Al lado de Angela Merkel, Theresa May o François Hollande, el nombre de Mark Rutte no resulta tan conocido.

El primer ministro de Holanda, del partido liberal de derecha VVD, no suele generar grandes titulares ni ocupar portadas a toda página.

Sin embargo, en estos días su nombre se oye cada vez más, así como el de otros políticos holandeses.

No sólo por la reciente disputa diplomática entre Holanda y Turquía, sino porque este miércoles se celebran en el país europeo unas elecciones parlamentarias que están atrayendo más atención internacional que nunca.

¿Por qué?

Holanda, Francia y Alemania celebran este año elecciones que se consideran cruciales para el proyecto europeo.

Europa se mantiene atenta

Tras la decisión de los británicos de abandonar la Unión Europea (el llamado Brexit) y la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, llegó el turno de las elecciones generales en varios países europeos.

A Holanda le seguirán Francia, Alemania y posiblemente Italia.

En un clima de polarización y desencanto con los partidos tradicionales, Holanda puede dar una idea de hasta dónde llegarán los votantes para expresar su indignación.

"Todo es posible, hay cantidad de personas que todavía no se han decidido y la situación es muy vulnerable; cualquier cosa, cualquier incidente puede cambiar el resultado de las elecciones", le dice a BBC Mundo Kathleen Ferrier, exparlamentaria holandesa por el partido demócrata cristiano CDA y especialista en relaciones internacionales y derechos humanos.

"Lo que se notó después de la victoria de Trump en EE.UU. fue un sentimiento de que si allá es posible -nadie había esperado hace un año o medio año el triunfo de Trump- por qué no puede ser que Geert Wilders gane en Holanda o Marine Le Pen en Francia,

"Esa impresión ha ido cambiando, es interesante ver que el hecho de que todos creen que hay un caos en EE.UU. hace que la gente que está a favor de algo nuevo en la política vea que el cambio tiene sus lados muy negativos", señala Ferrier.

Los candidatos en las elecciones holandesas visitaron la sede del periódico De Telegraaf en la recta final de la campaña

Recuperación de la identidad

Con la crisis financiera prácticamente superada y el índice de desempleo en niveles bajos, la economía no será el factor que haga definir el voto holandés.

En su lugar, cuestiones como la identidad, la inmigración y el populismo son elementos esenciales para comprender qué está en juego en estas elecciones.

Uno de los candidatos con más respaldo según los sondeos es Geert Wilders, del Partido para la libertad (PVV) que, entre otras cosas aboga por la salida de Holanda de la Unión Europea y el abandono del euro para regresar al florin como moneda corriente.

También quiere prohibir el Corán y cerrar las mezquitas del país.

El primer ministro holandés Mark Rutte, del partido liberal de derecha VVD, espera poder mantenerse al frente del gobierno, que actualmente lidera junto a los socialdemócratas del PvdA.

En los últimos días su candidatura parece haber perdido fuerza pero aun así domina el discurso que caracteriza esta campaña.

E incluso consigue que otros líderes hablen de una menera parecida a la suya.

Es el caso de Rutte, hace unos días presentó una carta abierta en la que escribió que algo no funciona en el país y emplazaba a los inmigrantes a que "se comporten normalmente o se vayan".

El compañero de filas de Rutte, Anne Mulder, dijo en entrevista con la BBC que lo que define esta elección es la identidad, "lo que hace a Holanda ser Holanda".

"La gente está buscando su identidad, nuestros sentimientos compartidos, ser normales. No es sólo el islam, pero si las personas dejan a su esposa en casa, si no hay igualdad entre hombres y mujeres…".

El islam es uno de los grandes temas de estas elecciones en Holanda.

Inmigración y fronteras

La cuestión de la identidad está ligada en este caso con la inmigración que, según los holandeses más descontentos, está fuera de control.

De ello responsabilizan a una elite política que no los escucha y a una Unión Europea que obliga a su país a no tener fronteras.

"Es como si no te dejaran tener una puerta con llave en tu casa", denuncia Wilders como parte de una retórica que le genera las simpatías de un 20% del electorado.

"Voy a votar por Wilders. Es directo, va al grano. No debemos acoger a tanta gente que profesa la fe musulmana", le dice a la BBC Matthijs, un hombre en un centro comunitario de Rotterdam.

