AFP

El gobierno del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, enfrentaba este sábado fuertes protestas y cortes de rutas en contra de sus políticas, mientras el episcopado busca el camino para fijar fecha a un diálogo que ponga fin a la crisis, que deja 51 muertos en menos de un mes.

Mientras esto ocurre, el Ejército tomó distancia del mandatario al anunciar que sus efectivos no reprimirán a los manifestantes antigubernamentales.

"No tenemos porque reprimir (..) creemos que el diálogo es la solución" para resolver la actual crisis, dijo a la AFP el portavoz del Ejército, el coronel Manuel Guevara.

Las protestas se extendían en al menos ocho departamentos del país, donde en los últimos dos días se registraron enfrentamientos entre manifestantes, policías y fuerzas de choque del gobierno.

Los choques más violentos se produjeron en Masaya (sur), donde la Asociación Nicaragüense de Protección de Derechos Humanos (ANPD) reportó que los disturbios dejaron más de 100 heridos desde el viernes.

"Me han comunicado que hay una muerte (en Masaya), que hay varios heridos, invito a todos a buscar como parar esta situación que está llevando mas dolor" al pueblo, se lamentó el cardenal Leopoldo Brenes, presidente de la Conferencia Episcopal.

En el barrio indígena de Monimbó de Masaya -antiguo enclave de la lucha sandinista contra la dictadura de los Somoza (1934-1979)- los manifestantes levantaron barricadas.  

Mientras se registraban los enfrentamientos, el presidente Daniel Ortega llamó a poner fin a la violencia y subrayó que "la paz es el camino y la única puerta a la convivencia".

"Queremos reiterar el llamado y el compromiso de ponerle fin a la muerte y la destrucción. Que no se siga derramando sangre de hermanos", señaló Ortega en un comunicado que fue leído en televisión.

- "Que se vayan" -

En Chontales (este), más de mil campesinos bloquearon el tráfico, afectando el paso de los camiones que trasladan alimentos a los mercados de la capital.

En Managua, en el Mercado Oriental, el mayor centro de compras de Nicaragua, los comerciantes construyeron barricadas con adoquines para defenderse de los saqueadores, que el viernes intentaron arrasar con sus negocios, y expresaron su rechazo al gobierno. 

Estudiantes universitarios también salieron a las calles este sábado en la capital para exigir justicia por los muertos en las protestas.

En paralelo, el gobierno denunció la quema de dos alcaldías, una casa del oficialista Partido Sandinista y un camión por parte de "grupos vandálicos", a los que acusa de tratar de "desestabilizar" el país. Informó, además, que la casa de la diputada nicaragüense ante el Parlamento Centroamericano, Jacaranda Fernández, fue saqueada por delincuentes.

- Entre el diálogo y la violencia -

La intensa jornada de protestas se produce en medio de los esfuerzos que realiza la Conferencia Episcopal para calmar los ánimos y convocar a un dialogo, en el cual fungirán como mediadores.

Ante el nuevo empuje represivo del gobierno, los obispos urgieron a Ortega a frenar la violencia y permitir el ingreso de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para investigar la situación, como paso previo al diálogo.

También instaron a Ortega a dar "signos creíbles de su voluntad de diálogo", suprimiendo "los cuerpos paramilitares y fuerzas de choque".

Ortega respondió señalando que "estamos de acuerdo en trabajar cada uno de los puntos allí planteados (por los obispos), tomando en cuenta que en todos se recoge su buena voluntad como mediadores y testigos", aunque no específico cómo ni cuándo procederá a cumplir las demandas.

Las protestas comenzaron el 18 de abril en rechazo de una reforma del seguro social, que desencadenó protestas en todo el país ante la ira que causó la represión del gobierno y para reclamar democracia y libertad.

El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) contabiliza hasta el momento 51 muertos y más de 400 heridos.

A juicio del exdiplomático y analista Róger Guevara, Nicaragua intentará superar la crisis mediante "un diálogo que no parece avanzar, pero que es lo más saludable dentro del plano de soluciones pacíficas" pese al rencor que hay por las vidas perdidas, dijo a la AFP 

- "Igual que Somoza" -

Ortega, un exguerrillero de 72 años, gobernó tras la victoria de la revolución sandinista (1979-90) que puso fin a la dinastía de la familia Somoza y retornó al poder en 2007.

"La gente exige un cambio porque llegó a la convicción de que el régimen (de Ortega) no tiene nada que ofrecer para el futuro del país", advirtió en su blog el exdiputado de la disidencia sandinista, el abogado y economista Enrique Sáenz.

Ortega es "igual que Somoza. La diferencia está en que Somoza enfrentaba una insurrección armada (y) Ortega se ensaña en una insurrección cívica desarmada", apuntó Sáenz.

Mientras tanto, los manifestantes continuaban empeñados en seguir derrumbando los famosos "árboles de la vida", enormes estructuras metálicas que simbolizan el poder de la pareja presidencial y que fueron construidos en varias ciudades en Nicaragua.

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