Rishi Khanal, un joven de 27 años había terminado recién de almorzar, en un hotel de Katmandú, el pasado sábado en Nepal. Cuando comenzó el terremoto de 7.8 grados Richter que sacudió el país y derrumbó la estructura del hotel en que se hospedaba. 

El joven quedó atrapado en los escombros del edificio por 82 horas junto a los cadáveres de los residentes del hotel y podría haber sido una más de las 4.300 víctimas fatales del terremoto, si no fuera porque bebió su propia orina en un intento desesperado por sobrevivir.

Cuando comenzó el sismo, el joven se encontraba en el segundo piso del hotel y fue golpeado por la caída de la mampostería, quedando atrapado con una de sus piernas aplastadas bajo los escombros.

Durante ese tiempo, el joven se mantuvo bebiendo su orina y rodeado de gente muerta y un olor terrible.  Khanal, golpeaba los escombros a su alrededor con la esperanza de que alguien lo escuchara y fue así como atrajo la atención de un equipo de rescate francés que lo sacó ayer del edificio, después de una operación que duró más de 10 horas. 

El equipo francés había traído detectores especiales para averiguar si alguien todavía estaba vivo, y Khanal se encontraba casi sin respirar. 

El joven cuenta hoy desde el hospital, que ayer ya no tenia muchas esperanzas de seguir con vida, "Tuve esperanza aunque el martes ya había renunciado. Mis uñas estaban blancas y mis labios agrietados. Estaba seguro que nadie iba a venir a por mí. Estaba seguro de que iba a morir", explicó a la agencia Associated Press desde su cama del hospital y rodeado de su familia.

 

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