Este ha sido un verano difícil en India.

Una sequía y un calor abrasador han afectado a 330 millones de personas en todo el país, una cantidad increíble.

Pero este verano también marca el 150 aniversario de un evento climático mucho más terrible y catastrófico: la hambruna de Orissa de 1866.

Hoy en día casi nadie está enterado de esta hambruna. Escasamente se menciona, aún en los tomos más extensos de historia india.

Habrá pocas, tal vez ni una sola conmemoración solemne. Sin embargo, la hambruna de Orissa mató a más de un millón de personas en el este de India.

En la región peor afectada, el estado de Orissa, una de cada tres personas murieron, una tasa de mortandad mucho más impactante que la que resultó de la gran hambruna irlandesa, causada por una peste que afectó los cultivos de papa y devastó a ese país.

La hambruna de Orissa también se convirtió en un importante momento coyuntural en el desarrollo político de India, estimulando discusiones nacionalistas sobre la pobreza india. Algunas tenues memorias de estos debates resuenan todavía en medio de los operativos de asistencia a los afectados por la actual sequía.

"Ninguna asistencia era la mejor asistencia"

Aunque la hambruna no era un evento desconocido en el subcontinente asiático, sí aumentó en frecuencia y mortalidad con la llegada del gobierno colonial británico.

La Compañía Británica de las Indias Orientales contribuyó a la destrucción de las otrora robustas industrias textiles indias, forzando cada vez más gente hacia la agricultura.

Esto, a su vez, hizo que la economía de India fuera más dependiente de los caprichos de los vientos monzones estacionales.

Hace 150 años, tal como es el caso con la actual sequía, el primer mal augurio llegó en la forma de un débil monzón.

"Tememos que ya no se puede esconder que estamos al borde de un período de escasez generalizada", anunció The Englishman, un diario de Calcuta, a finales de 1865.

La prensa india y británica publicaban reportajes del incremento de los precios,la reducción de las reservas de granoy la desesperación de los campesinosque ya no podían pagar por el arroz.

No obstante, nada de esto logró que el gobierno colonial tomara acción. A mediados del siglo 19, la creencia económica establecida era que la intervención del gobierno en hambrunas era innecesaria y hasta dañina.

Se pensaba que el mercado restablecería el equilibrio necesario. Cualquier número excesivo de muertes, de acuerdo a los principios económicos de Thomas Robert Malthus, era la respuesta de la naturaleza a la sobrepoblación.

Esta lógica había sido utilizada con efectos devastadores dos décadas atrás en Irlanda, cuando el gobierno británico decidió, por la mayor parte, que no dar asistencia era la mejor asistencia.

Durante una rápida visita a Orissa en febrero de 1866, Cecil Beadon, el gobernador colonial de Bengala (que incluía a Orissa), adoptó una postura similar. "Ningún gobierno puede hacer mucho para evitar o aliviar estas vicisitudes de la providencia", expresó.

"Muy tardía y muy podrida"

El regular los precios disparados de los granos arriesgaría alterar las leyes naturales de la economía. "Si intentáramos hacer esto", dijo el gobernador, "me estaría rebajando al nivel de un dacoit (un bandido birmano) o un ladrón".

Con esas palabras, Beadon abandonó a sus demacrados súbditos en Orissa, regresó a Calcuta y se dispuso a suprimir los esfuerzos de asistencia programados con financiamiento privado.

En mayo de 1866, ya no era fácil ignorar la creciente catástrofe en Orissa. Los administradores británicos en Cuttack (la antigua capital de Orissa) encontraron a sus tropas y agentes de policía famélicos.

El resto de los habitantes de Puri estaban excavando fosas en las que tiraban los cuerpos de los muertos. "Por kilómetros a la redonda escuchabas sus gritos pidiendo comida", comentó un observador.

A medida que llegaban a cuentagotas más testimonios desgarradores a Calcuta y Londres, el gobernador Beadon hizo un intento tardío de importar arroz a Orissa. Pero, con cruel ironía, fue entorpecido por un excesivo monzón e inundación.

La asistencia fue muy poca, muy tardía, muy podrida. El pueblo de Orissa pagó con sus vidas el burocrático arrastrar de los pies.

Durante años, una creciente generación de indios educados en Occidente sostuvo que el gobierno colonial británico estaba empobreciendo gravemente a India. La hambruna de Orissa sirvió como prueba contundente de esta tesis.

Motivó al pionero nacionalista Dadabhai Naoroji a iniciar sus investigaciones de toda una vida sobre la pobreza india.

Cuando la hambruna empezó a ceder a comienzos de 1867, Naoroji esbozó la primera versión de su "teoría de la sangría"; la idea que Gran Bretaña se estaba enriqueciendo literalmente de chupar la sangre vital de India.

"Sin duda tenemos mayor seguridad de vida y propiedad, en estos tiempos", reconoció. "Pero la destrucción de un millón y medio de vidas en una hambruna es una extraña ilustración del valor de la vida y propiedad que se ha asegurado hasta ahora".

Indiferencia

Su argumento era sencillo. India tenía suficientes suministros de comida para alimentar a los famélicos, ¿por qué los estaba dejando morir el gobierno?

Mientras en Orissa morían en masa en 1866, Naoroji se percató de que India había exportado unos 100 millones de kilos de arroz a Gran Bretaña.

Descubrió un patrón similar de exportación masiva durante otros años de hambruna. "¡Dios santo!", declaró Naoroji, ¿Cuándo terminará esto?"

No terminó nada pronto. Las hambrunas reincidieron en 1869 y 1874. Entre 1876 y 1878, durante la hambruna de Madras, entre cuatro y cinco millones de personas murieron después de que el virrey, Lord Lytton, adoptara una política de no meterse similar a la que se usó en Irlanda y Orissa.

Para 1901, Romesh Chunder Dutt, otro destacado nacionalista, enumeró 10 hambrunas masivas desde los años 1860, calculando el total de muertos en unos exorbitantes 15 millones.

Los indios eran para entonces tan pobres y el gobierno tan indiferente en su respuesta que, según él, "cada año de sequía era un año de hambruna".

Una India más rica, menos dependiente de la agricultura, está ahora mejor capacitada para asegurarse de que esto no ocurra.

Aunque todavía perduran problemas significativos: la Corte Suprema de India recientemente reprendió algunos gobiernos estatales por su actitud de "esconder la cabeza en la tierra" frente a la actual sequía.

Por estas razones, es aún más importante recordar la hambruna de Orissa. Este desastre humanitario, y los otros que le siguieron, estimuló a los indios a luchar contra el gobierno colonial británico.

El estructurar e implementar una fuerte política nacional contra la sequía, como lo ha ordenado la Corte Suprema, será una manera justa de conmemorar el millón de indios que perdieron la vida hace 150 años.

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