Quizá el muro con el que Donald Trump sueña levantar en la frontera entre México y Estados Unidos nunca se concrete.

Pero al menos sí tendrá uno un tanto menos ambicioso luego de que el presidente estadounidense -y todavía empresario- recibiera el visto bueno para construir uno en su club de golf en Doonbeg, Irlanda.

Las autoridades del condado de Clare le dieron permiso al grupo Trump International Golf Links and Hotel Ireland para "obras de gestión de la erosión costera".

El trabajo consistirá en dos nuevas estructuras y una pared de 1 kilómetro.

Desde 2002, se han perdido hasta 20 metros de dunas frente al campo de golf, de acuerdo a la empresa.

Los opositores al plan tienen cuatro semanas para apelar contra la decisión.

"Cualquier intervención a través de barreras físicas impedirá la evolución natural del sistema de dunas y pondrá en peligro especies protegidas", señaló Tony Lowes, de la organización Friends of the Irish Environment (Amigos del medio ambiente irlandés).

Joe Russell, gerente general de Trump Doonbeg, apuntó: "Esta decisión demuestra el compromiso del consejo (del condado) de apoyar a las empresas locales y proteger el futuro económico de la región".

Como parte de las condiciones, la firma tendrá que mantener una estrecha vigilancia sobre el impacto en usuarios de las playas, las dunas, vegetación y los animales.

El derecho de paso de los surfistas a través del campo también debe protegerse.

Aunque Trump ha desestimado que el cambio climático sea provocado por el hombre, en la solicitud original citó el calentamiento global y el aumento del nivel de los mares como una razón para necesitar el muro.

Su primer intento de levantarlo, rechazado el año pasado, implicaba una estructura de 4,5 metros de altura a lo largo de casi tres kilómetros de playa.

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