El casco histórico de la capital enfrenta un problema que va mucho más allá de la superficie. A pasos de la Plaza de Armas, entre galerías, cafés y locales comerciales, opera un verdadero barrio rojo en pleno corazón de Santiago, donde la prostitución y otras actividades ilícitas se esconden bajo fachadas aparentemente legales.

Un equipo de Reportajes T13 recorrió un caracol ubicado en la Alameda, entre calle Estado y Ahumada, donde tras la fachada de cafés se ocultan prostíbulos en condiciones precarias. En pequeños espacios de apenas tres por dos metros, con baños insalubres y escasa ventilación, mujeres atienden a clientes a plena luz del día.

Aunque en algunos locales se intenta mantener una apariencia más “pulcra” bajo la fachada de caferías y "café con piernas", el verdadero negocio poco tiene que ver con el café: detrás de mamparas y puertas cerradas, la oferta de servicios sexuales es evidente, con clientes que interactúan sin mayor resguardo.

Personal de seguridad municipal y Carabineros realizan constantes fiscalizaciones en estas galerías. La revisión incluye verificar patentes comerciales, emisión de boletas, condiciones sanitarias y seguridad, aunque muchas veces los inspectores constatan que los permisos están caducados o anulados.

“Son focos de interés, porque sabemos que se puede encontrar con prostitución, con venta de droga, con venta de alcohol, o sea, algo totalmente alejado a lo que uno cree que va a haber en ese lugar”, explicó Arturo Urrutia, director de Prevención y Seguridad Comunitaria de Santiago.

Durante las inspecciones, se descubrió alcohol en refrigeradores, barberías con actividad sospechosa, cibercafés que en realidad funcionan como salas de juego y locales destinados oficialmente a otros rubros que encubren actividades de prostitución y explotación sexual.

El centro de Santiago convertido en un “barrio rojo”

La situación se repite en diversos puntos del centro, especialmente en galerías de calle Catedral y la Alameda, donde la presencia de globos y decoración dieciochera contrasta con la falta de permisos y el incumplimiento de normas básicas.

En uno de los locales, se constató directamente el ofrecimiento de sexo a cambio de dinero. Incluso, en medio de un procedimiento, aparecieron mujeres con escasa ropa y un joven que afirmó ser “amigo" de ellas, aumentando las sospechas de que detrás de los cafés se ocultan prostíbulos en funcionamiento.

El casco histórico de Santiago se ha transformado en un enclave de interés para organizaciones criminales, que utilizan estas actividades como fachada para delitos mayores: trata de personas, tráfico de drogas, explotación sexual e incluso lavado de dinero.

“Te encuentras con una serie de cosas que son delitos, la prostitución o la trata de personas, pueden haber menores de edad. O sea, hay una un sin número de agentes negativos en los cuales tú te puedes ver involucrado”, advirtió Urrutia.

Con la fachada de cafés, cibercafés y salones de espectáculos, el centro de Santiago vive hoy una peligrosa transformación: un barrio rojo que opera de día y de noche, a pasos de la Plaza de Armas y frente a la mirada de miles de transeúntes.

Publicidad