Será la primera presidenta en la historia de Eslovaquia. Pero las potenciales implicaciones históricas de la elección de Zuzana Caputova van mucho más allá de eso.

Esta activista anticorrupción, sin prácticamente ninguna experiencia política, derrotó en un balotaje el sábado pasado al candidato oficialista Maros Sefcovic, vicepresidente de la Comisión Europea.

En un improvisado discurso frente a su sede de campaña, en el viejo mercado cubierto de Bratislava, Caputova celebró silenciosamente valores que ahora parecen provenir de una era política pasada: compasión, tolerancia, verdad.

Y sus credenciales liberales y pro europeas la hacen bastante única en una zona de Europa actualmente dominada por los nacionalismos de derecha.

¿La prueba de que la oleada populista puede ser revertida y el principio del fin del llamado Grupo de Visegrado, conformado por Eslovaquia, Hungría, Polonia y la República Checa?

Seguramente es muy pronto para saberlo.

Además, en Eslovaquia, el cargo de presidente es fundamente ceremonial, pues el rol de jefe de gobierno lo ejerce un primer ministro electo por un Parlamento en el que el partido de Caputova, Eslovaquia Progresista, actualmente no tiene ningún diputado.

Pero esta abogada de 45 años, divorciada y madre de dos hijos, ganó claramente una elección que presentó como un combate entre el bien y el mal, obteniendo un 40% de los votos en la primera vuelta e imponiéndose 58% a 42% a Sefcovic en el balotaje.

Y lo hizo defendiendo los derechos de las parejas del mismo sexo en un país donde todavía no están permitidos el matrimonio y la adopción por parte de parejas homosexuales, y sosteniendo además que Eslovaquia debía ayudar a a sus vecinos europeos recibiendo más refugiados.

Promesa de cambio

Caputova se hizo conocer a nivel nacional por su trabajo como abogada y en particular por un caso en contra de un vertedero tóxico ilegal que se prolongó por más de 14 años, el que la hizo merecedora del Premio Medioambiental Goldman en 2016, un año después que la hondureña Berta Cáceres.

Y dijo que entre las razones que la llevaron a postularse a la presidencia del país figuró prominentemente el asesinato en febrero del año pasado del periodista Jan Kuciak, quien estaba investigando los vínculos entre políticos y crimen organizado.

El escándalo provocó gigantescas protestas antigubernamentales y forzó la renuncia del primer ministro Robert Fico, quien todavía lidera al gobernante partido Smer-SD, que postuló a Sefcovic.

Pero, como explicó desde Brastislava el periodista de la BBC Rob Cameron, la mayoría parlamentaria del Smer-SD es una de las razones por las que algunos analistas creen que hay que esperar antes de presentar la victoria de Caputova como prueba definitiva de que la ola populista en el centro de Europa va en retirada.

"Seguramente Fico va a lanzar una campaña en su contra inmediatamente, antes de la toma de posesión de junio", dijo uno de los analistas entrevistados por Cameron.

El experto pronosticó de hecho que el Parlamento va a tratar de frustrar la agenda liberal de la nueva presidenta incluso antes de que asuma el puesto el próximo 15 de junio, por ejemplo aprobando legislación que haga que el matrimonio entre personas del mismo sexo sea muy difícil, si no imposible.

"(El primer ministro húngaro) Viktor Orban la atacó duro desde Budapest", destacó además el analista.

"Pero tengo entendido que la mayoría de los húngaros étnicos (que conforman el 10% de la población de Eslovaquia) igual votó por ella".

"Es creíble, independiente del establishment, y representa un cambio positivo. En cierta forma se está perfilando como una Macron eslovaca", le explicó a la BBC Milan Nic, analista principal del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores.

Y, para The Wall Stret Journal, Caputova ciertamente supo presentar su liberalismo social como prueba de que era muy diferente a los políticos tradicionales, y así conectar unos votantes bastante desencantados con la clase política y poco interesados en los constantes ataques del gobierno en contra de la Unión Europea.

Por su parte, en una breve entrevista antes de la votación final, la nueva presidenta aseguró que la mayoría de los votantes quería quedarse en la UE y que les importaban más los problemas de corrupción e injusticia a nivel local que las lejanas batallas con Bruselas.

"Se trata de lograr el balance adecuado entre los temores legítimos de la gente y no abusar de esos temores", dijo también del tema de la migración, el que para ella ya no era un tema políticamente tan importante como en el pasado.

Ese es un ejemplo de como, con Caputova, llega la promesa de una nueva forma de hacer política en Eslovaquia y la de un potencial profundo cambio generacional en el antiguo estado comunista.

"Elegir a una madre soltera divorciada y activista cívica de fuera del establishment político como jefa de estado representaría un gran punto de inflexión no solo para Eslovaquia, sino para toda la región", le había dicho Nic a la BBC en vísperas de los comicios.

Y, su victoria, "presentaría una cara diferente de Europa central y del este, mostrando que hay una alternativa a las fuerzas no liberales y el control político centralizado desarrollado en Hungría y Polonia", explicó también el analista.

En otras palabras, Caputova también trae consigo la promesa de un cambio en el corazón de la Europa más dominada por los nacionalismos de derecha.

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