Sara Winter siempre ha tenido y ha dado a conocer sus opiniones.

Como activista, Winter se ha encadenado en público para protestar en contra de la violencia sexual.

Se autodenomina como "la feminista de más alto perfil en Brasil".

Lo cierto es que Winter llama la atención. Tiene el cabello teñido de rubio, tatuajes y un particular sentido de la moda.

Pero lo que más llama la atención es la insignia que lleva pegada en el pecho. Es un dibujo de una calavera con un cuchillo y cruzada por dos pistolas.

"Es mi organización policial favorita, Bope", dice, orgullosa, refiriéndose al logo del Batallón de Operaciones Especiales de la Policía de Brasil.

"Ellos suben a las favelas y matan a los tipos malos. Ellos arriesgan su vida todo el tiempo para salvar a la gente de Río de Janeiro".

Ciertamente no es el comentario que uno espera escuchar de boca de una activista que se hizo conocida por sus posturas liberales. Pero es que la ideología política de Sara ha cambiado en los últimos años.

"Segunda oportunidad"

Sara tuvo un aborto y, seis años después, se quedó embarazada nuevamente. Entre ambos embarazos, ella retomó su fe en la Iglesia católica y sus visiones sobre el aborto -y la política- cambiaron de forma radical.

"Estoy feliz porque siento que Dios me dio una segunda oportunidad para ser mamá", señaló.

"Yo decidí volver a la Iglesia y me di cuenta que puedo ayudar más a las mujeres con políticas conservadoras que con el feminismo".

Y añadió: "Pasé cinco años como la feminista más popular de Brasil y no hice nada por las mujeres. Pasé todo ese tiempo hablando sobre el aborto, legalizar las drogas y el comunismo, y lo consideré una forma de empoderarme a mí misma".

El cambio de mentalidad de Winter es inusual, pero es una muestra de un proceso más extendido en Brasil.

Durante más de 15 años, Brasil fue gobernado por la izquierda. El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva alcanzó el poder en 2003 con la promesa de un cambio.

Pero con el político más amado en el país a punto de enfrentar una condena de 12 años de prisión por corrupción, y con su sucesora Dilma Rousseff destituida, la gente está desilusionada.

La izquierda no cumplió y hay gente que quiere un camino distinto.

El "Trump brasileño"

El ídolo político de Winter es el candidato a la presidencia por la extrema derecha, Jair Bolsonaro. Es uno de los hombres con mayores opciones con miras a las elecciones de octubre de este año.

Muchos se refieren a Bolsonaro como el "Trump brasileño" y -aunque son dos personas muy distintas en dos países muy diferentes- las similitudes o la serie de circunstancias que les permiten a ambos existir en la política, son extrañas.

Bolsonaro se define a sí mismo como diferente al resto, un candidato limpio en medio de un mar de políticos corruptos que han sido el tema de conversación en Brasil en los últimos años.

Lo han acusado de homofobia y él mismo le dijo a una congresista que "era muy fea para ser violada". Se ha ido lanza en ristre en contra de las minorías y ha pedido que se alivien las leyes contra la portación de armas.

Pero Sara no tiene una sola crítica hacia él.

"Sé que puede sonar incómodo, pero de verdad, si las mujeres vieran las propuestas de Bolsonaro, se enamorarían de él, como me pasa a mí", dice.

Una de esas propuestas políticas le toca el corazón: la castración química de los violadores.

"Tenemos tantas congresistas feministas, ¿por qué no lo propusieron antes? Bolsonaro lo hizo", señala.

La derecha que crece

Mientras que a muchos las ideas de Bolsonaro les retuercen el estómago, este se mantiene como una figura popular.

Actualmente marcha segundo en las encuestas presidenciales que encabeza el expresidente Lula, quien tal vez no pueda presentarse finalmente a las elecciones debido a sus problemas con la Justicia.

Mientras que Bolsonaro se ubica en la parte más extrema del espectro de la derecha, las ideas conservadoras más generales están disfrutando un nuevo renacer, en un país que hasta 1985 estuvo gobernado por un régimen militar.

Grupos como Movimiento Brasil Libre, MBL, están encontrando grandes audiencias.

El MBL comenzó su vida política en las calles, en medio del llamado a la destitución de Dilma Rousseff.

Y se fortaleció más cuando usó internet para darse a conocer. Actualmente cuenta con más de 2,5 millones de seguidores en Facebook, que ven ávidos los videos en los que mayormente se critica a la izquierda brasileña.

El MBL se llama a sí mismo libertario. Pero sus políticas son más difíciles de definir, especialmente porque la mayoría de sus miembros tienen visiones conservadoras sobre el aborto y la posesión de armas.

"El problema es que para la mentalidad brasileña, especialmente la mentalidad de la izquierda, los conservadores son unos totalitarios, siempre en el lado incorrecto de las cosas", le dijo a la BBC Pedro Ferreira, cofundador de MBL.

"Cuando alguien quiere decir algo sobre un tema, lo califican de fascista o nazi".

Según Ferreira, internet está cambiando las cosas, porque le permite a la gente hallar su propia voz y encontrar el eco de sus valores.

"Es por esto que tenemos a Trump, es por esto que tenemos el Brexit, es por esto que tenemos MBL. Nosotros escuchamos la voz de la gente común", explicó.

"Eso está asustando a mucha gente, pero es muy democrático", señaló.

Los expertos en Brasil señalan que los escándalos de corrupción han sido un terreno fértil para el crecimiento de este tipo de posiciones.

"Lo que hay es una desconfianza total de la autoridad en Brasil, así para que esos movimientos que propagan la visión de que todo es un infierno, que muestran que todo está mal, esta clase de escenarios es muy útil", le explicó a la BBC el profesor Rafael Alcadipani.

"Ellos toman una pequeña parte de la realidad y tratan de magnificarla como si fuera el mayor de los problemas en Brasil", indicó.

Alcadipani acusó a movimientos como MBL de propagar noticias falsas. Pero es una acusación que mucha gente también dirige hacia la izquierda.

¿Una visión más amplia de derecha?

Mientras MBL permanece esencialmente como un movimiento, algunos de sus miembros han ingresado a la política por la puerta de otros partidos políticos.

Fernando Holiday, de 21 años, puede ser una de las cabezas visibles de MBL, pero se ha ganado un puesto en el concejo de la ciudad de Sao Paulo con el respaldo del partido Demócrata.

Y es una imagen inusual para el conservadurismo: Holiday viene de una familia pobre y es gay.

Él cree que los jóvenes brasileños, hasta hace poco, se habían desentendido de los asuntos políticos.

"La derecha se convirtió en algo irrelevante para las minorías. Era asociada con el autoritarismo, con un sentimiento de nostalgia por la dictadura, como el de Bolsonaro", explica Holiday.

"Pero creo que hemos traído una visión más amplia de lo que es la derecha. No todo encaja en un mismo lugar estándar y es determinado por las mismas reglas estrictas", concluye.

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