Francisco Albornoz tenía 21 años, era farmacéutico y vivía en la comuna de San Bernardo cuando ocurrió su desaparición, tragedia que lamentablemente terminó con el hallazgo de su cuerpo en el río Tinguiririca, en la región de O’Higgins.

El caso se investiga como un homicidio calificado, y este sábado su familia llegó hasta el Centro de Justicia para presenciar la formalización de los dos imputados.

Una de las asistentes fue su madre, Jaqueline Díaz, quien prefirió no entrar a la sala por razones de salud, pero permaneció en la explanada junto a familiares y amigos que portaban pancartas, camisetas con su rostro y globos blancos.

Desde ahí, compartió con Las Últimas Noticias su testimonio, marcado por el dolor y los recuerdos de los últimos días con su hijo.

Jaqueline relató que su hijo no solía desconfiar de los demás, lo que -a su juicio- le habría costado la vida. “Mi hijo era demasiado confiado, por eso le pasó esto. Como él no tenía maldad en su mente, como no era capaz de ni siquiera pinchar a alguien, yo creo que pensaba que todos eran así”, comentó.

Y agregó que su hija Valentina solía advertirle: “Francisco, no seas confiado, hay gente mala que te puede hacer daño”.

En la misma instancia recordó el regalo que Francisco le envió para el Día de la Madre: un set de cremas de marca, que le hizo llegar con un amigo. “Yo no celebro esas cosas porque soy testigo de Jehová, pero me sorprendió mucho. Ahí las tengo porque ahora son un recuerdo que atesoro”, dijo.

La investigación del caso de Francisco Albornoz

Según lo expuesto por la Fiscalía Oriente durante la audiencia de formalización, Francisco fue asesinado en un departamento de Ñuñoa, la madrugada del 24 de mayo.

Los imputados, Cristian González (médico ecuatoriano de 31 años) y José Miguel Baezza (chef chileno de 43), fueron formalizados por homicidio calificado y quedaron en prisión preventiva por 90 días mientras se desarrolla la investigación.

Los antecedentes entregados indican que Francisco recibió golpes en la cabeza que le provocaron un traumatismo encefalocraneano, descartándose la hipótesis de una sobredosis. Además, según la fiscal Rossana Folli, hubo premeditación.

En mensajes de WhatsApp del día anterior, los acusados hablaban de llevar “cloroformo, droga, marihuana”, dando cuenta de una planificación previa.

Tras su muerte, el cuerpo del joven fue ocultado en un saco de dormir, trasladado en el maletero de un vehículo y lanzado desde una altura de 50 metros al río Tinguiririca. En el trayecto, incluso se detuvieron a comprar bebidas y papas fritas, según la fiscalía.

Aunque su madre no estuvo presente en la sala, a la audiencia ingresaron dos hermanas de Francisco y una tía. Afuera, Jaqueline solo pidió justicia por su hijo: “Él no tenía maldad. No merecía esto”.

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