En una casa ubicada en la región de Valparaíso, entre pañales, juguetes y unas primeras palabras, Javier Reyes y Alejandro Vascone viven la emoción de la paternidad al convertirse en la primera pareja homoparental en esta parte de Chile.

Funcionarios, esposos y ahora padres, adoptaron a su hijo cuando tenía apenas 11 meses y hoy celebran verlo crecer con un año y tres meses de vida, marcando así un hito en nuestro país: son el primer matrimonio igualitario en la región que logra adoptar un niño desde la entrada en vigencia de la Ley de Matrimonio Igualitario.

“Desde el inicio de nuestra relación, la paternidad fue un tema que nos acompañó”, cuenta Javier.

“Para mí fue un deseo muy profundo, quizá intensificado por la pérdida temprana de mi madre. Sentía que tenía un amor enorme por entregar y que la paternidad podía darle sentido. Alejandro también lo compartía, él siempre tuvo un vínculo fuerte con sus sobrinos, así que ambos coincidíamos en ese sueño”.

En ese momento, no había información clara sobre cómo podían concretarlo. Pensaron en la opción de un vientre subrogado, incluso recibieron orientación desde Argentina, pero los costos eran inalcanzables. La posibilidad real apareció cuando supieron de casos de adopción concretados en Chile, lo que los impulsó a inscribirse en el Servicio Mejor Niñez.

“Ahí entendimos que no se trata de encontrar un niño para una familia, sino una familia para un niño”, recuerda.

Del trámite a la familia

El proceso, que incluyó charlas, entrevistas, evaluaciones psicológicas y visitas domiciliarias, fue exigente, pero más corto de lo que imaginaron. Tras superar cada etapa, el Servicio los declaró idóneos para adoptar hasta dos niños. Y poco después llegó la noticia que les cambió la vida: había un bebé de 11 meses compatible con ellos.

“Nos citaron a una reunión y nos dijeron: ‘hay un niño que es idóneo para ustedes, y ustedes para él’. No lo pensamos dos veces. En una semana nuestra casa se transformó, pasamos de no tener nada a preparar todo para recibirlo", dijeron.

"Armamos muebles de madrugada, llenamos la casa de ropa y juguetes. El vínculo fue inmediato: cuando llegó, sentimos que ese era nuestro hijo”, relatan.

La adaptación fue natural y según relatan, el bebé pronto respondió a sus miradas, se integró a la rutina del hogar y se rodeó del cariño de toda la familia extendida. Finalmente, el proceso legal se concretó con la audiencia de adopción definitiva y la inscripción con su nuevo nombre en agosto pasado.

Desde entonces, Javier y Alejandro celebran cada pequeño logro, convencidos de que lo más importante que pueden darle es amor y estabilidad.

Un camino para que otros puedan adoptar

El testimonio de la pareja no solo refleja una experiencia personal, sino que también abre puertas.

Su historia ha despertado interés en redes sociales, donde comparten su día a día a través de la cuenta @mis2papaas, espacio en el que orientan a otras personas que desean adoptar.

“Muchas parejas nos escriben preguntando cómo lo hicimos. Nos alegra que nuestro caso pueda servir de ejemplo, porque demuestra que sí es posible. La paternidad no se mide en biología, sino en compromiso y en amor”, señalan.

Aunque valoran el apoyo recibido, reconocen que aún hay obstáculos: falta de información clara, trámites engorrosos y temores sociales. “Lo más difícil es el miedo a no ser aceptados. Pero ese miedo se disipa cuando compartimos historias y cuando mostramos que el amor no tiene género”.

Hoy ambos sienten que cumplen el sueño más grande de sus vidas. Un sueño que esperan sea cada vez más común en Chile: el de construir familias diversas donde la base no es una fórmula, sino la entrega incondicional.

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