El auge de las bandas delictuales formadas por menores de edad ha encendido las alarmas entre las autoridades chilenas. Cada vez son más los casos que muestran cómo adolescentes se organizan, delinquen y dejan rastro de sus crímenes en redes sociales, convirtiendo la violencia en un símbolo de estatus.
Durante la noche de este viernes, Reportajes T13 reveló en detalle el modo de operar de “Los Contrarreloj”, una peligrosa agrupación integrada por menores de edad e implicada en el asesinato de un ingeniero en Lampa, quien murió tras intentar defender a su familia.
Lo más impactante del caso es que el grupo era liderado por uno de sus miembros más jóvenes: un niño de 14 años identificado con las iniciales M.C., quien, pese a su edad, mostraba una frialdad y capacidad de liderazgo que distan mucho de la infancia que su condición sugiere.
El fiscal Marcelo Vargas, a cargo de la investigación, explicó la singularidad del caso: “Extrañamente la mayoría de estas investigaciones donde hay incluido muchos menores de edad normalmente hay un adulto que ‘recluta’ estos menores. En este caso no, en este caso efectivamente existen tres imputados, serían quienes coordinan estas agrupaciones que van cambiando día a día y además también ayudan para efectos de la coordinación de guardar los vehículos, reducir las especies”.
Las redes sociales han sido clave para entender el fenómeno. En sus cuentas, los jóvenes exhibían armas, autos robados y videos de sus delitos, en una muestra explícita de orgullo por sus acciones. Lejos de esconderse, documentaban sus fechorías como una forma de ganar notoriedad y “likes”.
La psicóloga del Instituto de Criminología de la PDI, Vania Saavedra, explicó que esta tendencia responde a una distorsión en los valores sociales de los adolescentes actuales: “Hoy día la adolescencia se caracteriza por esta necesidad de estatus social. Hoy día el adolescente en Chile valida y normaliza la violencia. Tiene más estatus si tiene más armas, tiene más estatus si tiene más likes en las redes sociales. Entonces eso de alguna manera fortalece su autoimagen”.
El reportaje también reveló un dato preocupante: muchos de estos jóvenes se conocieron en centros de internación provisoria, espacios que, en teoría, deberían reinsertarlos, pero que en la práctica están actuando como puntos de encuentro y reclutamiento.