Cuando Chernobyl, la serie de HBO sobre el desastre nuclear en Ucrania, se ganaba elogios de casi todo el mundo y críticas de Rusia el verano pasado, hubo una nación de Medio Oriente donde se volvió una peculiar sensación.

Nada hubiera tenido de raro si las autoridades de ese país no fueran tan críticas de casi todo lo que se produce en Estados Unidos - al que considera su enemigo- y si esa propia nación no hubiera sido señalada antes de encubrir también accidentes tras experimentos nucleares.

Lo cierto es, sin embargo, que en Irán la producción gustó tanto -según reportaron entonces los medios internacionales- que hasta miembros del gobierno cercanos al presidente Hassan Rouhani celebraron la producción.

La serie, de acuerdo con un despacho de BBC Monitoring, el servicio de monitoreo de medios de la BBC, también llevó a que muchos iraníes se preguntaran por las similitudes entre el sistema que presentaba y el que vivían en su país.

Menos de un año más tarde, salvando las distancias de muertos y la magnitud de la catástrofe, la nación persa vive un momento de crisis que algunos expertos y críticos del gobierno no han tardado en comparar con lo que pasó tras la tragedia en la ciudad ucraniana en 1986.

Lo llaman, según IranWire, un foro de comunicadores iraníes en la diáspora, el "momento Chernóbil" de Irán.

¿En qué consiste?

La semana pasada, un avión de pasajeros, coincidentemente ucraniano, fue derribado por un misil en Teherán.

Según reconoció el gobierno iraní después, se trató de un "error humano" cometido durante el estado de alerta que se vivió la capital tras el ataque a dos bases de Estados Unidos en Irak.

La operación, que buscaba vengar la muerte del general iraní Qasem Soleimani (que EE.UU. mató en un ataque con drones en Bagdad) no dejó muertos, pero el temor a represalias de Washington llevó horas más tarde a que, en una aparente confusión, derribaran el avión ucraniano, con 176 personas a bordo.

Por tres días, Teherán negó tener implicación en la tragedia y la atribuyó una y otra vez a un "problema técnico" de la aeronave.

Cuando la presión y la evidencia de la inteligencia internacionales hicieron casi incuestionable que había sido un misil iraní, el gobierno finalmente lo admitió, aunque intentó rebajar su responsabilidad con supuestos errores del vuelo o atribuyendo indirectamente lo sucedido a EE.UU.

El "encubrimiento" llevó a protestas en varias ciudades del país, pero también a que establecieran similitudes con lo que pasó en la Unión Soviética después de Chernóbil.

Y es que según se puede leer en IranWire, el accidente expuso "la incompetencia, el engaño estatal y la podredumbre" que el poder de Irán, como en su momento la URSS, usó para ocultar la verdad.

De acuerdo con Alex Vatanka, experto en Irán del Middle East Institute, un centro de estudio de Medio Oriente con sede en Washington, la comparación tiene sentido si tenemos en cuenta la "falta de transparencia" con la que actuó el gobierno iraní y con la que lo hizo el de la Unión Soviética.

Pero sobre todo, con la forma en la que ambos manejaron las respectivas tragedias.

"Hay que tener claro que la comparación no es por el incidente en sí mismo. No se puede comparar el accidente de Chernóbil con el del avión Ucraniano en cuanto a víctimas o sus efectos. Pero sí en la forma tan lamentable en que fueron manejados por los gobiernos y la forma en que trataron de ocultarlo", le dice Vatanka a BBC Mundo.

El gobierno iraní niega haber ocultado información sobre el accidente o que intentó encubrir sus causas.

Prometió, además, una "respuesta decisiva" y llevar a los culpables ante la justicia.

El martes, de hecho, anunció la detención de "varias personas" implicadas en el accidente, aunque la identidad o el cargo de estos no trascendieron.

Y este miércoles, Rouhani llamó al mando militar a dar más detalles sobre cómo derribó el avión, mientras, el ministro de Relaciones Exteriores, Mohammad Javad Zarif, reconoció que el gobierno "mintió" por varios días.

Sin embargo, reiteró, como ha mantenido el gobierno, que no fueron informados antes, algo que la oposición considera imposible dada la verticalidad del poder en Irán.

¿Qué más tienen en común las dos tragedias?

De acuerdo con Vatanka, la comparación con Chernóbil cobra sentido en que también hay varios paralelos más o menos obvios en la reacción de los gobiernos ante los dos accidentes.

Y es que, afirma, la secuencia de las respuestas de Teherán al derribo del vuelo 752 fue similar a la de Moscú después de la explosión en Chernóbil:

  • negación
  • intentos de encubrimiento
  • exposición de lo sucedido por parte de gobiernos extranjeros
  • un reconocimiento de lo sucedido
  • y, finalmente, una disculpa en la que tratan de disminuir su responsabilidad.

