Que cada una de las chicas que están caminando con esto lleguen con bien, que nadie pueda tocar ni robar”.

La frase, pronunciada en tono de oración y enviada por WhatsApp, no corresponde a un rito religioso tradicional, sino a una de las cuñas más llamativas del hombre acusado de liderar una organización criminal dedicada al tráfico de ketamina en la frontera norte del país.

Se trata de José Herrera Pozo, ciudadano ecuatoriano de 58 años, quien se autodenominaba obispo y que, según la investigación de la Fiscalía y la PDI, utilizaba discursos religiosos, rezos y prácticas de magia negra para coordinar y proteger envíos de droga desde Perú hacia Chile, principalmente a través de Arica.

De acuerdo con los antecedentes expuestos en un reportaje de Canal 13, Herrera Pozo era una de las figuras clave de una facción de la banda criminal internacional “Los Lobos”, dedicada al tráfico de drogas y extorsiones, que vio en la zona fronteriza un punto estratégico para sus operaciones.

El imputado reclutó a mujeres -en su mayoría ecuatorianas- para transportar ketamina en formato sólido, ocultándola entre sus ropas, fajas e incluso tampones.

Cada una debía ingresar cargamentos de hasta tres kilos, simulando ser turistas y cruzando por pasos formales como el complejo fronterizo de Chacalluta, o bien utilizando rutas informales en el límite con Perú.

Un obispo que va rezando y amenazando

La ketamina era adquirida legalmente en Perú como producto veterinario, a bajo costo y con escasos controles, lo que facilitaba su desvío hacia el mercado ilegal chileno.

Según la investigación, el pago para las llamadas “burreras” era de 300 dólares por viaje, con ganancias que aumentaban según la cantidad transportada.

Los registros telefónicos fueron fundamentales para el caso. En ellos, el falso obispo mezclaba mensajes de carácter espiritual, amenazas y coordinaciones logísticas.

En varias conversaciones pedía protección divina para los cargamentos, mientras en otras exigía rapidez y silencio a las mujeres que participaban en la red. Para los investigadores, este componente religioso no era accesorio.

La Fiscalía sostuvo que la organización no solo operaba bajo lógicas tradicionales del crimen organizado, sino que incorporaba elementos simbólicos y rituales para reforzar el control interno y generar una falsa sensación de protección frente a los riesgos del tráfico.

La caída de la red narco en Arica

El 29 de noviembre de 2024, la PDI detectó un vehículo con patente peruana circulando por Arica, en el que se trasladaba Herrera Pozo junto a otros dos sujetos.

Tras un seguimiento que incluyó el terminal de buses y un domicilio en calle Carlos Orellana, los detectives lograron establecer el traslado de droga oculta en el parachoques de un automóvil.

El operativo permitió la detención de 11 mujeres y del líder de la organización, además de otras seis personas arrestadas posteriormente en controles policiales.

En total, se incautaron 54 bolsas de ketamina pura, equivalentes a 18 kilos, destinadas a la distribución en territorio nacional.

Según la PDI, esta es una de las organizaciones criminales transnacionales desarticuladas en la región en los últimos años, en un contexto marcado por el aumento del tráfico de drogas sintéticas y la disputa territorial entre bandas que operan en la macrozona norte.

Las investigaciones continúan en desarrollo, mientras el falso obispo permanece a la espera de un veredicto que podría definir su futuro judicial y el de la red que operó durante meses bajo un supuesto mandato divino.

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