"Hasta hace media hora, 12 de nuestras 18 camas de cuidados intensivos para covid estaban ocupadas", explica Demetrio Labate, mientras se abrocha la ropa protectora. "Pero ahora se han reducido a 11. Acabamos de perder a otro paciente, tenía 82 años".

El médico de la Unidad de Cuidados Intensivos nos entrega nuestra cuarta capa de guantes quirúrgicos, verifica que nuestro traje protector no ha dejado ninguna parte de nuestro cuerpo expuesta, y con eso lo seguimos a la sala de coronavirus del Grande Ospedale Metropolitano, el hospital más grande de Calabria.

Esta región del sur de Italia fue rápidamente declarada "zona roja" a principios de noviembre cuando el virus causaba estragos.

"La segunda ola nos ha golpeado mucho más fuerte que la primera", explica, mientras nos guía entre las camas de pacientes con respiración asistida.

"Nos falta personal, y el limitado número de trabajadores que tenemos están haciendo varios turnos adicionales".

Una de las pacientes está consciente, con un casco de ventilación.

Hace un breve movimiento con la mano: un pequeño gesto para levantar el ánimo de los exhaustos médicos.

"Estamos luchando contra esto como leones para no derrumbarnos", dice Iole Fantozzi, directora del hospital.

"Esta ola era predecible porque nos sentimos libres durante el verano cuando los casos eran muy bajos y la gente entraba y salía de Calabria".

Italia fue el primer país de Occidente que quedó aplastado por la pandemia y durante algún tiempo fue su epicentro mundial.

Con el octavo mayor número de casos en el mundo, este mes se convirtió en el segundo país en Europa que supera las 50.000 muertes.

En julio, cuando las infecciones diarias se redujeron a poco más de 100, se instaló una falsa sensación de seguridad cuando Italia abrió sus puertas a los turistas y se redujeron las restricciones.

Ahora está pagando el precio, luchando contra una segunda ola letal y, una vez más, sus cifras de muertes están entre las más altas de Europa.

Pero a diferencia de marzo, cuando la pandemia se centró en la rica región norte de Lombardía, ahora la segunda ola también está golpeando al empobrecido sur.

Calabria es la región más pobre de Italia y una de las más pobres de Europa occidental.

Y si bien su tasa de infección y las cifras de cuidados intensivos son más bajas que en el norte de Italia, su frágil sistema de salud se está colapsando, por lo cual ha sido colocada en la categoría de mayor riesgo.

Por que está sufriendo el sur

Calabria ha quedado rezagada durante décadas de mala gestión política y saqueo por parte de su mafia, la 'Ndrangheta, que se infiltró en el sistema de salud.

Las bandas criminales se apoderaron de los recursos y acumularon deudas masivas, lo que provocó el cierre de 18 de sus hospitales públicos y cortes salvajes de camas y personal hospitalario.

Hace unos días, un importante político local fue arrestado, acusado de lavar dinero a través de farmacias controladas por 'Ndrangheta a cambio de apoyo de la mafia.

La corrupción exacerbó una serie de fallas políticas.

Dos comisionados de salud de la región fueron despedidos el mes pasado. Uno después de que declaró que las mascarillas eran inútiles y que la única forma de contraer el virus era besar a una persona infectada con la lengua durante 15 minutos.

Otros dos candidatos propuestos por el gobierno rechazaron el puesto.

"Calabria se encontró sin los hospitales adecuados para cumplir incluso con los requisitos mínimos del coronavirus, por lo que todo el sistema se derrumbó", afirma Santo Gioffrè, un ginecólogo que, como jefe de una autoridad de salud local, expuso el fraude hace cinco años, pero, dice fue, silenciado por las autoridades.

Esa emergencia está paralizando la economía de Calabria, la designación de "zona roja" cerró negocios por segunda vez este año.

Mafia y covid, una doble pandemia

En el restaurante "L'A Gourmet" de Filippo Cogliandro, las sillas están apiladas en mesas vacías debajo de candelabros de vidrio, y la cocina está en silencio.

"Un restaurante es como una orquesta", me dice, describiendo los sonidos de los cocineros en el trabajo y el ruido de los platos.

"Y es muy difícil verlo mudo", agrega, con lágrimas en los ojos.

Para el chef galardonado, la situación es similar a la de hace 12 años, cuando se negó a pagar el dinero de la extorsión de 'Ndrangheta y las amenazas de la mafia mantuvieron alejados a los clientes.

Pero entonces logró reconstruir su camino de regreso, y dice que ahora puede hacerlo de nuevo.

"Tanto la 'Ndrangheta como el Covid son pandemias", dice, mientras el sol de la tarde brilla a través de las ventanas del elegante palazzo centenario que alberga su restaurante.

"Destruiremos el virus con una vacuna, pero la lucha contra la mafia llevará más tiempo", agrega.

Italia está comenzando a aplanar la curva nuevamente y el valor 'R', la tasa de reproducción del virus, ha caído por debajo de 1 en varias regiones, incluida Calabria, que ahora, como resultado, ha pasado de ser una zona roja a naranja, lo que permite mayor movimiento a nivel local.

Pero el virus ha dejado al descubierto la fragilidad de este rincón de Italia lleno de cicatrices.

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