Más de dos décadas han pasado desde el fin de la guerra que arrasó a Kosovo, pero para Bajram Cerkini y otros familiares de los desaparecidos del conflicto, el trauma aun persiste.

La brutal guerra de fines de los años 1990 dejó unos 13.000 muertos en los combates entre fuerzas serbias e independentistas albaneses que concluyeron con la intervención de la OTAN.

Miles más desaparecieron, muchos de ellos secuestrados y ejecutados durante la limpieza étnica con sus cuerpos arrojados a fosas comunes, pozos de agua o quemados.

En los años posteriores a la guerra, equipos de forenses de todo el mundo llegaron a Kosovo para desenterrar los restos con la esperanza de identificarlos y entregarlos a sus familias, mientras documentaban evidencia de posibles crímenes de guerra.

En algunos casos se recuperaron solo pequeños fragmentos de huesos que fueron entregados a las familias.

Pero no todos fueron hallados y 1.625 continúan oficialmente desaparecidos, según las autoridades de Kosovo.

"La guerra no ha acabado en mi familia", dice Cerkini, un kosovar albanés de 82 años de la asociación Voz de Familiares, cuyo hijo Reshat está desaparecido.

"Mi esposa aún escucha sus pasos y su voz por la noche", comenta a la AFP.

El paradero de los desaparecidos es uno de los varios temas que amenazan las intermitentes conversaciones entre Kosovo y Serbia desde que la exprovincia separatista declaró su independencia en 2008, algo que Belgrado nunca reconoció.

 Búsqueda de fosas comunes 

Autoridades de Kosovo critican a Serbia por ignorar el tema de los desaparecidos en la guerra y a menudo acusa a sus autoridades por negarse a divulgar la ubicación de las fosas.

En los momentos finales de la guerra, cuando las fuerzas serbias se retiraron de Kosovo en medio de los bombardeos de la OTAN, fosas comunes en la provincia separatista fueron abiertas y los restos llevados a Serbia para ocultar la evidencia de crímenes.

Desde el fin de la guerra, casi mil cuerpos de albaneses de Kosovo fueron exhumados de sitios en Serbia, incluyendo centenares de una fosa común en una unidad policial especial cerca de Belgrado.

"Al intentar ocultar un crimen, cometieron otro", señaló Andin Hoti, presidente del comité para los desaparecidos de Kosovo, cuyo padre permanece desaparecido.

Temas similares persisten en la vecina Bosnia, donde expertos intentan ubicar más fosas comunes cerca de Srebrenica. Unos 8.000 hombres y adolescentes musulmanes fueron matados por las fuerzas serbias en esa localidad.

"Se está volviendo más y más difícil encontrar fosas comunes. Seguimos buscando a más de mil personas", indicó Almasa Salihovic, portavoz del Centro de Memoria de Srebrenica.

El tema continúa resonando ampliamente.

En Pristina, capital de Kosovo, una exhibición de arte titulada "Una sepultura es mejor que no saber" busca capturar el dolor de los deudos, con relojes digitales rojos que muestran las horas y minutos transcurridos desde la última vez que las familias vieron a sus seres queridos.

Las familias de los desaparecidos "no quieren morir sin sepultar a sus muertos", dijo el artista Driton Selmani, creador de la muestra.

 "Quizás mañana" 

Pero incluso cuando los restos de los desaparecidos son finalmente exhumados, surgen nuevos traumas.

Vesel Rukoli fue informado en octubre de que los restos de su padre y tío fueron recuperados de una fosa en Kizevak, sur de Serbia.

Los hallazgos se dieron cinco años después de que una parte del cuerpo de su tío fue encontrado en otra localidad serbia.

Su tío fue asesinado en abril de 1999 luego de que las fuerzas serbias masacraron a casi 40 personas en la localidad de Rezala, en Kosovo.

Cuando las fuerzas serbias huyeron del sitio al día siguiente, usaron una excavadora para sacar los cuerpos, desmembrando a muchas de las víctimas.

Tras el hallazgo, la familia fue obligada a exhumar el cuerpo del tío para realizar pruebas forenses antes de enterrarlo por segunda vez.

"Fue pesado, muy desgastante", indicó Rukoli mientras ajustaba una ofrenda sobre la tumba de su tío.

Y aunque la gran mayoría de los muertos y desaparecidos son albanos étnicos, muchos serbios continúan desaparecidos, algo que Belgrado suele plantear en su duelo verbal con autoridades de Kosovo.

Las autoridades de Pristina insisten en que se toman el tema con seriedad y están excavando cinco sitios no relevados en Kosovo en busca de víctimas serbias de la guerra.

Por más de 22 años, Svetlana Marinkovic ha esperado saber de su esposo desde que desapareció poco después del fin del conflicto.

"Quizás mañana sepamos algo", dijo Marinkovic a AFP desde su casa en la localidad serbia de Gracanica. "La esperanza es lo último que se pierde".

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