Hace 25 años, un nuevo término ingresó al vocabulario político latinoamericano: "Fujimorazo".

El 5 de abril de 1992, Alberto Fujimori -quien había llegado al poder a través de las urnas- cerró el congreso, suspendió la Constitución, intervino la justicia y declaró el estado de emergencia.

Fue un autogolpe o "Fujimorazo" que contó con el apoyo del ejército y -según encuestas- con el del 82% de la población.

La excusa: que el Congreso estaba obstaculizando y politizando la lucha contra el grupo guerrillero Sendero Luminoso y la recuperación económica del país.

En ese momento, "Fujimorazo" se acuñó como término para significar cuando el Ejecutivo -u otra rama del gobierno- cierra o usurpa los poderes de un parlamento que le es adverso.

De hecho, la semana pasada el término fue utilizado para calificar la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela (de la que luego se retractó) de declarar en desacato a la Asamblea Nacional y asumir sus funciones.

El autogolpe de Fujimori no terminó bien: aunque fue reelegido en 1995, en noviembre de 2000 las acusaciones por corrupción y violaciones a los derechos humanos se hicieron tan abrumadoras que buscó refugio en Japón.

Fue arrestado en Chile en 2005. extraditado a Perú en 2007, donde en 2009 se le condenó a 25 años de prisión por dos matanzas en las que 25 personas murieron a manos de un grupo militar encubierto, y por el secuestro de un periodista y un empresario.

Popularidad

A pesar de esto, el fujimorismo sigue vivo. La hija, Keiko, pasó a segunda vuelta en las elecciones presidenciales de 2011 y 2016 y el hijo menor, Kenji, es el congresista más votado del país.

¿A qué se debe?

Keiko y Kenji Fujimori levantan pasiones especialmente en los sectores populares, que atribuyen a su padre el fin del terrorismo y de la crisis económica que atravesó el país en los 80.

Según el escritor peruano Santiago Rocagliolo, "el perfil de votante del fujimorismo es alguien que cree que es necesaria la mano dura y cierta tolerancia con la corrupción para que el país funcione más o menos".

"Cree poco en las instituciones democráticas, en la transparencia. Tiene un recuerdo del fujimorismo como un período de eficiencia y eso tiene todavía una fuerza".

Es un fenómeno más común de lo que se cree: personas recuerdan con nostalgia el "orden" que reinaba durante períodos de gobiernos de facto.

"Los partidos ex autoritarios normalmente no tienen una mayoría, pero sí conservan cierto nivel de apoyo en la sociedad que les sirve de base electoral",indicó Steven Levitsky, profesor de Gobierno de la Universidad de Harvard, quien invitó en septiembre de 2015 a Keiko Fujimori a dar una conferencia abierta a preguntas de los alumnos.

"Muchas veces mantienen redes que ayudan en la organización y de eso se trata el fujimorismo".

"El fujimorismo nunca fue muy fuerte, no es muy grande, pero los demás partidos han colapsado", le dijo a BBC Mundo Levitsky, en una entrevista realizada antes de la segunda vuelta electoral en Perú.

En ese momento Levitsky atribuyó el "éxito relativo del fujimorismo", a ese "colapso" del resto de los partidos y a que Keiko Fujimori "resultó ser una candidata de talento".

"No es muy carismática pero es disciplinada, trabaja, aprende y es una buena política", agregó el experto.

Finalmente. Keiko Fujimori perdió la segunda vuelta electoral (había ganado la primera) frente a Pedro Pablo Kuczynski, que concentró el voto antifujimorista

El 2021

Ahora, el fujimorismo tiene en la mira las presidenciales de 2021.

Sin embargo, al parecer han aparecido algunas fracturas en el movimiento Fuerza Popular. En Perú se habla recientemente de un distanciamiento entre Kenji Fujmori y su hermana Keiko.

Para salir al paso a estos reportes, Kenji dio una entrevista a un canal local este fin de semana, en la que dijo que las discrepancias eran saludables y formaban parte del debate interno del partido.

Sobre si le estaba disputando el liderazgo a su hermana, indicó: "Nuestro líder histórico es Alberto Fujimori. Nuestra lideresa actual, Keiko. Nosotros somos miembros de una bancada con libertad de expresar lo que pensamos".

Y ahí donde está la fortaleza del partido, reside también su mayor debilidad: Alberto Fujimori, su líder histórico.

"No olvidemos que el indulto a su padre es prácticamente la razón de ser del fujimorismo; por eso surgió a mediados de los 2000", le recordó Levitsky para BBC Mundo.

Algo que, de alguna manera, confirmó Kenji en la entrevista que dio este fin de semana: "Los cuatro hijos estamos luchando. Los cuatro hijos queremos la libertad de Alberto Fujimori, cada uno está luchando en su propio ámbito".

La posibilidad de que, si llegaba al poder, Keiko Fujimori indultara a su padre, fue uno de los puntos que más suspicacia despertaban en el electorado peruano.

Ella aseguraba que dejaría la decisión en manos de la justicia.

"El problema es que nadie en Perú cree que el poder judicial es independiente", apuntó Levitsky, quien también dijo que, en caso de ganar, Keiko Fujimori se vería bajo enorme presión para liberar a su padre.

"No hacerlo (indultarlo) sería una traición para los miembros del fujimorismo, pero si lo hace va a pagar un costo enorme", dijo.

Finalmente, el triunfo de Kuczynski le evitó esa decisión.

Distanciamiento

Durante su campaña para la presidencia, Keiko Fujimori trató de distanciarse con parte del legado de su padre y dijo que no cometería los mismos errores.

Y aunque ha defendido el respeto a los derechos humanos, algunos sectores consideran que no ha hecho lo suficiente como para ser redimida de la herencia de su padre.

"Es muy difícil limpiar la imagen", dijo en ese momento el peruano Carlos Manuel Indacochea, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad George Washington (EE.UU.), quien cuestionaba que la entonces candidata tuviera los méritos suficientes para ser presidenta.

"Siempre que se hace el tránsito moral se llama errores a los crímenes. Pero no fue un error, el fujimorismo no cometió errores; las maletas de dinero que envió Fujimori a Japón con su cuñado el embajador no fueron un error", enfatizó.

Steven Levitsky, de la Universidad de Harvard, agregó: "Es muy fácil decir cosas, pero para que la gente te crea tienes que sufrir, que pagar un coste, tendría que pelearse con su padre, tendría que soportar una salida de algunos históricos del partido, eso no ha ocurrido, entonces mucha gente no le cree".

El experto señaló que las acusaciones de corrupción, de violación de derechos humanos y de apoyo a un "régimen autoritario", no son contra ella, sino contra su partido, pero Keiko "jamás ha roto con el partido".

Y es poco probable que rompa.

Hace exactamente un año, en el aniversario 24 del autogolpe, decenas de miles de personas marcharon en más de 20 ciudades de Perú contra la candidatura de Keiko.

Este miércoles, en el aniversario 25, muchos se encargarán de recordarle a ella y a sus hermanos la asociación negativa que existe entre su apellido y el término "fujimorazo".

Y cómo eso es, a la vez, su fuerza y su debilidad.

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