El economista de izquierda Luis Arce asume este domingo la presidencia de Bolivia con el reto de lograr una reconciliación, reactivar la economía y mostrar que él lleva las riendas y no su mentor Evo Morales, quien regresará el lunes al país.

"Los desafíos del próximo gobierno son la reconciliación de un país enfrentado y la solución de múltiples crisis. Todo eso a partir de cambiar un estilo de gobierno" que no sea intransigente como el de Morales, declaró el analista político Carlos Cordero a la AFP.

Los múltiples desafíos tienen que ver con la polarización política, el enfrentamiento entre las regiones de oriente y occidente, las tensiones entre campo y ciudad, el resurgimiento de expresiones de racismo, la parcialidad de la justicia y la recuperación de una economía en deterioro.

Como delfín de Morales, Arce ganó las elecciones del 18 de octubre en primera vuelta con un contundente 55% de los votos, superando ampliamente a su principal rival, el centrista Carlos Mesa.

"A pesar de que Luis Arce fue durante muchos años ministro de Morales, hay esperanzas de que lleve delante un gobierno que no sea un retorno al pasado, que no sea un gobierno autoritario como el que llevó adelante Evo Morales", apuntó Cordero.

Gobernar para todos al margen de mezquindades políticas fue la promesa de la campaña electoral de Arce y el analista considera que sus primeras señales deben apuntar a ese propósito.  

"Despojémonos de las ideologías que nos dividen, enfrentan y agobian con falsas polémicas, racismos, nacionalismos, regionalismos y luchas de poder. Construyamos una sociedad unida respetando nuestra diversidad", exhortó la Iglesia Católica en un comunicado de la conferencia episcopal.

¿Un incómodo Evo?

Uno de los grandes retos del mandatario entrante "es afianzar su propia legitimidad ante una figura tan fuerte y además tan agresiva mediáticamente como la de Evo Morales", dijo a la AFP la politóloga Ximena Costa.

Sostuvo que, desde el primer momento, Arce debe dejar en claro que será el verdadero gobernante y que Morales no se convertirá en el poder detrás del trono.

Esta decisión depende de la correlación de fuerzas al interior del Movimiento al Socialismo (MAS), donde pugnan una corriente moderada y otra más radical y confrontacional que busca el retorno al poder del exmandatario, ahora asilado en Argentina.

Morales (2006-2019) confirmó este sábado que regresará a Bolivia el lunes, un año después de renunciar tras perder el apoyo de las fuerzas armadas en medio protestas en su contra y denuncias de fraude electoral. 

El exmandatario ingresará en caravana por la frontera con Argentina y emprenderá un recorrido de 1.100 kilómetros hasta el Trópico de Cochabamba, donde emergió como líder de los cocaleros, en una travesía que amenaza con acaparar la atención nacional e internacional y opacar la agenda de Arce en La Paz.

Costa afirmó que el retorno será "un dolor de cabeza para el nuevo gobierno", por lo que sugirió "establecer un acuerdo interno (en el MAS) para que Evo Morales no vuelva al país por un tiempo, porque eso debilita a los nuevos gobernantes, los desgasta y los hace ver como a sus marionetas y no como a mandatarios".

Por otro milagro

Otro enorme desafío del nuevo mandatario de 57 años de edad es la recuperación del aparato económico, golpeado por la pandemia. 

Como ministro de Economía, Arce se ufanaba de haber conseguido elevadas tasas de crecimiento y haber reducido los índices de pobreza y desigualdad, en un período bonanza favorecido por el auge de los precios de las materias primas.

A junio pasado, la economía boliviana presenta una tasa de crecimiento de -11%, un déficit fiscal del 9%, mayores niveles de endeudamiento, disminución de ingresos fiscales y pérdida de reservas. 

En este contexto completamente adverso, Arce deberá demostrar su capacidad de volver a hacer milagros, pero le será difícil sin contar con respaldo político más allá del oficialismo. Para ello debe dar pasos de acercamiento hacia sus adversarios.

Los analistas consideran que para mostrar buena voluntad, el MAS debería anular la decisión del parlamento saliente que modificó un reglamento interno reduciendo el quorum para aprobar ciertas disposiciones.

Tal modificación fue hecha a último minuto para asegurar que el MAS siga controlando el Congreso boliviano a pesar de haber perdido su mayoría de dos tercios, quedando ahora con mayoría simple.

En protesta, la bancada opositora anunció que no asistirá al acto de posesión de Arce, un mal presagio para el nuevo presidente. 

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