Ocho meses después de asumir el control del gobierno y el Congreso en Washington, los republicanos renunciaron este martes a votar la derogación de la ley sobre cobertura de salud de Barack Obama, por falta de consenso sobre el texto que debería reemplazar la ley demócrata, conocida como "Obamacare".

El presidente Donald Trump había retomado su compromiso de la campaña electoral, repetido en cada cita electoral desde 2010. Incitó a la mayoría de su partido durante la primavera, el verano y ahora en el otoño boreal, a superar sus diferencias y a aprobar una reforma, la que sea, para poder anunciar a su electorado: promesa cumplida.

Los republicanos moderados se negaron a apoyar una derogación que habría podido dejar a millones de estadounidenses sin seguro de salud. Y los más conservadores rechazaron las diversas versiones del plan republicano porque no derogaban enteramente 'Obamacare'.

Después de varias semanas de negociaciones tras bambalinas para resucitar el proyecto, la mayoría arrojó oficialmente la toalla este martes, a pocos días de la fecha tope del 30 de septiembre, el fin del año fiscal.

"Decidimos que, puesto que no tenemos los votos, pospondremos esa votación", dijo a periodistas el senador Bill Cassidy. A su lado, Lindsey Graham insistió en que la idea de acabar con 'Obamacare' seguía en pie. "Vamos a llegar ahí", aseguró.

En julio habían sometido a votación otra versión del proyecto de derogación, que fracasó a causa de la defección de tres de los 52 senadores de la mayoría (de un total de 100). En todos los casos John McCain estuvo entre los rebeldes, provocando la ira de Trump. "Estamos muy decepcionados con algunos autodenominados republicanos", dijo el presidente.

Los promotores de la derogación afirmaron que volverían a la carga el año próximo. Pero a mediano plazo esta página ya ha pasado.

El jefe de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, anunció que de aquí en más la prioridad sería la reforma fiscal, prometida para antes de fin de año. Su contenido será anunciado el miércoles.

Fracaso compartido

El fracaso es tanto del Partido Republicano como de Donald Trump. El primero había convertido a la derogación en su gran meta durante siete años, pero se mostró incapaz de formular un sistema alternativo al 'Obamacare' susceptible de hacer bajar los costos de la atención sanitaria sin excluir a nadie del sistema de salud.

En lo que atañe al presidente, acaba de poner en evidencia que su influencia sobre el Congreso es limitada.

Trump buscó tanto seducir como amenazar a los senadores republicanos, pero éstos no dudaron en decirle 'no', por tenerle más temor a la reacción de los habitantes de sus estados que a la ira de un presidente poco interesado en las sutilezas del sistema de salud.

Los tres rebeldes republicanos se opusieron por razones diferentes. John McCain consideraba que la propuesta de ley era una improvisación; el conservador Rand Paul la encontraba demasiado tímida y la senadora moderada por Maine, Susan Collins, la estimaba cruel para los más pobres, que hubieran visto limitado su acceso a la atención médica. Otros parecían dispuestos a sumárseles.

"Los estadounidenses lograron una gran victoria", proclamó el senador demócrata y ex precandidato a la Casa Blanca Bernie Sanders. 

"Pero sabemos bien que el 'statu quo' no basta. Es tiempo de sumarnos al resto del mundo industrializado y garantizar a todos los estadounidenses el acceso a la atención sanitaria, gracias a un programa Medicare para todos", dijo. Medicare es el seguro de salud pública para las personas de más 65 de años, que el legislador socialista quiere extender a toda la población.

La oposición demócrata no está unida detrás de la idea de una cobertura de enfermedad a la europea. Los demócratas han propuesto colaborar con los republicanos para "reparar" Obamacare, que provocó un alza de los precios de los seguros para una pequeña parte de la población.

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