En 25 años de cobertura periodística, no puedo pensar en un peor momento para la diplomacia y la necesidad de forjar acuerdos internacionales.

El año que viene estará lleno de desafíos para los diplomáticos.

Una tormenta perfecta de populismo y política basada en la identidad y la inseguridad alcanza a los electorados de todo el mundo.

Acosados por la inseguridad (económica y física), los votantes en muchas democracias se han desplazado hacia los partidos que rechazan los modelos de cooperación tradicionales.

Populismos de izquierda y derecha

El primer ministro irlandés, Enda Kenny, dirigiéndose a una conferencia de partidos de centro-derecha de Europa, advirtió de "los peligros del populismo", en referencia a la subida de los partidos de izquierda en España y Portugal.

Mientras tanto, frases similares sobre el populismo se han utilizado en relación con el avance de la derecha en Polonia y Francia.

"Populismo" en este contexto no es más que la democracia revelando el creciente extremismo electoral y la polarización de las posiciones que se extienden mucho más allá de Europa.

Pat Buchanan, un candidato outsider (de fuera) en tres elecciones presidenciales estadounidenses señala: "El nacionalismo, el tribalismo y la fe son las fuerzas que impulsan ahora y están destruyendo las instituciones internacionales en todo el mundo".

En Europa, la migración masiva puso esto en evidencia.

Las acciones unilaterales, como la decisión de este verano del primer ministro húngaro, Viktor Orban, de erigir un muro en la frontera, han elevado la presión sobre otros países europeos y desafió a toda la Unión Europea (UE).

Como el tema de la migración domina los encuentros europeos, dejando fuera otros elementos de la agenda, algunos ven esto como una amenaza existencial a la UE.

"Nadie puede decir que la Unión Europea seguirá existiendo de esta forma en 10 años", dijo el socialista presidente del Parlamento Europeo Martin Schulz.

"El retroceso de muchos gobiernos al pensamiento basado en la nación es fatal", añadió.

La posibilidad de que el Reino Unido pueda votar para salir de la UE en 2016 subraya la amenaza vista por muchos eurócratas.

"¿Nueva era de apartheid?"

¿En última instancia, los líderes que embanderan la ansiedad popular por la crisis de migrantes no están simplemente comportándose según una moda o tendencia?

Cuando Angela Merkel declaró las puertas abiertas a los refugiados sirios en Alemania, sin votación parlamentaria dentro de su propio país y sin consultar con los aliados de la UE (que podían estar en contra de una postura populista), ¿no socavó la cooperación y la democracia europea?

Reflexionando sobre estos dilemas, el filósofo esloveno Slavoj Žižek escribió: "Definitivamente vivimos tiempos interesantes".

El pensador sugiere que el mundo puede estar acercándose a "una nueva era de apartheid" en la que los países más ricos tratan de sellarse a sí mismos de los pobres devastados por la guerra.

Como este análisis sugiere, los horizontes de oscurecimiento de la cooperación internacional se extienden mucho más allá de Europa.

Políticas planteadas en EE.UU. por el precandidato Donald Trump como amurallar la frontera México o la prohibición a los musulmanes de entrar a su país le han dado la ventaja en las encuestas para la nominación presidencial del Partido Republicano.

¿Son Trump o Marine Le Pen realmente elegibles?

Independientemente de la respuesta, si el centro político se está reduciendo minado por las insurgencias políticas de izquierda y derecha, se hace más difícil conseguir apoyo para las políticas internacionales impopulares.

Más si se relacionan con el comercio, la inmigración o la acción militar.

Caudillos ambiciosos

Uno tiene que mirar no más allá del efecto de todo esto en cualquier acción colectiva.

Ver cómo algunos países europeos se han negado a aceptar las cuotas de refugiados supuestamente obligatorias, mientras otros se inscribieron arrastrando sus talones.

La situación se puede complicar más con los planes de la comisión europea para una nueva fuerza fronteriza.

Si se materializa, mediante la inserción de unidades de frontera en la periferia de Europa, incluso podría llegar a ir contra la voluntad de algún país involucrado.

Se corre el riesgo de un tipo diferente de crisis.

Con sus líderes nacionales acosados por la duda y la polarización política, un buen número de insurgentes políticos de Europa, desde la izquierda y la derecha, expresan su admiración por el presidente ruso Vladimir Putin.

Al menos, dice su argumento, él "se encarga de las cosas" como en Siria.

Mientras muchos otros, incluyendo al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, comparan las acciones de Putin en Ucrania con la década de 1930.

La ruptura ideológica de aquellos tiempos ya no existe y el líder ruso ha ganado la admiración de nacionalistas occidentales como Trump y Le Pen.

Los recientes problemas de Rusia con Turquía muestran que las naciones guiadas por caudillos ambiciosos también están haciendo la política mundial menos predecible, así como menos armoniosa.

El Kremlin ha desatado sanciones económicas a Turquía, después del derribo de un avión militar de Rusia, al igual que sus acciones en Siria llevaron a algunos a esperar que Putin podría estar a punto de arreglar sus relaciones con la UE.

En cuanto a Medio Oriente, el presidente de Siria, Bashar al Asad insiste en que no va a dimitir a pesar del esfuerzo internacional de paz internacional.

Los líderes de Israel no están de humor para reiniciar un proceso de paz con lospalestinos y la línea dura de Irán anticipa una firme defensa de los chiitas oprimidos de toda la región.

Desde 2016 en adelante habrá grandes desafíos para el sistema internacional.

Desde la posibilidad de que el Reino Unido abandone la UE hasta las tensiones dentro de la organización causadas por la crisis migratoria en curso; la violencia sectaria en Medio Oriente y las cada vez más ásperas disputas comerciales.

Como el rechazo nacionalista o de izquierda al sistema internacional crece, es una lástima por los diplomáticos que luchan por consensos.

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