El Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad por el ataque en un templo sij en Afganistán, que mató un miembro de la comunidad y a un combatiente talibán, y dijo que fue perpetrado como retaliación por insultos contra el profeta Mahoma.

Una ola de protestas en varios países musulmanes se desató por las declaraciones a principios de mes de la portavoz del primer ministro de India, Narendra Modi, donde se refería a la relación entre el profeta y su esposa más joven.

En un mensaje publicado en su sitio de propaganda Amaq, el Estado Islámico (EI) dijo que el blanco del ataque del sábado eran los hindúes y sij y los "apóstatas" que los protegieron, en "un acto de apoyo por el mensajero de Alá".

EI dijo que uno de sus combatientes "penetró en el templo para hindúes y politeístas sij en Kabul, tras asesinar a su guardia, y abrió fuego contra los paganos con una ametralladora y granadas de mano".

Dos miembros de la comunidad sij murieron y otros siete resultaron heridos el sábado tras el ataque.

Combatientes de las fuerzas talibanas intervinieron rápidamente en el lugar, y uno de ellos murió, precisó el portavoz. "Dos de los atacantes murieron durante la intervención", informó un portavoz del Ministerio del Interior, Abdul Nafi Takor, en un comunicado. 

Unos minutos después del atentado, un coche bomba explotó cerca del templo, sin causar víctimas, añadió Abdul Nafi Takor. 

"Oí disparos y explosiones procedentes de la 'gurdwara'", el templo sij, declaró a la AFP Gurnam Singh, líder de esta comunidad religiosa en Kabul. "Normalmente a esta hora de la mañana tenemos varios devotos sijs que vienen al templo a rezar". 

Tras el ataque se produjo un incendio. Los vídeos difundidos en las redes sociales muestran una columna de humo negro que se eleva sobre el lugar y se oyen disparos. 

En Afganistán, un país casi enteramente musulmán, viven unos 200 sijs, frente al medio millón que había en la década de 1970.

Víctimas de ataques

En los últimos años, la comunidad sij afgana ha sido objeto de varios atentados

El más mortífero fue en marzo de 2020, cuando hombres armados asaltaron un templo en Kabul, matando al menos a 25 personas. El grupo yihadista Estado Islámico reivindicó el atentado. 

El EI ya había atacado a esta minoría en un atentado suicida en julio de 2018 en Jalalabad, en el este del país, en el que murieron 19 personas. 

Cuarenta años de guerra, pobreza y discriminación han provocado el éxodo de la comunidad sij afgana. Tras la llegada de los talibanes al poder en Kabul el pasado agosto, casi un centenar de ellos se exiliaron. 

El número de atentados, a menudo dirigidos a comunidades religiosas minoritarias, ha disminuido en el país desde la llegada de los talibanes. 

Pero una serie de ataques con bomba, en los que murieron decenas de personas, golpearon el país a finales de abril, durante el mes del Ramadán, y de nuevo a finales de mayo. 

La mayoría fueron reivindicados por el Estado Islámico. 

Los talibanes tratan de restar importancia a la amenaza del Estado Islámico-Jorasán (EI-K), la rama regional del EI, y libran una batalla sin cuartel contra el grupo, al que combaten desde hace años. 

También aumentaron el número de redadas, especialmente en la provincia de Nangarhar (este), y detuvieron a cientos de hombres acusados de pertenecer al grupo. 

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