La llama olímpica aterrizó el viernes en Japón, donde el recibimiento festivo ha sido reducido a la mínima expresión debido a la pandemia del nuevo coronavirus, que hace planear muchas dudas sobre si Tokio podrá acoger los Juegos Olímpicos (24 julio-9 agosto) según los planes previstos.

Sin embargo, unos 200 niños de escuelas locales que debían acoger la llama fueron mantenidos alejados como parte de lo que los organizadores llamaron la decisión "desgarradora" de reducir los eventos mientras el mundo lucha contra la pandemia de COVID-19.

"Nos rompe el corazón", había admitido el martes el director ejecutivo del Comité de Organización de Tokio-2020, Toshiro Muto, resignándose a anunciar medidas para limitar la propagación del coronavirus durante el relevo de la llama a través del país.

Ese fuego, símbolo de la unión de la Humanidad en torno al espíritu olímpico, fue encendido sin público el pasado 12 de marzo en las ruinas de Olimpia, en Grecia. Durante su corto periplo por suelo griego se decidió detener los relevos por la alta afluencia de público, también como medida ante la pandemia.

Surgida en China en diciembre, la enfermedad ha provocado casi 9.000 fallecimientos en todo el mundo, obligando al confinamiento de países enteros, mientras se disparan los temores a los temibles efectos en la economía mundial.

Comenzando su recorrido por Tohoku (región del noreste), la llama debía simbolizar la reconstrucción de las zonas castigadas por el gigantesco tsunami del 11 de marzo de 2011, que provocó además la catástrofe nuclear de Fukushima.

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