Solo una vez Isabel II visitó Sudamérica durante su reinado. Fue en noviembre de 1968 y su gira de 13 días incluyó nada más que dos naciones: Brasil y Chile.

El país fue el segundo destino de aquel viaje, gestionado por ocho meses por el embajador Mariano Fontecilla luego que en julio de 1965 el Presidente Eduardo Frei Montalva estuviera en Gran Bretaña.

La soberana aterrizó el 11 de noviembre y su traslado desde el aeropuerto hasta la Plaza de la Constitución, hecho sobre un vehículo descapotable junto al mandatario nacional, fue seguido por las multitudes que se congregaron en las calles, una situación que caracterizaría su estadía hasta el 18 del mismo mes.

Antes de su llegada hubo que solucionar un importante imprevisto que afectó a la que estaba apuntada como su residencia.

El Palacio Cousiño, en ese tiempo alojamiento habitual para las grandes autoridades, sufrió un incendio en parte de sus dependencias, lo que obligó una misión contrarreloj de Fontecilla para recabar, entre la socialité santiguina, el mobiliario suficiente para decorar el último piso del Hotel Carrera de la forma más distinguida posible.

Entre las actividades de la reina estuvieron la entrega de una ofrenda floral al monumento a Bernardo O'Higgins, las visitas a la Escuela Militar, el Congreso Nacional y la Corte Suprema, además de una cena en la residencia particular del Presidente, a la que estuvo junto al Duque de Edimburgo, los embajadores de ambos países y sus esposas. Para la ocasión se utilizaron la vajilla y la cuchillería que la misma monarca había regalado.

Menos protocolares, aunque igual de oficiales, fueron sus asistencias al clásico universitario y al Club Hípico.

El 13 de noviembre, después de la corta cena en el hogar de Frei Montalva, fue parte de las 80 mil personas que vio la representación teatral que antecedió el 0-0 entre la “U” y Universidad Católica. La obra "El Príncipe Feliz", de Oscar Wilde, fue preparada en su honor por el director Rodolfo Soto y le causó mucho más impresión que el partido. De hecho, se marchó una vez concluido el primer tiempo.

Su salida rumbo a Valparaíso, en la jornada del 14, incluyó un paso por el Arco Británico y un desfile naval en la Plaza Sotomayor, como parte de un acuerdo comercial por la adquisición de una fragata británica por parte de Chile.

Para el 17 de noviembre, y después de pasar unos días de descanso en el Hotel Antumalal, en Pucón, el Club Hípico organizó una carrera con su  nombre. En la ocasión visitó la troya, para saludar a los jinetes y al público, además de observar a los caballos.

Además del gran premio, ganó Quilche, al mando de Sergio Azócar, previamente la jornada incluyó una presentación del Cuadro Verde de Carabineros y Fontecilla un almuerzo cuyo menú fue descrito en detalle por los medios: aperitivo de pisco sour, langosta termidor, filete miñón con papas suflé y ensaladas surtidas, bavarois de lúcuma con castañas confitadas (marrón glacé) y café; como bajativos, coñac francés y español y vinos seleccionados de la Viña Macul.

Además de Chile y Brasil, los otros contactos que tuvo la Reina Isabel con Latinoamérica fueron las visitas que realizó a Panamá (1953) y México (1975).

 

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