El suicidio del expresidente Alan García, a los 69 años, en medio del escándalo de Odebrecht, conmocionó a Perú en abril.

El día que un balazo en la cabeza le quitó la vida, un equipo de fiscales y policías había llegado a su casa para detenerlo de manera preliminar (por 10 días), mientras las autoridades lo investigaban por supuestamente recibir coimas de la constructora brasileña.

García, principal figura del partido Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) y dos veces presidente de Perú, de 1985 a 1990 y de 2006 a 2011, fue un referente ineludible de la política de su país.

En una carta de suicidio, negó las acusaciones de corrupción y dijo que dejaba su cadáver como muestra de su "desprecio" hacia sus "adversarios".

Pero la misiva no fue el único testimonio que firmó el exmandatario. El político peruano también terminó el libro "Metamemorias", en el que hace un recuento de su vida personal y política.

La editorial Planeta programó el lanzamiento del texto para el sábado 23 de noviembre.

Aquí te adelantamos en exclusiva una parte del primer capítulo.

¿Qué dice el libro?

En la mayor parte de la primera sección de "Metamemorias", García reflexiona sobre lo que significa escribir este texto.

Pero en un fragmento, atribuye las investigaciones en su contra a la "envidia" de otras personas por verlo ganar la presidencia de Perú en 1985, cuando tenía 35 años (asumió a los 36), y por segunda vez en 2006.

"Sufrí la amargura de quienes luchaban por el poder sin alcanzarlo y, además, la honda envidia de quienes sintieron, como en la vieja fábula, que 'las uvas eran verdes' para ellos", escribió el exmandatario en "Metamemorias".

"A esos y a estos los derroté en nombre del movimiento popular aprista (cuando lo habían condenado a no alcanzar el poder) a la edad en la que muchos ansiarían hacerlo: 35 años, y los volví a derrotar cuando me daban por muerto políticamente", añadió.

El primer gobierno de García se recuerda por la hiperinflación (de hasta un 7.000%), el fin del crédito internacional para Perú y una violenta ofensiva del grupo armado Sendero Luminoso.

Con tales resultados, pocos hubieran predicho el regreso al poder del exmandatario. Sin embargo, García obtuvo un segundo periodo presidencial.

Esta segunda gestión quedó marcada por casos de corrupción como el de los "Petroaudios" y los "Narcoindultos" (el primero archivado y el segundo ya cerrado y en ninguno García fue imputado), y por la protesta conocida como el "Baguazo", en la que murieron 23 policías, 10 civiles y quedó un desaparecido.

Pero también registró logros como un crecimiento económico anual de 7,2% (gracias al boom de materias primas, en especial, minerales) y la reducción de la pobreza total del 42,4% al 27,8%, según datos del 2007 al 2011, del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) de Perú.

"En rencorosa respuesta, dedicaron 30 años a criminalizarme sin probar nunca nada, porque esa fue, es y será su única arma...", afirmó García en su libro.

Pero ¿de qué lo acusaban exactamente?

Coimas en loncheras

Cuando se suicidó, la fiscalía peruana investigaba a García por supuestamente recibir aportes de Odebrecht para su campaña presidencial de 2006 y por presuntamente recibir sobornos de esta constructora brasileña para adjudicarle una parte de la línea 1 del Metro de Lima y para beneficiarla durante la construcción de un tramo de la carretera Interoceánica.

García era uno de los cuatro expresidentes peruanos salpicados por el escándalo de Odebrecht, junto a Alejandro Toledo (2001-2006), Ollanta Humala (2011-2016) y Pedro Pablo Kuczynski, conocido como PPK (2016-2018).

A finales de 2018, el Poder Judicial dictó 18 meses de impedimento de salida del país para García.

El exmandatario pidió asilo en la embajada de Uruguay en Lima, por supuestamente sufrir persecución política, pero su solicitud fue rechazada.

Según escribió el expresidente Humala en una carta, en Perú no existía persecución política.

Antes y después del suicidio de García, la Fiscalía recogió testimonios sobre las supuestas coimas que Odebrecht le entregó y sobre sus supuestos testaferros.

A fines de abril, el portal de investigación periodística IDL-Reporteros informó que días después del suicidio, el empresario peruano Miguel Atala "confesó a los fiscales que [entre 2007 y 2008] actuó como testaferro de García, para que este reciba US$1.300.000 de Odebrecht, a través de la Banca Privada de Andorra".

Erasmo Reyna, abogado de García, dijo a medios peruanos en ese entonces que había que tomar las declaraciones de Atala "como las de cualquier delincuente" y las descartó como "inverosímiles".

Además, el ex secretario de la presidencia durante el segundo gobierno, Luis Nava, confesó en octubre que Jorge Barata, exjefe de Odebrecht en Perú, le había entregado sucesivas coimas al exmandatario, en forma de dinero en efectivo escondido en loncheras.

Los cinco hijos mayores de Alan García difundieron un comunicado en el que calificaron a estas y otras declaraciones de Nava como "difamatorias" y que carecen de alguna "prueba legal". Además, anunciaron que lo demandarían.

Enemigos políticos

García también dedica unos párrafos de "Metamemorias" a sus enemigos políticos.

"Siguieron la mecánica del odio, que es asignar a otro sus propios vicios; por eso, la 'antidedicatoria' de este texto debía ser para Fujimori, Toledo, Humala y para sus sicarios que, como fariseos, hablaban mucho de anticorrupción y terminaron siendo los verdaderos y más grandes corruptos de la historia", escribió.

El expresidente Alberto Fujimori cumple una condena de 25 años de prisión por violaciones a los derechos humanos, pero mantiene su inocencia.

Los expresidentes Toledo y Humala también están siendo investigados por supuestamente recibir dinero de Odebrecht, pero rechazan cualquier acusación.

"Me ofendieron, me etiquetaron con lo más bajo de su propia alma, fui el espejo en el que vieron su honda frustración", aseguró sobre ellos García.

"Pero en ellos se cumplió [la frase]: 'Venderían su alma al diablo, pero aun así ganarían, porque cambiarían mierda por oro'", señaló.

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