiales que absorben las ondas de radar reducen su detección al mínimo, llegando incluso a tener una firma de radar similar a la de un ave pequeña.

Esto le permite operar en zonas donde otros aviones serían fácilmente interceptados.

Además de su arsenal convencional, el B-2 puede portar misiles de ataque a distancia como los JASSM-ER, con capacidad de penetración y alcance superior a 800 kilómetros.

Estas armas permiten realizar ataques desde fuera de los perímetros más fuertemente defendidos, sin comprometer la seguridad del avión ni su capacidad de sigilo.

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