Se los puede ver encapuchados por las calles de La Paz y El Alto como si estuvieran haciendo algo fuera de la ley.

Pero no, los limpiabotas de ambas ciudades bolivianas se cubren el rostro y no están haciendo nada necesariamente ilegal.

"Estos son los únicos trabajadores callejeros que se tapan la cara. Se cubren por discriminación, porque hay un estigma social, es un trabajo de baja calidad, a los que recurren porque no hay otra opción", dijo a BBC Mundo el sociólogo boliviano Óscar Rocabado, experto en temas de desarrollo y calidad de empleo.

"Algunos dicen bromeando que lo hacen (taparse la cara) por el olor de los pies, pero yo creo que es básicamente por el estigma social. Ellos mismos lo reconocen", agrega Rocabado.

En La Paz y El Alto hay entre 3.000 y 3.500 limpiabotas, desde niños hasta personas de la tercera edad, según cálculos de distintas federaciones y fundaciones relacionadas con el oficio.

El fotógrafo uruguayo Federico Estol retrató a algunos de ellos y a su trabajo para el proyecto "Héroes del brillo", para alejarlos del estigma que pesa sobre este oficio.

La serie fue realizada entre 2015 y 2017 en colaboración con la ONG Hormigón Armado, dedicada a ayudar a los "lustracalzados".

Estol contó a BBC Mundo que estos trabajadores son discriminados "por la gente que los conoce, de su entorno, su barrio y su familia".

"Es como el trabajo más bajo de la sociedad boliviana", agrega el autor del proyecto.
Además, según el sociólogo Rocabado, hay gente que piensa que se drogan con "clefa" o pegamento para zapatos.

Entonces los limpiabotas se cubren el rostro para no ser asociados con los que sí lo hacen.

El limpiabotas Manuel Castillo, de 28 años, dijo a BBC Mundo que se tapa la cara "porque se ve fuera de lo común" y porque "es algo distintivo de La Paz".

Pero también porque trata de "matar el estigma y la discriminación".

Castillo limpia zapatos hace 20 años y al inicio no ocultaba su identidad.

"Pero empecé a sentir la discriminación, incluso en mi propia familia. En el colegio, cuando se enteraron de que lustraba, empezaron a ocultarme las cosas, me dejaron de hablar, me señalaron...", asegura.

Debido a esta situación de discriminación, el autor del proyecto quiso mostrar a los lustrabotas de manera diferente.

"Como ocultan su identidad, tienen sus herramientas y cumplen un bien social, ayudan a la gente, tienen todos los elementos de un superhéroe. Entonces usamos todo lo que tiene el cómic para crear una serie de fotos que los mostrara mágicos, como una fantasía", relata Estol.

"No los muestro lustrando, si no con una luz saliendo de ellos y a los zapatos los muestro casi como una obra de magia", explica el fotógrafo.

Ahora los lustrabotas están vendiendo estas fotos como postales, según Estol, y en noviembre se publicará un libro con las imágenes con el fin de recaudar fondos para que estos trabajadores puedan acceder a un seguro de salud.

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