En la era del 5G, la inmediatez y las respuestas para todo en nuestro celular, la política en Estados Unidos pasó unas horas eternas pendiente del lanzamiento de una moneda o de las discusiones de un grupo de votantes en una escuela o una iglesia.

El caos del caucus de Iowa, donde se da inicio oficial a la carrera por ser el rival demócrata de Donald Trump en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre puso de nuevo de relieve los problemas de un sistema arcaico.

Según el Partido Demócrata, la nueva app para transmitir los resultados falló y eso hizo imposible dar los resultados la misma noche del lunes, lo que disparó las teorías de la conspiración, las críticas y hasta las burlas, particularmente del presidente Donald Trump desde su cuenta de Twitter.

"Vivimos en una era diferente ¡La era de la supervelocidad de las redes sociales!", dijo la noche del lunes Gordon Fischer, expresidente del Partido Demócrata en Iowa.

"La gente simplemente ya no está acostumbrada a esperar por nada", agregó.

Pero el peculiar sistema del caucus, más allá de las fallas técnicas que retrasaron los resultados, tiene mucho de espera.

Las personas que acuden a estas asambleas hicieron filas en las frías calles de Iowa para entrar a las 1.600 escuelas, iglesias u otros lugares públicos donde se celebraron estas asambleas.

En ellas, los participantes se agrupan en función de qué candidato apoyan. Los indecisos crean su propio grupo. Quienes asisten pueden cambiar de bando antes del conteo final si los que apoyan a otro candidato los convencen.

En una primera votación se eliminan a los candidatos que no alcance el 15% como "no viables" y sus partidarios pueden acudir al grupo de su segunda preferencia. Se vuelve a contar. El grupo más numeroso es el que recibe el mayor número de delegados del estado.

Y por si esto no fuera suficientemente peculiar, en caso de indefinición, una moneda determina quién se lleva el último candidato en caso de empate entre candidatos.

Un sistema de hace dos siglos

Estos caucus eran en el pasado la forma dominante de elegir candidatos, pero han ido perdiendo vigencia.

"Los caucus se realizan desde hace dos siglos y tienen al menos dos desventajas", le dice a BBC Mundo Robert Spitzer, profesor de Ciencias Políticas de la State University of New York.

"Primero es que aunque cualquier miembro del partido puede participar, lo hacen mucho menos que en una elección primaria", afirma Spitzer en comparación con el otro sistema de votación, que suele ser más parecido a un sufragio tradicional en el que los participantes emiten un voto secreto.

"Y segundo", dice Spitzer, "el sistema de caucus es arcano, oscuro, consume demasiado tiempo y es complejo, lo que hace que los votantes no participen".

"En décadas recientes ha habido problemas tabulando resultados e identificando a los ganadores", agrega.

"Y todo eso se magnifica porque Iowa es la primera disputa electoral entre aquellos que buscan la nominación presidencial".

El caucus de Iowa, por ser el primero, es un momento significativo en la precampaña, sobre todo desde el punto de vista mediático, aunque ganarlo o no tiene una influencia significativa en la larga carrera por la nominación, puede ser un golpe de gracia para los que parezcan como candidatos más débiles.

El fiasco del lunes también pone en cuestión por qué el pequeño estado de Iowa, poco representativo demográficamente, es el primero en avanzar a los favoritos para ganar la candidatura, en este caso del Partido Demócrata.

"Una vergüenza"

"Los caucus son una vergüenza para el Partido Demócrata y para Estados Unidos. No es la manera de elegir un candidato", dijo el comentarista político Jeffrey Toobin, para quien al no ser un voto secreto, el caucus no es democrático.

"Cada segundo que pasa (sin conocer el ganador) socava el proceso un poco más", dijo el lunes Roger Lau, director de campaña de la senadora Elizabeth Warren, una de las favoritas en la carrera de los demócratas.

La carrera de las primarias se desplaza ahora a New Hampshire, pero las dudas permanecerán, sobre todo porque el lunes varios candidatos se proclamaron vencedores pese a no haber resultados.

Una fuente de la campaña del candidato Pete Buttigieg dijo a la agencia Reuters que el retraso "deslegitima" el triunfo de cualquiera y mitigará los efectos de la victoria.

Hay que recordar que la polémica campaña de 2016 entre Trump y Hillary Clinton condujo a una investigación federal de dos años sobre la interferencia de Rusia en la elección que ganó el republicano.

Lo sucedido en Iowa "será un caos que provocará el lanzamiento de 1.000 teorías de la conspiración y que genera más confusión en una carrera en la que se busca algo de claridad en el inicio de la temporada de primarias", afirma Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Washington.

El Partido Demócrata admitió problemas en la nueva app con la que se debían transmitir los votos y negó cualquier vínculo con un hackeo informático.

Pero nadie olvida que piratas informáticos rusos fueron capaces de entrar al servidor del Partido Demócrata hace tres años.

El triunfador es... Trump

El propio Trump aprovechó los problemas para arrojar más sombras sobre el sistema y criticar y mofarse de sus rivales, ante los que el miércoles podría sumar una nueva victoria si, como se espera, es absuelto en el juicio político o "impeachment" en el Senado.

"Nada funciona, así es como dirigen el país", escribió Trump, que calificó en twitter como "un desastre" lo sucedido con los demócratas en Iowa.

"La única persona que puede reivindicar una gran victoria en Iowa anoche es Trump", dijo el presidente.

Pero también los republicanos tienen su propio historial de problemas en Iowa. En los caucus de 2012 se declaró vencedor a Mitt Romney por sólo ocho votos. Dos semanas más tarde, el partido declaró ganador a Rick Santorum por 34 votos. Romney fue finalmente el nominado republicado al final del proceso.

Lo ocurrido en Iowa refuerza a los críticos que también ponen en entredicho el propio sistema de colegio electoral de Estados Unidos para definir al presidente en noviembre y en el que unos pocos estados tienen la clave del triunfo más allá del voto popular en todo el país. En 2016 Trump ganó la presidencia pese a que Hillary Clinton obtuvo casi tres millones de votos más.


 

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