Aunque el experto recuerda que el reconocimiento iraní de lo sucedido tomó solo tres días y en el caso de la Unión Soviética se ocultó por meses, también cree que esto responde a la naturaleza de los accidentes y al estado de las tecnologías en cada época.

"Con las nuevas tecnologías hoy es imposible que algo así se mantenga oculto por mucho tiempo. Pero creo que no cabe ninguna duda que el gobierno iraní no tenía realmente ninguna voluntad de reconocerlo", opina.

"No solo por la tragedia en sí, sino por lo mal parado que deja al gobierno, al Ejército y la evidencia de la falta real de preparación para responder ante una eventual ataque de Estados Unidos", agrega.

Vatanka señala que los contextos en los que se dieron los dos hechos también muestran ciertas simetrías: Irán se encuentra actualmente aislado de Occidente, enfrentado a EE.UU. y con una economía en ruinas, al igual que estaba entonces la URSS.

"Los contextos importan. Para 1986, la Unión Soviética vivía bajo una presión creada por décadas de carestía y falta de libertades, y Chernóbil fue uno de esos momentos en que la gente descubrió que algo funcionaba mal", indica.

"Esto es definitivamente lo que pasa ahora Irán. Por supuesto hay diferentes móviles y sistemas políticos, pero en lo que se asemejan es en la noción de que Irán también ha vivido una creciente presión y descontento y ahora acaban de estallar", señala.

Como pasaba hace más de 30 años en la URSS, Teherán también vive bajo sanciones de EE.UU. que han puesto su economía al borde del colapso.

Datos del oficial Centro Estadístico de Irán indican que los precios de los productos básicos en la nación persa, principalmente la comida, han aumentado de forma considerable desde 2016.

El país sufre, además, un enorme déficit presupuestario, mientras su moneda, el rial, ha perdido tres veces su valor frente al dólar desde 2015, como pasaba con el debilitado rublo en la URSS, donde la comida y los bienes básicos también escaseaban.

Irán vivió además entre noviembre y diciembre pasado las mayores protestas que se han registrado en el país desde el inicio de la República Islámica.

Y cuando las cosas parecían haberse calmado y el gobierno recuperó cierta confianza tras la muerte de Soleimani, el accidente del avión ha vuelto a recordar a la población su incomodidad con los gobernantes.

"El hecho de que el gobierno no haya sabido cómo manejar esta crisis, como tampoco lo supo hacer la Unión Soviética, demuestra que es un problema estructural y cuando tienes falta de rendición de cuentas, falta de transparencia y la falta de voluntad para hacer cambios, eso se vuelve un problema profundo y es el motivo por el que la gente en Irán está protestando de nuevo", agrega Vatanka.

¿Un momento "revolucionario"?

Pero el "momento Chernóbil" del que se hablado en los últimos días no queda en las aparentes similitudes en la respuesta a los accidentes y al rechazo que generaron entre la población.

Según Iranwire, ha llevado a que algunos se cuestionen si el desenlace de las dos crisis también será similar.

Y es que muchos historiadores aseguran que lo sucedido en la central nuclear ucraniana fue uno de los factores que precipitó la caída de la URSS.

Vatanka recuerda que no es la primera vez que se compara la situación en Irán con la de los últimos días de la Unión Soviética.

De hecho, cuando el actual presidente iraní asumió el poder en 2013, varios medios y expertos se preguntaron si se trataría del "Gorbachov" iraní.

Pero el académico consultado por BBC Mundo cree que Rouhani no tiene, ni remotamente, el poder que llegó a ostentar el líder comunista soviético y duda que el "momento Chernóbil" pueda llevar al fin del actual gobierno iraní.

"Todo el poder en Irán gira en torno a Jamenei, él es el poder político y religioso", explica.

Sin embargo, cree que el hecho de que los manifestantes en los últimos días hayan lanzado consignas contra el ayatolá (algo prohibido por la ley) muestra que las protestas han dado un giro de hacia el centro mismo del poder.

"El accidente ha servido para confirmarle a la gente que el problema en Irán empieza en la cima del sistema, por eso están protestando contra Jamenei", sostiene.

No obstante, Vatanka se muestra escéptico de que la crisis por el derribo del avión pueda llevar al derrumbe de la República Islámica.

"Para que esto fuera un momento revolucionario necesitaría una organización interna del movimiento opositor y lo que pasa es que ahora hay mucha ira, pero muy poca organización, y el régimen se beneficia de eso", señala.

"Dudo que estas protestas vayan a acabar con el sistema. Pero han mostrado que hay una generación nueva de iraníes que quieren un cambio y que están cansado de cómo han sido las cosas y la presión interna va a seguir aumentando", concluye.

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