El próximo 15 de junio se cumple un año desde que el Presidente Barack Obama ordenó a las fuerzas estadounidenses liderar la coalición internacional en Irak contra el grupo yihadista Estado Islámico. El foco de los bombardeos ha estado en los bastiones del grupo islamista y en la su infraestructura petrolera.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, casi en el primer aniversario de iniciada la intervención estadounidense, el Estado Islámico no ha debilitado su poderío económico, aseguró este martes el diario estadounidense The New York Times. De hecho, el grupo mantiene sus activos en números altos y la semana pasada tomó el control de la ciudad iraquí de Ramadi, capital de la provincia de Al Anbar, sin mayor problema.

Pero, ¿cómo logra el grupo yihadista mantener su poderío económico y territorial?

Su financiamiento depende principalmente de la extorsión y del cobro de impuesto, de donde diariamente recibe más de un US$ 1 millón.

Para la toma de Mosul en junio de 2014, se estima que el Estado Islámico contaba activos evaluados en US$ 875 millones. Para fines de 2014 esta cifra se disparó ya que sólo en extorsión y pago de impuestos en Irak, las ganancias superaron los US$ 600 millones, otros U$S 500 millones en el robo de bancos estatales, otros US$100 millones en petróleo y US$20 millones en pagos a cambio del rescate de prisioneros.  En total, US$ 1.220 millones.

Uno de los principales blancos de los ataques de la coalición ha sido la infraestructura petrolera del grupo yihadista. Con la baja de casi US$ 2 millones que sufre el crudo a la semana, se esperaba que el Estado Islámico presentara grandes pérdidas. Sin embargo, el petróleo representa menos del 10% de sus ganancias.

A pesar de su creciente poderío territorial. la principal inversión del grupo no es su infraestructura. De acuerdo con el Times, el grupo desembolsa la mayoría de su dinero en su gente, con salarios entre los US$ 3 millones y US$ 10 millones mensuales. Los yihadistas evitan invertir sus ganancias en infraestructura, ya que son blancos de fácil ataque, y saben que el territorio puede cambiar rápidamente.

Además, el grupo minimiza sus costos a través del saqueo de equipos militares, tomándose terrenos e infraestructuras y pagando salarios “relativamente bajos”. Y no sólo eso, cada cierto tiempo juega con sus operaciones, cambiando el enfoque en la expansión de tierras y en el entrenamiento de los insurgentes, lo que disminuye su vulnerabilidad a ojos extranjeros.

Publicidad