Los presidentes que buscan ser reelectos suelen confrontar con sus rivales políticos. Pero el estadounidense Donald Trump ha decidido, en cambio, contender con la ciencia.

Dos señales claras de esa actitud desafiante surgieron esta semana, a menos de 50 días para las elecciones del 3 de noviembre.

El miércoles, Trump contradijo en público al director de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), quien había descartado que una vacuna contra el coronavirus pueda estar disponible masivamente antes de mediados de 2021 y dicho que el uso de mascarillas puede ser más efectivo que la vacuna para evitar contagios.

"Cometió un error", sostuvo Trump sobre cada una de esas dos consideraciones del doctor Robert Redfield.

El presidente insistió durante una conferencia de prensa en que podría anunciarse una vacuna contra el covid-19 en octubre o "un poco después" y prometió que la misma estará a disposición del público "inmediatamente".

Unos días antes, Trump se había negado a admitir que los masivos incendios desatados en la costa oeste del país estén vinculados al cambio climático como advierten diversos científicos.

"No creo que la ciencia sepa" al respecto, dijo Trump durante una visita a California el lunes, tras sugerir que pronto "empezará a ponerse más frío".

Estos comentarios tan tajantes contra valoraciones científicas son considerados insólitos incluso para un presidente como Trump, que tiene una larga historia de discrepancias con expertos en temas como el coronavirus o el cambio climático.

"Es un paso por encima de su línea habitual, y su línea habitual es muy extrema", señala W. Henry Lambright, un profesor de Ciencia Política en la Universidad de Syracuse experto en la relación entre gobierno y ciencia.

"Es algo extremadamente raro, no recuerdo a un presidente en los últimos años que lo haya hecho", dice Lambright a BBC Mundo.

La cuestión ahora es qué consecuencias puede tener esto.

La elección y después

Con casi 200.000 muertos a causa del covid-19, EE.UU. es el país del mundo más golpeado por la pandemia, hecho que se ha vuelto un factor decisivo para las elecciones de noviembre.

Mientras Trump parece apostar todo a tener una vacuna disponible cuanto antes, la oposición demócrata sospecha que quiere politizar el tema y lo fustiga por su manejo general de la crisis del coronavirus, echándole en cara que haya minimizado su peligrosidad.

"Confío en las vacunas. Confío en los científicos. Pero no confío en Donald Trump", dijo el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, el miércoles. "Y en este momento el pueblo estadounidense tampoco puede".

Biden también fustigó a Trump el lunes por sus posturas frente al calentamiento global y lo calificó de "pirómano climático".

El presidente, que ha recortado regulaciones ambientales, atribuyó los incendios en California a una gestión forestal deficiente, aunque buena parte de los bosques en ese estado son controlados por el gobierno federal.

De esta forma, el tema del cambio climático también irrumpió en la recta final de la campaña electoral.

Las encuestas sugieren que las políticas climáticas y la pandemia preocupan a la mayoría de los estadounidenses, pero las opiniones varían de gran forma según el prisma partidario de cada uno.

Por ejemplo, menos de un tercio de los estadounidenses (31%) confían en los dichos de Trump sobre el coronavirus, mientras una mayoría (55%) confía de los CDC, indicó un sondeo de la cadena NBC News el mes pasado.

Sin embargo, entre los republicanos el nivel de confianza en los comentarios del presidente crece más del doble hasta 69%.

Respecto al cambio climático, una encuesta del Centro de Investigación Pew indicó en octubre que dos tercios de los estadounidenses (67%) opinaban que el gobierno no hacía lo suficiente pera reducir sus efectos.

Pero mientras 71% de los demócratas veía como beneficiosas las políticas contra el cambio climático, dos tercios de los republicanos (65%) opinaba que esas políticas no hacen diferencia alguna o provocan más daños que beneficios al medio ambiente.

Así las cosas, y con Trump varios puntos detrás de Biden en distintas encuestas, es incierto el impacto electoral que pueden tener sus embates con la ciencia.

"No veo cómo esto puede ayudarle, (pero) con su base dura de seguidores nada parece dañarlo", le dice a BBC Mundo Robert Erikson, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Columbia y experto en opinión pública y elecciones.

A su juicio, Trump parece estar apelando "a esa porción de su base que es escéptica de la ciencia, pero por supuesto las consecuencias de esto a largo plazo pueden ser desastrosas".

Lambright, por su lado, también advierte que Trump pudo haber sentado un precedente para futuros gobiernos.

"Es posible que los sucesores de Trump no sean tan extremos como él", dice, "pero serán menos reacios a desafiar a los científicos cuando no se ajusten a sus posiciones políticas".

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