Honduras vive una noche de incertidumbre electoral.

En medio de inusitadas autoproclamaciones de victorias de dos de los principales candidatos a la presidencia y tras más de cuatro horas de silencio, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) anunció casi al final del domingo que no contaba con datos suficientes para anunciar quién gobernará al país por los próximos cuatro años.

"No tenemos una representación de la carga del país, la muestra que hemos tenido en otras ocasiones ha sido más representativa que la que tenemos en este momento", aseguró David Matamoros Batson, presidente del TSE.

De acuerdo con la autoridad electoral, hasta el momento de la conferencia, se habían recibido más del 40% de los resultados, pero se les presentaron dos opciones: dar lo que tenían hasta ese entonces o "esperar un dato real".

"Nos hemos tardado porque nos hemos reunido con el equipo técnico para que previo a dar resultados nos garanticen que los datos sean realmente representativos de la carga electoral del país", afirmó.

La demora en el anunció de los resultados provocó protestas e incertidumbre en las redes sociales de Honduras, que aumentaron luego del anuncio de unos resultados a boca de urna.

De acuerdo con dichos datos, el actual presidente, Juan Orlando Hernández, del centroderechista Partido Nacional, obtuvo el 43.93% de los votos, mientras que su principal contrincante, Salvador Nasralla, líder de una amplia coalición llamada Alianza de Oposición Contra la Dictadura, alcanzó 34.70 %.

Tras conocer esos resultados no oficiales, Hernández, de forma insólita, se autoproclamó vencedor de los comicios y poco después, le siguió la autoproclamación de Nasralla.

Hernández se presentó a estas elecciones como el candidato de la continuidad de un gobierno que presume de haber logrado una reducción importante en los niveles de violencia y de haber convertido a Honduras en un destino cada vez más atractivo para la inversión extranjera.

Sus contrincantes, desde la Alianza de Oposición, cuestionaron el proceso legal que permitió la reelección de Hernández, quien logró que el máximo ente electoral avalara su nueva presentación a estos comicios.

Desde 1982 la Constitución prohíbe la reelección presidencial y un supuesto afán reeleccionista se utilizó incluso para justificar el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya en 2009.

De acuerdo con el gobierno hondureño, estas fueron las elecciones "más vigiladas de la historia", debido a la participación de 16.000 observadores, de ellos 600 internacionales.

Además del jefe de Estado, los hondureños votaron para elegir tres vicepresidentes, 256 parlamentarios y 40 diputados.

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