El caso del cuerpo encontrado al interior de una maleta en plena vía pública en la comuna de Ñuñoa, región Metropolitana, tuvo un vuelco radical en las últimas horas.

Cuando se informó acerca del hallazgo, el pasado lunes, primero se apuntó a un hombre en un triciclo como imagen clave en el caso. Sin embargo, ya este miércoles se sabe que fue una religiosa quien dejó la maleta en ese lugar.

Las primeras pistas se consiguieron revisando las cámaras de seguridad del sector, en donde los detectives de la Policía de Investigaciones (PDI) lograron identificar a la mujer trasladando la maleta donde fue encontrado el cuerpo

De esta forma, realizaron un allanamiento en la vivienda de supuesta monja, a quien se le tomó una declaración donde reconoció que fue ella quien dejó el cuerpo de una amiga en la vía pública, debido a un pacto que honraron en nombre de su amistad. 

La víctima falleció hace un año, pero debido a este pacto que la mujer reveló a la PDI, ella la mantenía en la vivienda “por el cariño que le tenía”.

“Mantenían una amistad y manifiesta que le tenía mucho cariño y que habían hecho un compromiso entre las dos, que ninguna de las dos se iba a denunciar si fallecían (...) Ella se refiere a este pacto en el sentido que ellas no se iban a denunciar y no iban a realizar inscripción, que se iban a cuidar una a otra hasta el último de sus días”, señaló el subprefecto jefe de la Brigada de Homicidios, Juan Luis Fonseca.

Pero entonces la pregunta es…

Religiosas de Ñuñoa: ¿Por qué mujer dejó la maleta en la calle?

De acuerdo con una publicación de Emol, las religiosas Lorena Ramírez (80) y Erica Fernández (59) —la fallecida— tenían una relación de pareja, más que de amistad como expusieron la PDI y la Fiscalía.

En el caso de Ramírez Barrera, se casó en febrero de 1963 y enviudó en septiembre de 2008, matrimonio en el cual tuvo tres hijos: Paulina, de 60 años; Pamela, de 56; y Agustín, de 49, según la publicación.

Tras la muerte de su esposo, Ramírez habría comenzado esta relación amorosa con Fernández Mora, quien no tenía hijos ni se había casado.

Pero en abril del año pasado, Fernández falleció en su casa de la calle Suárez Mujica. Tras esto, Ramírez fue hasta la casa de su amiga, puso el cuerpo en una maleta y se lo llevó a su domicilio, en calle Los Jardines.

Eso hasta que hace unas tres semanas, añade Emol, una de las hijas de la mujer regresó a vivir con ella. Y ante el temor de que encontrara la maleta, la religiosa optó por dejarla en la vía pública para que fuera encontrada y así “tener un entierro digno”.

Ramírez fue imputada como autora de inhumación ilegal, pero quedó en libertad. Fiscalía señaló que por su avanzada edad e irreprochable conducta anterior no hay riesgo de fuga o que no colabore con la investigación. También será sometida a exámenes psiquiátricos.

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