Cataluña amaneció este domingo más temprano de lo habitual, más movida que de costumbre, más dividida que nunca.

Desde la madrugada, cientos de personas, algunas con sombrillas, abrigos y capas de lluvia, comenzaron a reunirse en torno a los colegios electorales donde se llevó a cabo el referendo separatista, que el gobierno español y el Tribunal Constitucional consideran ilegal.

Y lo que muchos esperaban a esa hora, el motivo por el que habían madrugado no sucedió.

Los Mossos d'Esquadra, la policía catalana, que tenía la orden de desalojar las escuelas ocupadas desde el viernes para las votaciones, pasó por los centros electorales y? siguió de largo.

Las boletas y las urnas comenzaron a llegar, mientras las filas fueron creciendo a medida que se acercaba el amanecer.

Pero la Policía Nacional y la Guardia Civil comenzaron a llegar también a algunos centros de votaciones para cumplir con las órdenes judiciales a las que los Mossos se habían negado.

Las escenas se hicieron virales en teléfonos y redes sociales: los gendarmes intentaron desalojar los centros, pero los catalanes se opusieron y la violencia emergió.

Más de 800 personas, incluida una treintena de policías, resultaron heridas.

Los votantes acusaron a la policía de usar la fuerza para desalojarlos; mientras, desde Madrid, las autoridades aseguraron que los agentes, que cumplían órdenes del Tribunal Constitucional, respondieron a agresiones y pedradas de los que custodiaban desde el amanecer los centros de votaciones.

"La ilusión de aquellos que se acercaron a los colegios electorales a participar en el referéndum se entremezcló con la estupefacción por las imágenes de las actuaciones policiales que unos y otros se mostraban desde sus teléfonos móviles", comenta desde Barcelona Enric Botella, enviado especial de BBC Mundo.

Las videos, las fotografías y los testimonios circularon por todos lados como una representación de lo que sucedía en allí.

Sin embargo, BBC Mundo constató que, aunque las arremetidas contra los manifestantes no fueron puntales, tampoco fueron generalizadas.

"No fue un hecho puntual o anecdótico, porque marcó la jornada y el discurso; pero tampoco fue generalizada. En todos los centros en los que estuve, la votación fue pacífica y reivindicativa. Ni de lejos fue una escena que se repitiese en la mayoría de los colegios", asegura Botella.

Pero la tensión ya estaba servida.

Tras estos hechos, comenta Botella, la llamada a no abandonar los centros una vez se hubiese votado (para hacer resistencia ante un eventual arribo de la policía) generó concentraciones que propiciaron encuentros entre los vecinos que se acercaban a participar.

Pero no fue todo.

Las escenas de de la actuación de los gendarmes, a su vez, provocaron que muchas personas, personas que habían decido no votar salieran a las calles.

Según el gobierno catalán, cerca del 2,3 millones de ciudadanos de esa región (en torno al 40% de la población) participaron en el referéndum.

De ellos, de acuerdo con esas cifras, el 90% se inclinó por la independencia.

Aunque desde días previos, los diferentes posicionamientos de los catalanes sobre el tema marcaban la división interna que generó esta consulta.


Lo que piensan algunos catalanes del referéndum

Max, un joven barcelonés de 23 años, se acercó a la cola de su colegio electoral a saludar a unos amigos de una edad similar: "No pensaba venir, pero puse la tele y aluciné. Votaré nulo", dijo, según reportó Enric Botella.

Marc Llorente, un residente de Badalona, explicó a BBC Mundo que, aunque no votaría por el sí separatista, tenía decidido con antelación que acudiría a las urnas para reivindicar el derecho de los catalanes al voto.

"Yo no estoy de acuerdo con la independencia y aun así fui a votar. Porque creo que es nuestro derecho y nadie nos lo puede quitar por ningún motivo", aseguró.

Desde Sabadell, Manela Carrión, comenta a BBC Mundo que, para ella, la votación "fue un día emocionante, de recuerdos familiares y luchas perdidas en las que tuvimos el coraje de decir sí a irnos de la explotación de España".

Mientras, María Ángeles Pérez, desde Sant Andreu Arenal, asegura que no salió de su casa en todo el fin de semana por este motivo.

"No por miedo, sino por tristeza, por no querer tener nada que ver ni con unos ni con otros", dijo a BBC Mundo.


La tarde

Fue una inusual tarde de domingo en Barcelona, más movida y con más tensiones que de costumbre.

Pero tras las escenas de violencia de la mañana, las horas siguientes transcurrieron sin grandes sobresaltos.

"La gente siguió de guardia en los colegios, había decenas y, en ocasiones centenares, de personas para evitar que la policía viniera, como había hecho en diferentes colegios electorales. Pero nada pasó", explica Botella.

Según cuenta, a medida que el día transcurrió, las filas fueron menores, en parte, porque se aligeró el sistema de votaciones, que en algunos colegios nunca funcionó.

Aunque las autoridades catalanes anunciaron que los centros de votaciones utilizarían el censo universal, en la práctica, no fue efectivo, al caer el servicio de internet.

"Hubo escenas increíbles como la de un vecino que pasó un cable con internet desde el balcón de su casa hasta la escuela para que pudieran conectarse desde allí", asegura Botella.

En la mayoría de los centros, los catalanes que acudían a votar debían hacerlo con una identificación oficial, que luego era procesada en un registro, aunque no había forma de verificar si había votado con anterioridad en otros colegios, según contaron varios testigos a BBC Mundo.

Comentaron también que, en muchos centros, no existían espacio para que los votantes pudieran ejercer el derecho al voto secreto y debían rellenar las boletas frente a los voluntarios que supervisaban el referéndum.

A muchos votantes los encargados de los colegios les solicitaron que activaran el modo de avión en su teléfono.

Algunos alegaron que era por temor a que las autoridades españolas los interfirieran, aunque otros aseguraron que era para evitar una congestión de internet en los locales.

La noche

A medida que caía la noche y las escenas de la actuación policial seguían siendo virales por todo el mundo, locales y turistas se reunieron en Plaza Cataluña, (el centro neurálgico de la ciudad) para esperar los resultados, escuchar música, bailar y celebrar la culminación del referéndum.

La estelada, la bandera independista de Cataluña, ondeó junto a insignias independistas de otras regiones, como Cerdeña, Islas Azores, o incluso de Galicia y Andalucía, mientras se escuchaban canciones como "Las calles siempre serán nuestras" y Els Segadors, el himno oficial de Cataluña.

"Después de cerrar los colegios, mucha gente se fue a casa; pero en el centro de Barcelona se quedaron muchos para lo que en principio pensamos que sería una noche electoral. Pero nada más lejos de ser tenso el ambiente aquí", explica Botella.

Luego del anuncio final de las votaciones muchas personas continuaron celebrando, hasta que entrada la madrugada la plaza comenzó a quedar vacía.

El domingo del referéndum había terminado.

Pero nadie, en realidad, sabe qué es lo que ahora comienza.

*El periodista de BBC Mundo Enric Botella contribuyó con este reporte desde Barcelona.

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