“Colombia le trae al mundo una buena noticia con una paz lograda a través de una negociación en términos democráticos y civilizados”, dice a DW María Victoria Llorente, directora de la Fundación Ideas para la Paz. Para el expresidente de Chile Ricardo lagos, “la paz de Colombia es un gran aporte para el mundo”, como lo resaltó en el reciente Foro los Beneficios de la Paz, realizado en Bogotá, en donde señaló a Colombia como referente en la resolución de conflictos. Aunque aún es muy temprano para hablar de “resolución”, lo cierto es que la administración de Juan Manuel Santos ha demostrado una gran capacidad para diseñar, dirigir y llevar a buen final una de las ideas universales más difíciles de realizar: la paz. Un proyecto humano que en Colombia se creía imposible de cumplir.

“Toda negociación tendrá críticas, pero en Colombia se han hecho dos cosas importantes: el modelo de justicia transicional y la inclusión de las víctimas”, agrega Lagos, quien cree que “el Proceso de Paz de Colombia servirá como ejemplo para que otros países puedan terminar sus conflictos a través de la vía dialogada”. El expresidente chileno resaltó además, que “los beneficios que traerá la paz para Colombia y la región superan las críticas de la oposición al Acuerdo, porque buena parte del gasto militar se destinará para inversión productiva, la educación y la salud”.

“La paz en Colombia puede, en efecto, convertirse en un factor estabilizador en América Latina, sobre todo en Suramérica, con una Venezuela convulsa en donde el régimen chavista de Maduro cierra una puerta tras otra a la salida democrática de la trampa que resultó ser el Socialismo del Siglo XXI”. De esto está convencida Llorente. Paradójicamente, tanto la perduración de la guerra y el crimen guerrillero en Colombia, así como la paz, han estado ligados a la política de los gobiernos chavistas de Venezuela que, de acuerdo a sus conveniencias, le han ofrecido – y aún le ofrecen – albergue a las FARC y al renuente ELN.

La política de confrontación de Hugo Chávez contra Colombia encontró en Álvaro Uribe, presidente de Colombia del 2002 al 2010, un pugilista perfecto: insultado por Chávez como “paramilitar” y “esbirro” que le preparaba bases a Estados Unidos para invadir a Venezuela, Uribe le respondía calificándolo de “dictador”.

Colombia optó por la diplomacia con Caracas

Si bien las acciones de Nicolás Maduro le dan hoy la razón a Álvaro Uribe, de esta confrontación solo salían ganando los dos populistas a la cabeza de los países vecinos. La conducta agresiva de Uribe, carente de apoyo a las plataformas democráticas en Venezuela, solo le dio argumentos a los chavistas para afianzarse en el poder.

Hasta que en 2010 llegó Juan Manuel Santos a la presidencia de Colombia y cambió la confrontación por el diálogo. Una política que le ha valido el insulto de “castro-chavista”, esta vez del mismo expresidente Uribe y la oposición al Acuerdo de Paz. “Nada más absurdo que eso, cuando Santos ha demostrado ser, con su tradición y todas sus decisiones, buenas o malas, un demócrata y liberal integral”, replica María Victoria Llorente, quien precisa que en “Colombia los únicos que podrían querer imitar la debacle venezolana serían las FARC, que carecen de absoluto respaldo popular”.

Pero, a pesar de toda la comprensión por el actual clamor democrático de los venezolanos “la paz para Colombia ha sido un interés superior nacional”, así que sentar a las FARC a la mesa de negociaciones pasaba por “enderezar las relaciones con el régimen de Chávez”, acota Llorente, politóloga de la Universidad de los Andes, de Colombia. Es más, una Colombia en paz, liberada de las FARC, va a poder actuar más libremente frente al régimen de Caracas y a favor de una salida pacífica a la dictadura chavista.

¿Una Colombia del pasado, o una del futuro?

“América Latina, en general, gana con la paz, porque Santos y las FARC acaban con un conflicto totalmente anacrónico que ha desviado la vista de Europa y el mundo hacia lo negativo en la región”, insiste Llorente. Tras la aprobación del plebiscito por la paz, Colombia podrá tratar temas regionales tan candentes como el narcotráfico y el crimen organizado que afectan también a Venezuela, Panamá, Ecuador, Brasil, América Central y México “desligándolo del conflicto armado”.

Colombia, quiéralo o no, podría resultar asumiendo un liderazgo en América Latina, huérfana por estos tiempos. Si eso sucediera, Llorente cree que “Colombia podría impulsar en la región su visión progresista de una democracia social de mercado”, pero antes, advierte la directora de Ideas para la Paz, los colombianos tendrán que elegir entre “algo más” que la paz o la guerra: “¿Aceptamos la paz con todos sus desafíos para transformarnos como nación y salir adelante, o vamos a seguir como estamos?”. La cita con la democracia es el 2 de octubre.

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