Bantú, el único macho en México de la especie llamada gorila de tierras bajas occidentales, hoy en peligro de extinción, nació en cautiverio en el zoológico Chapultepec de Ciudad de México, donde era una de las principales atracciones. Actualmente existen en libertad poco menos de 175.000 ejemplares en el mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

La Comisión de Derechos Humanos de Ciudad de México aún investiga la muerte repentina de Bantú, presuntamente acaecida por error médico, el 7 de julio de 2016. El gorila, de 220 kilos y más de 1.70 metros de estatura, sufrió un paro cardíaco.

El caso de la trágica muerte del gorila resucita el debate sobre los derechos de los animales, especialmente de aquellos en cautiverio. DW habló al respecto con Peter Singer, profesor de bioética en la Universidad de Princeton, y precusor de los derechos de los animales. Singer es autor de numerosos libros, incluyendo el más reciente: “The Most Good You Can Do. How Effective Altruism Is Changing Ideas About Living Ethically”.

¿Que piensa de la muerte de Bantú?

Siempre es triste cuando un gorila muere. Algo que deberíahacernos reflexionar sobre nuestros verdaderos intereses y los del gorila. Siempre existe un riesgo de que las cosas salgan mal.

Ud. es uno de los co-fundadores del “Great Ape Project”. ¿De qué se trata este proyecto exactamente?

Se trata de un esfuerzo para establecer derechos básicos, en particular para los simios, chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes. Sabemos que son muy similares a nosotros: que son seres complejos con vida emocional, capaces de reflexionar acerca de su situación, de pensar, de resolver problemas, que son conscientes de sí mismos, y pueden pensar acerca del futuro. Los simios son tan parecidos a los humanos que debemos reconocerles algunos derechos básicos, esencialmente los que asignamos a todos los miembros de nuestra propia especie, sean o no racionales o conscientes de sí mismos. Es decir, el derecho a la vida, a la libertad y la protección contra la tortura. Nos gustaría que la ley los reconozca como personas y, por lo tanto, como seres que pueden llevar casos a las cortes. Obviamente, a través de un cuidador o defensor, tal como un niño pequeño de nuestra sociedad podría llevar un caso a las cortes.

¿No son términos como “libertad” y “cautiverio” expresión de nuestras propias proyecciones? ¿No existe una diferencia metafísica entre los humanos y los animales, debido a nuestra capacidad de pensar racionalmente?

Es cierto, pero tampoco se le puede explicar estos conceptos a un niño de dos años o a alguien con discapacidad mental. Pero a ellos no los encerramos ni los exhibimos ni realizamos con ellos experimentos médicos como con simios. Afortunadamente, ahora la investigación en grandes simios en muchos países ha sido prohibida y eso, creo yo, es en parte un resultado del trabajo realizado por “Great Ape Project”. Si pensamos que todos los seres humanos tienen derechos básicos, sin importar su capacidad de razonar o reflexionar, o de pensar en libertad, como una abstracción, pero negamos esos derechos a los chimpancés y gorilas, es creer que solo nuestra especie tiene derechos. No es defendible. Eso es muy similar al racismo o sexismo.

Algunos ven en los zoológicos un lugar en el cuál se puede aprender a respetar los animales...

No está probado que mirar animales en cautiverio nos incite preocuparnos por ellos. Sospecho que una de las lecciones más importantes que las personas aprenden en los zoológicos con jaulas, es que tenemos el derecho de encerrar animales y utilizarlos, básicamente, como forma de entretenimiento. Creo que las lecciones educativas serían más acertadas, si pueden vivir una vida más acorde con su especie. Les entenderíamos mucho mejor y también sentiríamos un mayor respeto por ellos.

Ud. es un defensor de la corriente filosófica llamada Utilitarismo de Preferencia. ¿Qué relación tiene esto con los animales?

Soy un utilitario. Creo que la acción correcta es aquella que tiene las mejores consecuencias. ¿Cuáles son esas consecuencias? Los utilitarios clásicos tratan el placer y el dolor. Los utilitarios de preferencia se ocupan de la satisfacción de las preferencias. Para ambas formas del utilitarismo es claro que los animales forman parte de la ecuación, porque ellos experimentan dolor y placer, y también tienen preferencias. Y no tenemos justificación para atribuir menos valor a esas preferencias o esos placeres y dolores, solo porque no son miembros de nuestra especie. Es por eso que creo que los animales, claramente, tienen un tipo de status moral, eso implica que tenemos que tomar en consideración sus intereses.

En su libro, “Liberación animal” (1975), pionero del movimiento animalista, Ud. trata el dominio del hombre sobre los animales. ¿Es el creciente interés por el vegetarianismo y la defensa de los animales una señal de cambio de conciencia?

Hoy hay mayor interés en los derechos de los animales, y parte de eso, sin duda, tiene que ver con los cambios en nuestra dieta, alejándonos del consumo de productos animales procedentes de granjas industriales. También se reconoce más que esto no es ambientalmente sostenible y que contribuye al cambio climático.

Ud. viaja mucho. ¿Qué diferencias ha encontrado en cuanto a la protección y trato de los animales?

He visto un progreso significativo en Europa en las últimas décadas, particularmente en cuanto a las granjas industriales. Algunos de los peores casos de confinamiento han sido prohibidos, por ejemplo las jaulas estándares que se utilizan para que las gallinas pongan huevos. Esos son avances que, según entiendo, no existen en Latinoamérica, que necesita modernizar sus leyes. También sobre experimentos de la industria cosmética en animales. Hay problemas, y no solo en Latinoamérica, sino también en Asia, por ejemplo en China, donde hay un feroz debate sobre el bienestar de los animales.

¿Por qué piensa que es tan difícil lograr mejorar las condiciones de vida de los animales en los zoológicos?

Siempre es muy difícil realizar cambios en contra de intereses ya establecidos, y los zoológicos han hecho lo que hacen por mucho tiempo. Por lo tanto, no es fácil hacerles ver que lo que practican no está bien y debe cambiar. Especialmente cuando hay zoológicos urbanos con cantidades limitadas de terreno, sin condiciones adecuadas. Deberían reducir drásticamente la cantidad de animales y la variedad de las especies que tienen. Pero les preocupa que la gente deje de visitar el zoológico, así que es una constante lucha. Debemos sacar estos zoológicos de las áreas urbanas y llevarlos fuera de las ciudades, donde puedan convertirse en parques silvestres, ofreciéndoles condiciones dignas.

 

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