"Creo que debemos cerrar las fronteras y tener menos extranjeros. La gente aquí es cada vez más pobre, hay niños que no desayunan y no tienen ropa".

Esta narrativa no es exclusiva de Holanda, y será eje también en las elecciones francesas y alemanas.

Geert Wilders circula entre severas medidas de seguridad tras las múltiples amenazas de muerte que ha recibido.

Termómetro

En este sentido, la convocatoria del 15 de marzo puede servir de termómetro para saber si ese rechazo a lo foráneo se plasma en las urnas,

"Lo que ha pasado en Holanda es que la cooperación tradicional que se ha dado siempre entre los diferentes grupos y la tolerancia han desaparecido en gran parte", expone Wim Jansen, periodista y analista político holandés.

"Los hombres blancos enojados forman un grupo grande", le dice Jansen a BBC Mundo.

"Ellos opinan que en los últimos 20 años ha habido muchos problemas con los marroquíes que, desde su punto de vista, han recibido cuidados especiales, atención y subsidios pero no se integran".

"Los indignados se sienten olvidados por el gobierno. Sin embargo, el ver los efectos del gobierno de Trump en EE.UU. puede hacer que disminuya el respaldo a Wilders, incluso de este grupo en particular".

La antigua prisión De Koepel en Haarlem, Holanda, fue reconvertida en centro de acogida para refugiados y solicitantes de asilo.

El descontento como tendencia global

Tanto en el caso del Brexit como en la victoria de Trump se habló de un voto de castigo de una ciudadanía harta de sus gobernantes.

"El ingreso de la familia promedio no crece más, eso crea un descontento y sobre todo un sentimiento de inseguridad y es justamente ese sentimiento de inseguridad lo que personas como Geert Wilders alimentan", opina Ferrier.

"Eso va más allá de la inmigración, que es lo más palpable. Pero hay otros elementos de fondo, efectos de la globalización que influyen en la vida de la gente", añade.

Algunas personas decidieron mostrar su apoyo a los musulmanes en la mezquita de Rotterdam tras el ataque del pasado en una mezquita de Québec, Canadá.

"Los ciudadanos están hartos de las elites políticas. Desde 2008 existe esa idea de que los líderes sólo ven su propio mundo y no las necesidades de la gente. Ese problema los políticos no lo han tomado suficientemente en serio", sostiene Ferrier.

Sin embargo, la exparlamentaria considera que Holanda y EE.UU. son totalmente distintos.

"Yo conozco Holanda como un país pragmático en el que la gente siempre ha sabido que es muy importante mirar al exterior".

"Un discurso de 'Holanda primero' no cala porque es un país que no va a sobrevivir solo con lo pequeño que es. Eso es prometer cosas que en realidad la gente sabe que a largo plazo no están a favor de la economía de Holanda"

El líder del partido de centro izquierda D66, Alexander Pechtold, confía en formar parte de un gobierno de coalición.

Críticas a la Unión Europea

Ese enfado se traduce también en rechazo a la Unión Europea, a la que los más indulgentes califican de monstruo burocrático y los más críticos consideran una organización totalitaria.

El Parlamento holandés debatirá próximamente la conveniencia de mantener el euro como moneda y Wilders promete un referendo para que el país salga de la UE, el Nexit.

"Los holandeses quieren ser parte de la Unión Europea", indica el periodista Wim Jansen. "Un 20% quiere salir de la UE, pero un 80% quiere quedarse".

El candidato del partido Izquierda Verde (GroenLinks) Jesse Klaver goza cada vez de más apoyos entre el electorado y puede servir de contrapeso al líder antiislam Geert Wilders, del Partido para la Libertad.

Para Kathleen Ferrier este miércoles está en juego el gran proyecto europeo.

Esto hace que crezca la ansiedad ante posibles interferencias extranjeras: las agencias de inteligencia advierten que Rusia está intentando ayudar a los partidos de extrema derecha a través del hackeo y de campañas de desinformación.

"Si Europa se convierte en un grupo de países que dicen 'Holanda primero, Francia primero, Alemania primero' se pierde esa idea de una Europa unida con valores y también importante en cuanto a la economía.

"Se va a crear un hueco que puede ser peligroso para la estabilidad de poderes en el mundo", subraya.

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