Primero fue Europa, luego Estados Unidos y ahora, también, China.

Autoridades en todo el mundo intentan poner límites al poder y la posición de las grandes empresas tecnológicas, que se han vuelto dominantes en la era del capitalismo de internet.

Hace unos días, China publicó normas encaminadas a frenar prácticas abusivas de sus gigantes tecnológicos y se sumó así a los esfuerzos reguladores de distintos países.

En todas partes se repiten los mismos reproches a los cibercolosos que dominan la economía mundial, ya se trate de las mencionadas compañías asiáticas, o de las estadounidenses, como Google, Amazon o Facebook: prácticas monopolísticas, trato desfavorable a los productos de la competencia en sus plataformas, uso abusivo de los datos de los clientes, y adquisición de todas las pequeñas empresas con potencial de amenazar su hegemonía.

"La gente en todo el mundo está dándose cada vez más cuenta de que el poder de estas grandes compañías está causando muchos y muy diversos problemas. Y los gobiernos se están empezando a centrar en cómo hacerle frente a esto", le dijo a BBC Mundo Charlotte Slaiman, directora de Política de Competencia en la organización estadounidense Public Knowledge (Conocimiento Público).

Qué están haciendo las autoridades en todo el mundo

Las normas hechas públicas por la Administración Estatal para la Regulación de los Mercados de China buscan impedir que los grandes de internet vendan a pérdida para eliminar potenciales competidores o utilicen de manera ilegítima los datos de sus clientes y usuarios.

También incluyen medidas para impedir que estos queden atados por cláusulas de permanencia. Los grandes conglomerados del país como Alibaba, el Grupo Hormiga, Tencent, o la plataforma de envío de comida a domicilio Meituan, podrían ver muy restringida su manera habitual de hacer negocios en el nuevo marco.

El anuncio llegó solo días después de la inesperada suspensión de la oferta pública de inversión del Grupo Hormiga. El conglomerado empresarial del magnate Jack Ma estaba a punto de llevar a cabo la mayor salida a bolsa de la historia, lo que había despertado gran expectación entre los inversores, pero los reguladores chinos negaron a última hora la autorización.

Las pioneras en los intentos por mantener a raya a los gigantes del capitalismo digital fueron las autoridades europeas.

La Comisión Europea anunció a principios de noviembre las conclusiones preliminares de su expediente sobre Amazon, a la que Bruselas acusa de violar sus normas antimonopolio.

La comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, afirmó en un comunicado que hay sospechas de que Amazon utilizó los datos de proveedores externos que utilizan su plataforma para favorecer las ventas de sus propios productos.

"Con el auge del comercio electrónico, y siendo Amazon la plataforma líder en ese comercio, un acceso justo y sin distorsiones a los consumidores en línea es importante para todos los vendedores", señaló Vestager.

La investigación europea sobre Amazon comenzó el pasado julio. La compañía de Jeff Bezos, que según Forbes se ha convertido durante la pandemia en el hombre más rico del mundo, se enfrenta a una posible multa de alrededor de US$19.000 millones.

La compañía rechazó las acusaciones en un comunicado. "Hay proveedores más grandes que Amazon en todos los países en los que operamos", dijo, y añadió: "Ninguna compañía se preocupa más ni ha prestado más apoyo a los pequeños negocios en las últimas dos décadas que Amazon".

Amazon es el último de los gigantes tecnológicos estadounidenses bajo la lupa de las autoridades europeas, que ya antes apuntaron a Apple y a Google.

Esta última compañía fue acusada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de haberse convertido ilegalmente en el "guardián" de internet, al acaparar el 80% de las búsquedas en internet y priorizar en ellas sus productos.

En su reacción a la histórica demanda presentada por el fiscal general, William Barr, la empresa californiana alegó que "la gente usa Google porque así lo desea, no porque se vea obligada a hacerlo o porque no pueda encontrar alternativas".

Sea como sea, la iniciativa, que se suma a las investigaciones abiertas por otras agencias federales y fiscales generales en muchos estados del país contra Amazon, Apple y Facebook, muestra cómo la visión sobre las grandes tecnológicas también está cambiando en Estados Unidos, tradicionalmente más reticente a la intervención de las autoridades en la economía.

Slaiman explica por qué: "Durante mucho tiempo se impuso en Estados Unidos la idea de que se debía permitir que la innovación evolucionara libremente, pero ahora está claro que la falta de competencia perjudica la innovación y que deberíamos poner fin al privilegio de las grandes corporaciones a sus propios productos para protegerla".

Cómo regular a los gigantes del capitalismo digital.

Más allá de las sanciones a los posibles excesos ya cometidos, el gran reto para los estados es crear normas que impidan que estos gigantes sigan abusando de su posición dominante.

La preocupación ha llegado ya al ámbito legislativo.

El pasado octubre, un comité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos publicó un informe en el que concluía que las empresas tecnológicas "tienen demasiado poder y ese poder debe ser controlado".

Pero la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos, y la interinidad política hasta que se concrete la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, aleja de momento la posibilidad de medidas legales ambiciosas.

Semanas antes, en julio, un informe de la Autoridad sobre Competencia y Mercados de Reino Unido había constatado que con sus competencias no podía hacer frente a los problemas derivados de la posición dominante de Google y Facebook, y proponía la creación de un organismo regulador específico para los mercados digitales "con poder para imponer un código de conducta que rija el comportamiento de las plataformas que dominan el mercado".

Para Slaiman, "las medidas antimonopolio jugarán un papel, pero no van a ser suficientes".

Como otros expertos, reclama que se imponga la llamada interoperabilidad, lo que permitiría que los vendedores externos pudieran interactuar directamente con los usuarios en las plataformas dominantes. Esto, implicaría, por ejemplo, que, un negocio que vende bicicletas, pudiera conectar con alguien que está buscando una en Amazon.

Esto plantea el problema de la privacidad, ya que requeriría necesariamente compartir datos de los usuarios, pero Slaiman cree que "la interoperabilidad es perfectamente compatible con la privacidad siempre y cuando compartir los datos sea una decisión informada del usuario".

Cómo terminará el pulso

Cuando se buscan precedentes para el duelo entre los estados y las grandes corporaciones digitales, se suele citar el caso Estados Unidos contra Microsoft de 1998, en el que las autoridades estadounidenses acusaron a la corporación de Bill Gates de tratar de prácticas monopolísticas al hacer su sistema operativo Windows inaccesible para los programas desarrollados por sus rivales

El pleito se alargó durante varios años, como probablemente ocurrirá con muchas de las investigaciones hoy en curso.

Refiriéndose a la investigación europea sobre Amazon, el corresponsal de Tecnología de la BBC, Rory Cellan-Jones, comenta: "Este caso no se resolverá rápidamente. Amazon asegura que gana más dinero con las ventas de proveedores externos que con las suyas propias y además se plantearán preguntas acerca de si de verdad hay algún perjuicio a los consumidores".

Cabe la posibilidad de que las grandes compañías se vean obligadas a dividir su negocio y reducir su tamaño para cumplir con las leyes antimonopolio.

Pero, ¿podrán los Estados controlar unas compañías gigantescas de las que muchos autores creen que ya son más poderosas que muchos gobiernos?

Para Slaiman, solo una cosa está clara. "No sabemos cómo va a terminar esto, pero sin duda es un problema real y va a requerir una intervención gubernamental a diferentes niveles para manejarlo adecuadamente".

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