A seis días de haber sido destituida por el Senado, la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, abandonó este martes (06.09.2016) el Palacio de la Alvorada, en Brasilia, la residencia oficial de la Presidencia que aún tenía derecho a ocupar y donde moraba desde hace cinco años. Al momento de salir del lugar, decenas de partidarios la aclamaron coreando consignas como “Despedirse jamás, volveremos” y “No al golpe”.

Rousseff se dirigió hasta el aeropuerto de Brasilia, desde donde un avión de la Fuerza Aérea Brasileña la trasladó hacia Porto Alegre, la ciudad en el sur de Brasil que marcó sus inicios en la política y en la que tiene una casa. Varios camiones sacaron desde el lunes las pertenencias de la política del Partido de los Trabajadores (PT), entre ellos los libros de una amplia biblioteca, más de tres meses después de que tuviera que dejar también la casa de Gobierno, el Palacio de Planalto.

Según el portal “O Globo”, Rousseff hizo un catálogo detallado de los objetos que dejó en Alvorada para evitar roces con el nuevo Gobierno. La expresidenta tenía que dejar los regalos que recibió mientras estaba en el cargo. A su servicio mantendrá a ocho servidores públicos, entre otras funciones para su seguridad personal. La expresidenta fue destituida de sus funciones por el Senado, que la acusa de haber manipulado cuentas públicas.

Planes a futuro

En Porto Alegre, Rousseff fue recibida por numerosos simpatizantes, que se dieron cita en el aeropuerto Salgado Filho en un acto que bautizaron como “Un Cariñazo para Dilma”. Desde allí la acompañaron en una improvisada caravana hasta la avenida Copacabana del barrio Tristeza, donde Rousseff tiene su residencia particular desde hace décadas. Ella misma reveló que ahora espera estar más cerca de su hija y sus dos nietos, aunque también pasará “algunas temporadas” en Río de Janeiro, donde su madre tiene un apartamento.

En una rueda de prensa con corresponsales extranjeros, Rousseff aseguró que, al menos por el momento, no tiene “ningún proyecto político” y mucho menos piensa en candidaturas a cargos electivos. Rousseff rechazó el juicio político al que fue sometida y acusó al actual presidente Michel Temer, su exaliado político, de “usurpar” el cargo. Asimismo, la exmandataria calificó el proceso al que fue sometida como un “golpe parlamentario”.

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