AFP

Al menos 90 personas murieron en Birmania por un corrimiento de tierras en una mina de jade, en uno de los peores desastres registrados por esta importante industria con grandes fallas de seguridad.

"Sólo hacemos que encontrar muertos" entre las piedras, declaró el domingo a la AFP Nilar Myint, un responsable de la administración de Hpakant, en el Estado Kachin (norte), fronterizo con China.

Un primer balance daba cuenta de 30 muertos.

Los socorristas, incluidos, según Myint, la Cruz Roja local, el ejército y la policía, siguen sus tareas de búsqueda el domingo.

El accidente se produjo el sábado cuando una montaña de terraplén se hundió sobre decenas de cabañas en las que dormían personas que viven de la búsqueda de restos de jade no detectados por las empresas explotadoras.

Birmania es el primer productor mundial de esta piedra preciosa, muy presente en el subsuelo de esta región minera.

Pero las condiciones de extracción - tanto en términos de seguridad como medioambientales -, son pésimas, y las autoridades y las compañías de explotación cierran los ojos ante la existencia de mineros ilegales.

Miles de birmanos pobres se instalan en efecto en esta región para tratar de hallar restos de jade.

En los últimos meses, decenas de mineros ilegales murieron por corrimientos de tierra, según las ONG.

Estos dramas son a veces mencionados por la prensa local, sin que nada cambie para estas personas, que suelen probar su suerte durante la noche.

El secretismo envuelve el mercado de jade, que sigue siendo una fuente de riqueza de las viejas élites que hicieron fortuna en la época de la junta, autodisuelta en 2011.

Birmania vendió en 2014  en el mercado mundial cerca de 27.500 millones de euros de jade, diez veces la cifra oficial, según un informe publicado este año por la ONG Global Witness.

La mitad del PIB 

La ONG basada en Londres subraya que este mercado representa casi la mitad del PIB de Birmania, uno de los países más pobres de Asia del Sudeste, pese a registrar un fuerte crecimiento desde 2011.

Según cifras oficiales de Pekín, más de 10.600 millones de euros en jade birmano fueron importados a China en 2014, indica Global Witness, denunciando "posiblemente el mayor pillaje de recursos naturales de la Historia moderna".

La opositora Aung San Suu Kyi, cuyo partido ganó ampliamente las elecciones del 8 de noviembre, está llamada a formar gobierno a principios de 2016. Ha prometido luchar contra la corrupción y la opacidad de la economía, de la que la industria de jade es un buen ejemplo.

En la región de Hpakant, otrora tierra de junglas frondosas, dominan ahora las colinas peladas, debido a la multiplicación de las canteras.

Está región es además escenario de combates entre el ejército y grupos rebeldes.

El jade es una fuente importante de ingresos para el Ejército de Independencia kachin, uno de los grupos armados étnicos más activos en el combate contra el poder central.

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