Una doctora canadiense vivió las horas más dolorosas de su vida el pasado fin de semana al no poder tener contacto con su padre, quien falleció por coronavirus a los 77 años.

Mubarak Popat murió el sábado en un hospital de Toronto, después de regresar de un viaje a Reino Unido el 5 de marzo, donde había asistido al funeral de su hermana mayor.

Tras presentar síntomas se sometió al examen y dio positivo con el virus. Fue hospitalizado y atendido por su hija Nooreen Mann, una respiróloga, y su yerno Rick, quienes han estado tratando constantemente a pacientes con COVID-19.

"Hasta hace poco más de una semana, estaba sano. A pesar de su edad de 77 años, no tenía otras condiciones de salud. Todavía manejaba. Todavía dejaba comida para las personas mayores y las llevaba a su lugar de culto todas las semanas", indicó Rick en su cuenta de Facebook.

Además, señaló como fueron los últimos días de su suegro en el hospital. "Sin tocar, sin sentarse en la habitación para consolarlo, sin largas visitas para hablar y recordar. El riesgo de infectarnos a nosotros mismos, a nuestras familias y a nuestros pacientes era demasiado alto. Teníamos que tratarlo como a un paciente", dijo.

Por otro lado, Noreen dijo que el distanciamiento requerido mientras su padre estaba hospitalizado fue "devastadoramente aislado", a pesar de que ella pudo decirle algunas palabras finales. "Fue inimaginablemente duro e inimaginablemente traumatizante", declaró al medio CTV.

"Va a tomar mucho tiempo resolver los sentimientos que se vivieron esto días", finalizó.

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