AFP

El jefe del gobierno español Pedro Sánchez recibirá el lunes por primera vez al presidente catalán Quim Torra en el inicio del complicado deshielo que quiere abordar el líder socialista tras las tensiones por la fallida secesión de 2017.

Llevado al poder el 1 de junio por el Congreso, en parte gracias al apoyo de los independentistas, Sánchez prometió normalizar las relaciones entre Madrid y Cataluña, rotas por completo durante los mandatos de su antecesor Mariano Rajoy.

La promesa se concretó en el traslado el miércoles de seis independentistas encarcelados cerca de Madrid a prisiones catalanas y continuará el lunes con la primera visita oficial en dos años de un presidente catalán al palacio de la Moncloa.

La desconfianza mutua marca todavía las relaciones entre Madrid y Barcelona, separados especialmente respecto al derecho de autodeterminación de esta rica región del noreste de España.

Investido a mediados de mayo, Torra afirmó el jueves que el objetivo del encuentro del lunes es "saber cuál es el proyecto de los socialistas sobre el derecho de autodeterminación de los catalanes".

- No al referéndum -

La respuesta le llegó antes incluso de la reunión: "el derecho a la autodeterminación no está contemplado en nuestra Carta Magna", afirmó la portavoz del gobierno español Isabel Celáa.

"El tema se tiene que abordar y nuestra propuesta para arreglarlo es un referéndum de autodeterminación, si ellos tienen una idea mejor nos lo tienen que explicar", dijo a la AFP un alto funcionario del gobierno catalán.

La ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, encargada del dosier catalán, evocó a principios de junio una posible reforma de la Constitución para avanzar hacia un Estado federal pero, con solo 84 diputados de 350 en el Congreso, su margen de maniobra es muy limitado.

Sánchez "no entrará en algo que sea demasiado complicado por un partido que es tan minoritario", señaló Fernando Vallespín, profesor de políticas de la Universidad Autónoma de Madrid.

"No hay mayoría en España para hacer una revisión de la Constitución. La derecha tiene la posibilidad de bloquearla", añadió.

Las relaciones entre Barcelona y Madrid saltaron por los aires en otoño, cuando el gobierno regional dirigido entonces por Carles Puigdemont organizó un referéndum ilegal de autodeterminación el 1 de octubre, fuertemente reprimido por la policía española, y el Parlamento catalán declaró la secesión el 27 de ese mes.

Rajoy, con el respaldo del entonces opositor Pedro Sánchez, intervino la autonomía regional, decretó el cese del gobierno regional y la disolución del Parlamento regional para convocar unas nuevas elecciones en diciembre.

Los independentistas, con sus principales líderes encarcelados o en el extranjero imputados por el grave delito de rebelión, ganaron los comicios y mantienen el poder con alrededor de 2 millones de votos en una región de 7,5 millones de habitantes.

- Un camino largo -

Con mayoría absoluta en el Parlamento regional, los independentistas están divididos entre los partidarios de la moderación tras el fracaso de la vía unilateral y los más radicales, como Puigdemont, que apuestan por mantener la conflictividad con Madrid.

Muestra de este dilema, el jueves respaldaron una moción del partido socialista catalán que propone abrir una mesa de diálogo entre los partidos catalanes y otra de la izquierda radical separatista donde reafirman su voluntad de conseguir una república independiente.

Esta segunda moción será recurrida ante el Tribunal Constitucional por el gobierno de Sánchez, informó su portavoz Celáa, despertando las críticas de los separatistas.

Aun así, desde el gobierno regional se muestran pacientes respecto a la negociación: "Esto no se arregla ni en una reunión, ni en dos ni en tres (...) Se tiene que seguir hablando", dijo el alto funcionario catalán.

De hecho, el mismo Torra ofreció el jueves a Sánchez una segunda reunión en septiembre, esta vez en Barcelona.

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